martes, 15 de abril de 2008

La raiz

No debiera arrancarse a la gente de su tierra o país, no a la fuerza. La gente queda dolorida, la tierra queda dolorida.
Nacemos y nos cortan el cordón umbilical. Nos destierran y nadie nos corta la memoria, la lengua, las calores. Tenemos que aprender a vivir como el clavel del aire, propiamente del aire. Soy una planta monstruosa. Mis raíces están a miles de kilómetros de mí y no nos ata un tallo, nos separan dos mares y un océano. El sol me mira cuando ellas respiran en la noche, duelen de noche bajo el sol".

Creo fervientemente en este texto del querido Juan Gelman, pero lo cierto es que en nuestro caso, y contradictoriamente a estas letras maestras, si nuestras piernas no hubieran sido plantas arrancadas de las respectivas tierras que las crearon, las ramas de S. y las mías que hoy han crecido, jamás se habrían juntado allá arriba, a la altura en la que lo hicieron, y bajo la única mirada del cielo, testigo fiel. Nuestras raíces tampoco se habrían encontrado en este subterráneo mundo. Jamás se habrían entrelazado allí abajo para crecer después, ante tanta lluvia. No se hubieran visto nunca nuestros ojos. Todo hubiera sido mudo. Ahora todo es valle. Vino del mar y yo de la montaña, y así vivimos, en ese equilibrio que es valle. Yo, hoy, prefiero quedarme ahí, esto es, aquí, entre valles. Viviendo como ese clavel del aire, propiamente del aire, que es mi aire, mi savia, tan acompañada de este otro tallo, que ata y que tan bien conozco. Mi tallo perpendicular en tierra. Mi raíz en esta tierra que tanto se mueve, que tanto nos mueve. Aquella que nutre mi respirar.

7 comentarios:

Gracia Iglesias dijo...

¿Dónde están las raíces de un nenúfar? a veces es mejor ser ninfas, balanceadas por el agua, o semillas que se besan en el viento. No, no debieran arrancarse las raíces a la fuerza, pero a veces no es fuerza sino voluntad, y entonces el tallo no es algo físico, sino un hilo transparente que trenza el mundo y lo hace más habitable, más cercano, más pequeño. Nuestra aldea, pero no la de McLuhan, sino una verdaderamente humana.

Anónimo dijo...

Leer estas líneas de Juan Gelman, me aceleran el corazón, leer tu testimonio de "clavel del aire" me devuelve el compás

elnaveiras dijo...

Perdona que me meta así de sopetón, el sábado 19 haremos una presentación de la revista "Es hora de embriagarse (con poesía) en el Bukowski.
Más info en:
http://conpoesia.wordpress.com.
Estás invitada (y tus lectores/as también, of course) ;-)

mjromero dijo...

Muy bueno el contrapunto que le das al texto de Gelman, él, dasarraigado, y tú donde está tu corazón dejas tus raíces.
un abrazo

Gracia Iglesias dijo...

Por cierto, ayer no pude ver la foto, no sé bien porqué (a veces tardo en ver las imágenes de tu blog y supongo que es porque tengo la manía de entrar cuando aún lo estás editando). El caso es que hoy sí la he podido disfrutar y me parece bellísima ¿de dónde la has sacado?

Neorrabioso dijo...

Pero muchas veces ocurre al contrario de la frase de Gelman: el destierro hace ver a algunos la posible tontería de las raíces, su no necesariedad. Por eso, muchos desterrados no vuelven incluso cuando tienen permiso para hacerlo, porque ya se han creado otras raíces o han acabado con el mito de las raíces.

Hasta otra.

nuria ruiz de viñaspre dijo...

Gracia
Preciosa interpretación la tuya que se ajusta perfecta a la escuadra de mi mente. Deberíamos estar siempre buscando esa aldea humana en común.
La foto es de internet, buceando como una ninfa la encontré. Es realmente bonita. Que te adelantas como esos almendros hermosos.

Rafaela
Gelman siempre nos acelera

José
Haremos lo posible, lo prometo, yo y mis lectores, claro

Alfaro
Leyendo a Gelman una piensa que es irremediable, siempre se está deacuerdo con él, en este caso había que decirlo. Aunque adore las palabras con las que explica el desarraigo

Batania
Gracias por tus visitas. Yo aunque no deje huella hago lo mismo