jueves, 30 de abril de 2009

El pez místico


Bueno, ya casi está aquí. Ésta es la cubierta final de El pez místico. Olifante Ediciones lo saca ya a primeros de mayo. En cuanto a fechas aún no tengo nada cerrado. Pero intentaremos presentarlo en Madrid, Zaragoza, Valladolid y Valencia. Tiempo al tiempo.

martes, 28 de abril de 2009

Las habitaciones de Montevideo

Salgo un momento de la habitación uruguaya de Galeano.

Hace 51 mintuos
La poetisa uruguaya Idea Vilariño falleció en la madrugada de este martes a los 89 años en un sanatorio privado tras haber sido intervenida por una oclusión intestinal, informan los medios locales.

La cita del último poema que cierra el libro El pez místico es de Vilariño. Hoy toma más importancia aún si cabe que la dada en el pasado. Os dejo con esa cita. Os dejo con mi poema. Os dejo con el poema 19.

adiós
salgo como de un traje
estrecho y delicado
difícilmente un pie, después
despacio, el otro
idea vilariño


ahora sólo soy un cuerpo
un lugar
un espacio al sol

El pez místico (Olifante Ediciones)


* POEMA NÚMERO 19
Quiero morir. No quiero
Oír ya más campanas.

Campanas -qué metáfora-
o cantos de sirena
o cuentos de hadas
cuentos del tío -vamos.

Simplemente no quiero
no quiero oír más campanas.
Idea Vilariño

* Espero que en este mismo instante esté escuchando otro sonido de campanas, o cantos de sirena o cuentos de hadas, lo más alejado a aquellos cuentos del tío, vamos.

Hace 50 minutos
El poeta escritor uruguayo Mario Benedetti, de 88 años, se encuentra internado desde el lunes por la tarde en un sanatorio privado, confirmó a AFP su secretario Ariel Silva, aunque no dio detalles acerca de su situación

Hoy parece que todo gira en torno a las habitaciones de los hospitales de Montevideo

Ejército de hormigas

Sigo enredada en mi espiral galeánica que como este ejército de hormigas me estalla en la boca



Tracey era niña en un pueblo de Connecticut, y practicaba entretenimientos propios de su edad,como cualquier otro tierno angelito de Dios en el estado de Connecticut o en cualuier otro lugar de este planeta.

Un día, junto a sus compañeritos de la escuela, Tracey se puso a echar fosfóros encendidos en un hormiguero.Todos disfrutaron mucho de este sano espacimiento infantil; pero a Tracey la impresionó algo que los demás no vieron o hicieron como que no veían, pero que a ella la paralizó y le dejó, para siempre,una señal en la memoria: ante el fuego, ante el peligro, las hormigas se separaban en parejas, y de a dos, bien juntas, bien pegaditas, esperaban la muerte

sábado, 25 de abril de 2009

El mundo y su presente galeano

Montevideo.– Vaya uno a saber cómo será el mundo más allá del año 2000. Tenemos una única certeza: si todavía estamos ahí, para entonces ya seremos gente del siglo pasado y, peor todavía, seremos gente del pasado milenio

Ese presente futuro ha llegado y no sé si en algún momento llegamos a soñar...

viernes, 24 de abril de 2009

La noche Liddell

Últimamente siempre que voy a ver a Angélica Liddell es la "Noche de algo". La Noche en blanco", la "Noche de los libros", la “Noche de los traficantes”, o una mezcla de todo. Esto anima porque hay tanta noche como día. No defraudó ni Liddell ni noche ni los traficantes, ni siquiera los sueños. ¿Acaso era previsible asistir a un ¿¿¿recital??? de Angélica....? Ya la palabra no marida con la densidad de esta mujer, por lo que acabó proponiendo hacer una corrección exhaustiva y pública del libro que traía entre manos. Un ejercicio de síntesis. Completamente necesario. Completamente desnuda. Poéticamente avergonzada. Altamente imprevisible. Y previsiblemente intensa. Siempre intensa. Porque en cuanto escribimos perdemos lo dicho. A mí me atrajo la idea en cuanto lo mencionó, no sólo porque es un ejercicio de humildad hacer algo así en público sino porque demuestra su valentía en un campo que es barro. Elegir lo menos bueno y decicirse en público a tirarlo a la basura es, bueno, algo sencillamente valilente. Es cierto que tiró versos enteros, pero su concepción del tiempo así se lo exigía decidiéndose, acertadamente, por el verdadero meollo. Decidiéndose por el desenlace. Angélica-síntesis sacando la metralla que sobraba de la palma de su mano. Como el soldado saca la suya para seguir en tierra vivo.
S. y yo disfrutamos como siempre. Disfrutamos igualmente el trueque de palabras con ella, no sólo al comienzo sino al final de su propuesta: la exhaustiva y eliminación matemática de la paja con el fin de llegar al grano. Pero chocó con otra clase de grano. De esas pequeñas e insignificantes piedras en el camino. Su propio camino de piedras. Yo adoro las piedras, hay mucha vida en ellas, no me refiero a éesas, me refiero a esas otras que entorpecen y que no se apartan a pesar de un intento tras otro de retirarlas. Ésas piedras sordas que no se retiran ni para dejar pasar el carro de los muertos. Ésas son las piedras inmóviles que hay en determinadas mentes que no captan, o lo que es peor, no aceptan cualquier planteamiento que se aleje de eso, su camino. Las piedras tan quietas como sus ideas. Las mudas. Ésas que lapidan el cuerpo del desliz y que generalmente cargan tanta carne muerta deslizada como aquel carro al que prohibió el paso en alguna guerra pasada. Ésas que no aceptan dejarse llevar por el viento por un momento, dejarse salir, aunque sólo sea por una noche, de la espiral que encierra a veces la arcaica palabra “recital”, ya que esto les produce vómito. Esa piedra sí produjo vómito. Es cierto que el vómito a veces también es necesario para volver a colar lo que verdaderamente ha de manar. Pero de nuevo, fue otra clase de vómito, de ese que ensucia las aceras de las ciudades y que persisten pues nadie se atreve a limpiarlo. Angélica, a punto de abandonar con la misma naturalidad con la que comenzó su propuesta de eliminación, decidió no eliminarse a ella misma y retomar su lectura-deslectura aclarando a esa mujer-piedra, -antítesis de la humildad- (me permito aquí el lujo de nombrarla así porque éste es mi rascacielos): -Mujer, si yo no sé nada de poesía, yo me dedico al teatro, sin saber que su propio hígado es justo ese arma tan cargada de balas que en lugar de metralla llevan poesía. Esas balan que a veces dan salud y otras matan.
Porque es una buscadora de la belleza y la belleza es tan necesaria para entender este mundo roto… Para entender el mal en el mundo. Es el correlativo esencial a tanta muerte y destrucción. Y Angélica hunde las yemas de sus dedos hasta lo mas hondo de su hígado para desenterrar lo bello que ven sus ojos. Ayer pudimos vislumbrar algo de todo esto que digo.
La humildad y el respeto son valores básicos en un ser humano. Y esa mujer-piedra-níquel-sorda- no tenía ni lo uno ni lo otro. Porque independientemente de que guste o no un cuerpo expuesto, los minutos que se le conceden a alguien para exponerlo puede desgastarlos como el propio sujeto quiera.

Un titular de un periódico lleva más poesía que cualquier pertinaz intento humano de hacer poesía. Me quedo ahí. En esas palabras-Liddell. Porque siempre me quedo con algo positivo en alguna de estas noches.

jueves, 23 de abril de 2009

Descorchando manos

Abramos bien las puertas para dejar entrar el aire. O empalemos nuestras manos cerrando tras de sí la puerta sólo si ya hemos conseguido entrar. Hoy quiero emborracharme con S. Sin manos. Beberme cada palabra que encuentre en las aceras como si fuera el último día que bulle en este camino de arterias. Sin manos. Inundar de letras nuestras agrietadas venas tan rotas de hambre en esta sequía de cuerpos. Sin manos. Hoy sin manos.
Me encanta este día. Además es el cumpleaños de una querida amiga.
Felicidades pues a mi amiga y por supuesto a todos los libros que respiran entre nosotros. Porque ellos son vida incluso cuando descansan en algún estante. Porque son aventura cuando los abres, y son lágrima viva cuando los cierras. Porque son eso, coraza un día y latido, otro. Porque son el sueño de todo eremita. Porque son la vida que nos falta, la muerte que esperamos, los amores deseados que a veces se hacen realidad plena. Porque encabezan nuestras camas. Porque son nuestros soportes -amados terapeutas en nuestra soledad maciza-. Porque nos conocen en cuanto los comenzamos y nos esperan impacientes al cerrarlos. Porque nos educan. Porque nos reeducan. Porque llenan nuestras memorias ensangrentadas de ideas nuevas llenas de otra sangre. Porque son al fin, la pluma ansiada por todos nosotros, pequeños seres desmanados, todos. Pienso entonces que leer a los grandes, a los que yo considero grandes, te recoloca en tu sitio. Te recoloca. Y hay que entender esta posición de espera. De calma. A mí me sienta de golpe en la silla de la soledad. Yo y mis manos, bruscamente. Y charlamos. Charlamos con claridad meridiana. Lo hacemos sin prisa. Te asienta para que ellas y yo nos conozcamos mejor gracias a ellos. Educan la prisa de tus manos. Y un sentimiento de inexperimentación conquista la mía, que en días como hoy se asoma a mis ojos tan inexperta, siempre. Por tanto, te ralentiza. Y no, ya hay prisa. No hay prisa. Nunca hay prisa.

En cuanto a las actividades en esta noche explosiva, hay tanto y tan coincidente que tengo la cabeza aturullada de tanto buscar decisiones. Si se pudiera desdoblar la hora como se desboblan las páginas de nuestros homenajeados... Me encantaría ir a un recital de Angélica Liddell. O volver a tener a un palmo de mí a Juan José Millás, que tanto adora S., o al también leído Manuel Vicent cuyo artículos acertados imantados en nuestros frigoríficos tanto nos han ayudado. Me gustaría explosionar el centro de mi estómago y que cada trocito desperdigado se esparciera por esta ciudad acompañada, y alcanzar con uno de ellos a Mendicutti y regalarle mi geometría, agradeciendo sus ajustados prólogos. Adelantarle lo que será dentro de tan sólo días mi pez místico. Volver también a saludar a Manuel Hidalgo de cuya mano recibí aquel premio de poesía hace ya tantos años. Qué sé yo. Quizá no hacer nada de esto, porque hoy no tengo manos y hacer eso, cerrar la puerta tras de mí y embolsarnos. Volvernos. Desmemoriarnos. Desviajarnos. Descorcharnos. Desentrenarnos. Desmemoriarnos. Desmanarnos. Desarmarnos. Desintegrarnos en esta noche librera.

Quiero comprar montañas de libros de Galeano para viajarle. Para escalarle esta noche y la otra y la que sigue. Porque mi amor es definitivo. LO ADORO. Y también algo de mi nuevo descubrimiento, Maria-Merce Marça. O quién sabe si volveré de nuevo a Gelman. Adoro los descubrimientos porque es como si una volviera a nacer y se desmemoriara. Me pasa con la música. Cuando descubro algo nuevo que conquista mis oídos o en este caso mis manos, me embolso y soy toda suya.



Felicidades L* (sí, sí, ya sé que acabo de bailar los días. Sí, ya sé que es mañana, pero a los efectos es hoy).

Fahrenheit 451 es la temperatura a la que arde el papel de los libros.

martes, 21 de abril de 2009

Nuestros queridos verticales

El otro día en la librería La Clandestina, estuvimos echando una mirada a nuestros queridos verticales, aquellos que nos vigilan sobre la altura de un estante esperando ser re-cogidos. S. llamó mi atención y mi atención llamó de golpe a las puertas de mis sentidos. Eduardo Galeano.

No consigo dormir. Tengo una mujer atravesada entre los párpados. Si pudiera, le diría que se vaya; pero tengo una mujer atravesada en la garganta.

lunes, 20 de abril de 2009

El meu amor sense casa

Éste fue. Después de largas jornadas buceando en esta mujer -María-Merce Marça- he logrado desenterrar de todo un bosque de agua aquel poema que escuchamos S. y yo en el Teatro Español y recitado por Juan Echanove, pero cuyo título se escapó de mi memoria. Escuché a poetas espléndidos, consagrados todos, otros aún en vida, pero me quedo con ella y sobre todo, sobre todo con este amor sin casa. Toda una genialidad in crescendo. De hecho, es el libro que quiero comprar este próximo 23 de abril (aunque creo que no está en castellano, es igual, que me lo vaya traduciendo S.). Todo un homenaje.



El meu amor sense casa.
L´ombra del meu amor sense casa.
La bala que travessa l´ombra del meu amor sense casa.
Les fulles que cobreixen la bala que travessa l´ombra del meu
amor sense casa.
El vent que arrenca les fulles que cobreixen la bala que travessa
l´ombra del meu amor sense casa.
Els meus ulls que arrelen en el vent que arrenca les fulles
que cobreixen la bala que travessa l´ombra del meu amor
sense casa.
El meu amor que s´emmiralla en els ulls que arrelen en el vent
que arrenca les fulles que cobreixen la bala que travessa
l´ombra
del meu amor sense casa.

***

Mi amor sin casa.
La sombra de mi amor sin casa.
La bala que atraviesa la sombra de mi amor sin casa.
Las hojas que recubren la bala que atraviesa la sombra de mi
amor sin casa.
El viento que desgaja las hojas que recubren la bala que atraviesa
La sombra de mi amor sin casa.
Mis ojos que se arraigan en el viento que arranca las hojas
que recubren la bala que atraviesa la sombra de mi amor
sin casa.
Mi amor que se espejea en los ojos que se arraigan en el viento
que arranca las hojas que recubren la bala que atraviesa
la sombra
de mi amor sin casa.

domingo, 19 de abril de 2009

Experimentando vacas

Esta Semana Santa, S. -cuántas S, cuántas curvas- y yo fuimos a pasar unos días a Horcajuelo de la Sierra. Fue una experiencia maravillosa, aunque a 800 metros nos topamos con una carreterilla cubierta con un palmo de nieve. El coche decidió que no continuaba por esos lares blancos y después de varias intentonas tuvimos que poner las fundas de las cadenas. En fin, ya están estrenadas. No volvió a nevar y el sol de la tarde desarmó el peso de aquella nieve que nos impedía acercarnos al pueblo. Tan sólo un día separaba esta ermita de la otra, que es la misma.

Horcajuelo es un pueblo hermosísimo lleno de vacas desperdigadas. Desde aquí incito vivamente a descubrirlo. Retratamos vacas que buscábamos ansiosas para mis Tablas de carnicero. Aquí se entiende porqué las vacas tienen en la mirada la misma paz que los ojos del buey. Desde que estoy inmersa en este extraño trabajo que me lleva de cabeza, sólo quiero alejarme de la ciudad para adentrarme en los campos. En la ciudad estamos nosotros, las otras vacas, aquellas de las que también hablo, pero necesito conocer los orígenes. Ver enormes vacas. Desenterrar su futuro inmediato mirándolas a los ojos y contároslo a todos. Entonces S., comprensiva, se extiende hacia el mundo de afuera en busca de retratos de manadas vivas para documentar mi mano, aunque también propone -a instancia mía- y para saciar mi empeño en relatar su correlativo de muerte, visitar una carnicería. Dice que cuando vayamos a Valencia, podemos visitar el matadero y entrar en las cámaras del frío, allá donde estas vivas que adoro pierden su última baba. Hay que contarlo todo, no sólo lo bueno. Y a veces es tan necesario grabártelo en la memoria... La sangre se hace necesaria para comprender dónde hemos desembocado. Sí. Hay que testificar. Hay que testificarlo todo. Ya lo decía Gelman, el contador ha de trazar una columna del "debe" y otra del "haber" , correspondiendo en este caso el debe a la colina y el haber al matadero.

Visitamos el Museo Etnológico del pueblo y mientras yo incitaba a S., para que retratara los enseres e instrumentos necesarios para la matanza, para el despiece, ella se perdía en el horno, la amasadora de pan y la cocina de una casa típica de Horcajuelo. Aprendo tanto del arte de S. y viceversa... Es un hermoso trueque su mundo con el mío.

Adoro los pueblos y cuando más deshabitados mejor que mejor. ¡Quiero ser de campo! ¡Quiero ser campo! Huir de la urbe que enturbia el cielo. Retratar enormes excrementos de vaca. En la urbe son de perros con dueños descuidados. Quiero saludar al lugareño que se excursiona a las 7 de la mañana y te cuenta que de joven fue un marinero que recorrió el mundo entero en busca del pescado fresco que traía hasta este punto del planeta sin mar pero, ya veis, con marineros. Poder mirar el cielo más limpio. La tierra verde siempre viva. Quiero vivir en un campo. Morir en él. Me da igual dónde, a diferencia de S. orgullosa de su tierra, yo no siento pertenecer a ninguna pero por eso pertenezco a todas. Quiero el frío del campo en invierno y el sol allá arriba castigando la tierra en verano.

Esta foto la sacó S. Es un excremento artístico de una vaca seguro que también artística. Parecían dos monjes. Es extraña, pero ¡se las ve tan acompañadas!

*fotos de S.

sábado, 18 de abril de 2009

Paco Bello o Don Pletórico

Querido Don Pletórico, pletóricos nos quedamos los que ayer asistimos a tu presentación-concierto-de-amigos. Ayer S., que hace tiempo que ya es imprescindible a mis ojos, y yo, fuimos a la librería La Clandestina, un rincón lleno de sueños encerrados en libros que rezuman nubes en cuanto los abres. El cautautor y siempre poeta Paco Bello presentaba su ya segundo libro de poemas. Buenos días Don Pletórico. Fue una velada estupenda, incluso rodeada de un haz de luz romántico pues a su izquierda descansaba y dormitaba su guitarra, su querida adosada. Cada dos poemas la despertaba de su romántica siesta y la daba vida. Sí, una agradable velada ver cómo cada cinco minutos despertada a su compañera vertical para acunarla más horizontalmente al son de sus manos. Para mí Paco es tan sencillo como respirar. Tan sencillo y plano como su guitarra. No tiene adornos, parece que tampoco dobleces, aunque en esta ocasión se transforme en Don Pletórico. Es socialmente sencillo y lacónico en juicios pero también rotundo. Es corriente como la propia corriente de ese indispensable río al que desembocamos todos para beber y subsistir. Eficiente y sensible, lo cantan los lápices de sus manos. En fin, que para entender a un hombre llano y sencillo, lleno de profundidad, hay que hacerlo de forma llana y sencilla, eso sí, profundamente. Todo un descubrimiento. Lo conocí musicalmente hablando gracias a S. sí, aquella que me arranca de mis enredos musicales extraños para recordarme otras veces vivas de este mundo. Así que cuando tocó entre poema y poema su No sabes cuánto te he querido, la pequeña masai S. casi se echa a llorar. Claro que si hubiera sido la única ... Otra tuvo también que echarle un pulso al llanto por la emoción, Mayte Sánchez Sempere, una mujer que ya conocéis, maravillosamente impresionable, por lo menos ayer.

Has llenado los semáforos de sangre... me quedo ahí, me quedo ahí...



Entre los asistentes pude de nuevo ver el rostro de Naveiras, que empieza a ser fundamental a mis ojos porque aplaca cualquier sentimiento raro cuando te rodeas de gente que no conoces, porque se asemeja a aquel amigo que uno siempre quisiera tener, y despierta esa sensación costera como cuando uno entra en casa y todo está tranquilo; a la ya mencionada Mayte, siempre con los hombros a punto del seísmo, con los ojos al borde del precicipio de su propio océano, a pesar de tanto optimismo; a Enol, mi querido Enol, que siempre tiene palabras hermosas para mí, mis peces o mis vacas... y anima y anima y anima las inagotables ganas de mis manos; a José Zúñiga, donde me tiraría de cabeza a la sima de su voz... y por supuesto a Paco, un ser indispensable en este paisaje a veces tan siniestro... Lo mejor de todo, la emoción de S., la emoción clandestina de S. en La Clandestina. Fue una tarde llena de romanticismo.

Este poema que quiero subir a este rascacielos define a mi juicio, a veces tan erróneo, la calidad y el carácter de Paco. La sencillez. Pero como siempre digo, en la sencillez precisamente encontramos la profundidad...

Estrechez

El edificio
en el que vivo
se encuentra
a escasos
veinte metros
de otro edificio
en el que viven
aquellos que tienen
el edificio en el que vivo
a escasos veinte metros,
ya ves qué casualidad.

Algunas mañanas
me acerco a la ventana
y observo
la angosta terraza
de enfrente
donde
una señora
de avanzada edad
contempla
cómo yo la contemplo
mientras deshoja
una margarita
cuyos pétalos
caen
abandonados
sobre
el techo
de un coche
apretadamente
aparcado
cuyo seguro
venció
hace ya
dos años
y que
curiosamente
es el mío.

Cojo un trapo
y hago
como que limpio
los cristales.

Nos miramos
durante tanto tiempo
que
no tiene sentido
que ni siquiera
sonriamos un poco.

jueves, 16 de abril de 2009

Otro trío perfecto: Vicky Peña, Echanove y Gas

No es necesario ser millonario ni medianamente adinerado para sobrevivir de letras en esta ciudad tan rota a veces. No es necesario para bañarte en ellas. Sólo se necesita abrir bien los brazos. Sólo se necesita otro tipo de hambre. Otro tipo de sed. Hambre y sed de cultura. De otra cultura. Esta semana es la Semana de la Cultura Catalana. Una compañera de trabajo me habló de que recitaba la actriz Vicky Peña, a la que fui a ver el año pasado con la obra Homebody Kabul. Cuatro horas de teatro en una segunda fila disfrutando de monólogos intensos de esta mujer hizo que sin más me decidiera a volver a verla, además esta vez, acompañada de letras y música. Así que el martes S. y yo fuimos al Teatro Español. Me encanta ir con S. a estos sitios porque yo me desmemorio en mi emoción y cuando llego a casa he perdido el rastro de aquello que prometí seguir. S. en cambio apunta. Apunta para mí, porque sabe lo que me gustará, ya que generalmente coincide con su criterio. Lo anota y ya en casa me lo lanza a mi memoria rota para arrancarla de la tristeza en la que se sumió ante aquellos olvidos imperdonables. A veces, a solas, recupero sus letras, sus líneas subrayadas en folletos o programas, que confirman sin duda mis inclinaciones y toda la memoria me vuelve de un plumazo ante ese golpecito ligero, como una bola de billar golpea suavemente a otra para alcanzar un efecto mariposa. En fin, que aquel día, tras reservar las entradas nos acercamos hasta para mí, una de las plazas más bonitas de la ciudad. Santa Ana. Recogimos las invitaciones y tras ver rostros afamados nos metimos en el teatro. La hora y media siguiente fue todo un disfrute para los sentidos. En voces de la maravillosa Vicky Peña, Juan Echanove y Mario Gas, descubrí tremendas manos de poetas catalanes. A algunos los he leído pero descubrí otros tantos. Mi verdadero hallazgo: Maria-Mercè Marçal. Todo ello acompañado al piano con las magistrales manos, a veces puños, de Carles Santos.

MORIR, quizá tan sólo
perder forma y contornos
deshacerse, ser chupada
hacia dentro del útero vivo
matriz de dios
madre: desnacer

II

Carnívora de tu, no sé com enyorar-te.
T´he fet carn de la carn, t´he menjat
i he escopit
la teva por corcada, com els ossos als cans
-aquest cans que ara udolen,
glaçats, la teva mort.

No sé com enyorar-te, no sé com estimar-te
ara que la mort deixa
que et pugui dir de tu.

(Desglaç)


CARNÍVORA de ti, no sé cómo añorarte.
De carne te he hecho carne, te he tragado
y he devuelto
tu miedo carcomido, como a los perros huesos
-los perros que ahora aúllan,
fríos, en tu muerte.

No sé cómo añorarte, no sé cómo quererte
hoy que la muerte deja
que te trate de tú.

(Deshielo, traducción de Clara Curell)
Maria-Mercè Marçal


UN DÍA ESTARÉ MUERTO...

Un día estaré muerto
y aún quedará la tarde
en la paz de los caminos,
en los verdes sembrados,
en los pájaros y el aire
quietamente amigo,
y en el paso de esos hombres
que desconozco y que amo.
Un día estaré muerto
y aún quedará la tarde
en los ojos de la mujer
que se acerca y me besa,
en la música antigua
de cualquier tonada,
o aún en un objeto,
el más íntimo y claro,
o puede que en mis versos.
Decidme qué prodigio
hace a la tarde tan dulce
y tan intensa a la vez,
y a qué prado o a qué nube
he de atribuir mi gozo;
porque me sé perdurable
en cuanto me rodea,
y sé que alguien, en el tiempo,
conservará mi recuerdo.

De "Palabras al viento"
Versión de Adolfo García Ortega
De Miguel Martí i Pol

viernes, 10 de abril de 2009

Ciclo EnTintaDos II en Oeste Celeste

Este miércoles 15 de abril, a las 21 h en Oeste Celeste, la segunda lectura del ciclo EnTitaDos (o más). Esta vez compartiremos versos, Jose Naveiras, Inés Frübeck y yo misma. Presenta Enol Sanyago.

Oeste Celeste
C/Buenavista 18
Madrid
Metro Antón Martín

lunes, 6 de abril de 2009

La Liddell, la mujer L




COMPAÑÍA ATRA BILIS
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ANFAEGTELSE es la palabra danesa que significa estar en peligro, o angustia. Cuando amamos entramos en guerra, es decir, entramos en ANFAEGTELSE. Cada uno de nosotros será grande dependiendo de aquel con quien batalló, y dependiendo del nivel de ANFAEGTELSE. Y los guerreros antiguos luchaban en silencio, con la espada en una mano y lágrimas en el rostro. Eso les hacía nobles. Lancelot camina, y sólo le vemos la espalda, es la posición más vulnerable, la más propicia para ser vencido.

ANFAEGTELSE es una obra de: Angélica Liddell
Con la colaboración de: Pau de Nut al violonchelo
VÍDEO: idea original y edición de Angélica Liddell
Realización del vídeo Gumersindo Puche
ILUMINACIÓN: Eduardo Vizuete
MÚSICA: J.S. Bach, y la nana “Mareta, mareta”
PRODUCCIÓN: Gumersindo Puche
Textos del video: Angélica y Kierkeegard
Las cartas son de David Fernández.

Esta obra ha sido producida por “La noche en blanco” Madrid (2008).Gracias al festival CITEMOR de Montemor O’Velho. Gracias a DT por la inmensa ayuda. Gracias a mi padre por prestarme su uniforme y su medalla



Kindertotenlieder (Mahler), por Kathleen Ferrier
Canción: Nun will die Sonn so hell aufgehn



** las tres primeras fotos son cortesía de Gumersindo, Sindo, la cuarta es la última actuación en La Fundición de Bilbao.

domingo, 5 de abril de 2009

Los zapatos Masai

Esto bien podría ser una entrada de publicidad o promoción. Nada más alejado de la poesía. No lo es. Tampoco es el título de un hermoso relato, algo más cercano a la literatura, aunque puede que no tarde es ser eso, algo sencillamente bueno para nuestros maltratados cuerpos. Tampoco es una entrada que hable de moda, ni que esté a la última, bueno quízá quede poco para este momento llegue, pero lo cierto es que yo nunca he sido de "ir a la última" ni mucho menos, no tiene que ver con eso. Pero hace ya varios meses que S. y yo andábamos detrás de unos MBT, pero no, tampoco tiene mucho que ver con la coquetería, más bien con la salud. Los vimos por vez primera hace casi un año en el AVE. Los llevaban una madre y una hija, y parecía que volaban, que se deslizaban sin esfuerzo alguno, que no pisaban la tierra con el impacto con el que el resto la pisaba. Recuerdo que S. y yo nos miramos comprendiendo sin hablar el interés mutuo que nos había despertado ese calzado. Bien, ayer fue el día. Nos fuimos a Principe de Vergara a ese escaparate donde pegamos nuestra nariz hace ya meses observando en un video cómo una tribu Masai caminaba erguida y descalza. Los zapatos MBT.

MBT es conocido como el "anti-zapato" debido a que ni guía ni amortigua ni sirve de apoyo al pie. En realidad, MBT hace todo lo contrario y produce la sensación de caminar sobre superficies naturales y blandas. El tradicional tacón se sustituye por un "sensor de talón" y una suela oscilante, obligando a quien los lleva a mejorar su equilibrio al caminar y a mantener la columna recta. Mediante la acción coordinada de los músculos, éstos se convierten en amortiguadores del impacto, el peso sobre la columna y articulaciones disminuye y se libera la tensión muscular. Los MBT son un instrumento de salud y puesta a punto que se puede utilizar en todas las actividades que realizamos a diario.

El efecto de su suela multilaminar y curva patentada es el de simular una superficie natural e irregular para así hacer que el cuerpo trabaje como la naturaleza lo concibió, usando todos nuestros músculos para asegurar nuestra estabilidad y reforzar la protección de nuestra estructura ósea. A través de la función biomecánica de MBT, los músculos, columna y articulaciones empiezan a trabajar de una forma anátomicamente correcta. Por ello, tanto los dolores como el desgaste de las articulaciones se ven reducidos.
En una superficie dura ocurre lo contrario. Con cada paso el pie impacta contra el suelo casi sin que podamos controlarlo y el cuerpo recibe el efecto del impacto. Con el tiempo la postura se inclina, se producen bloqueos, exceso de tensión y debilidad en los músculos. El cuerpo humano no está concebido para caminar constantemente sobre superficies lisas y duras. Este producto no solo fortalece la columna vertebral y las articulaciones, sino que mejora la manera en que utilizamos los músculos
MBT (MBT & Masai Barefoot Technology®)
Podría haber titulado esta entrada como El efecto Mariposa.







Ayer fuimos a la tienda pero como aquel que sale a dar un paseo. Lo malo es que no pudimos salir de allí sin quitarnos los zapatos. Nos llevamos dos pares. Cuando llegamos a casa nos los volvimos a probar y dios, qué lejos quedaba el suelo, pero nos encontrábamos como flotando en otro firme, un firme que moldeaba nuestros pies y os juro que yo jamás me había sentido tan bien caminando con los pies vestidos. Me encanta ir siempre descalza y esto, esto es lo más parecido a eso. Es una sesión de entrenamiento y masaje constante. Además tampoco había sentido lo que era caminar más erguida sin esfuerzo alguno, con la misma naturalidad que un Masai. Mi cabeza y mi cuerpo toman esa forma curvilínea que vemos en el video. La postura más sencilla pero la que más maltrata. En cuanto llegue la pequeña masai S. nos vamos de paseo. Hoy aprenderemos a caminar como camina mi pez, hacia adelante.

sábado, 4 de abril de 2009

El pez místico en Otromundo

Poco a poco El pez místico va haciéndose materia hermética. Poco a poco va adquiriendo esa otra solidez más maciza en mis manos. El jueves recibí las primeras pruebas no sólo de cubierta sino de interiores de este místico resbaladizo. Tras algunos días de idas y venidas en el aire inquieto, y sin llegar a soltarlo aún a la incertidumbre de ese aire, lo sacarán de su país de agua para entrar en máquinas, en imprenta. Treinta solitarias jornadas tardarán en gestarlo, etapa para él de aprendizaje sin agua, pero también momento en el que respirará con plena autonomía en Otromundo (es que me encanta ese neologismo de Gelman). Aquí vivirá su primera metamorfosis. Lo echaré a Mundar (de nuevo Gelman y sus neologismos) a finales de abril, mes de lluvias y bienes que no consentirá muerte alguna. ¿Cómo sobrevivir sin agua en nuestro mundo? En fin, espero que ese agua le venga dada de vuestras manos. En ellas, pues, cuando el mundo mayee.

Olifante lo salva de la quema, de una muerte en agua, un bello elefante en una selva negra. Tuvo que ser un elefante o cuerno de marfil, ¿qué más da? quien desterrara del agua a este pez para cubrirlo de esta tierra y este barro en el que habitan nuestros pies. Otra vida más allá de la periferia de mis manos. Tendré que maridar este pez con mi geometría fiel.

hay un pez en mi sexo
bestia crionizada de cuerpo típico
que se arrastra por mi légamo más interno
el nitrógeno quemó los meridianos
que antaño circundaron tu cuerpo,
y ahora, bestia helada,
quieres acordonar mi sexo

(El pez místico, Olifante 2009)