martes, 31 de marzo de 2009

La empática Giordani

Para alguien tan empático como yo (a veces el dolor de la carne ajena duele demasiado en la propia carne), resulta muy sencillo desenterrar con un único golpe de pala seres igual de empáticos a la hora de escribir. Ser capaz de ponerle nombre a situaciones o sentimientos vividos por otros, ser capaz de sangrar si te acercas a la orilla de este río rojo, a ser bombardeada ahora mismo a pesar de existir miles de kilómetros hasta aquel rincón donde en este mismo instante está cayendo la última bomba, a enterrarse con la piel del otro, a integrarse en su carne blanda, en su herida, dejarse caer en la barca de la vida del otro, probablemente a la deriva, entrar sin ojos en la casa del más débil, en la del dedicado de la dedicatoria, ése, ése ser manejable humanamente hablando, ése y no otro es el empático. El identificador físico y psíquico de su elegido doliente. Aquél que nunca se desentiende de la vida. Todo eso y más que desconozco podría ser Laura Giordani, cuya comprensión intelectual con la herida abierta que hay en el mundo es decidida y racional pero nunca forzada. Diestra en esta comunicación interpersonal, ella escribe con la víscera y el corazón abierto vigilantes desde la altura de la mesa, su mano sólo la horizontal arma que dispara, escribiendo lo que sus órganos verticales más internos le van dictando. Portavoz de los seres que sufren y por todo ello, mujer, a mis ojos, empática. Poeta que verbaliza, sin duda. Para mí sus letras son vertebrales, óseas, cargadas de palabras-dagas que te diseccionan por dentro, te cortan el espinazo. Ya lo dijo Emily Dickinson: Si tengo la sensación física de que me levantan la tapa de los sesos, sé que eso es poesía.

En una entrevista de Enrique Falcón a Laura Giordani, se dijeron algunas de estas sentencias.
Para esta poeta argentina el lenguaje poético es capaz de sacudir vivencias, de espabilar sensibilidades adormecidas, narcotizadas por un aluvión incesante de estímulos, de conmover la costra de la indiferencia


¿A dónde van a morir los pájaros,
sus pulmones calcinados de vuelo
por qué sumidero celeste o anti-nido se fugan,
desde dónde esa caída de estrella
discreta como la muerte?

Cielo y tierra se tocan porque existen ellos
trazando esas líneas invisibles
que unen la sangre al relámpago,
la garganta a la lluvia, las plegarias
de la madre al desastre inminente.

¿Qué ciudad de hormigas
reclama su sombra,
qué viento se lleva sus huesitos
blancos, naufragados en la altura
hasta hacerlos transparentes?

¿En qué momento de nuestra ceguera se desploman?
Laura Giordani

Sacado de uno de sus últimos trabajos, de sus últimas vivencias,
Sudestada (2008)

Rincón recomendable, por tanto esta gran escritora empática. Su poesía ya siempre es querida por mí porque es temblor y temor de ponerle nombre absolutamente a todo, hasta lo más innombrable. Conocerla fue un hallazgo que aún hoy me deja ese poso.

También forma parte en el espacio Dolmen de empatía ¿podría ser de otro modo?

*la imagen es de Dani Alarcón Tapia, visitad su web, es fantástica. Este dibujo empatiza tanto con este poema de Giordani... y lo encontré por casualidad, como a Giordani.

sábado, 28 de marzo de 2009

EnTintaDosinclusomás

Era la primera vez. La primera vez que una autora como yo leía sus propios versos. Llevo años escribiendo, tantos que ni recuerdo y no es tópico, pero aunque parezca increíble ayer fue la primera vez en la que una autora como yo, silenciosa, silenciada, aunque no por ello hosca o huraña, leyó sus propios versos. Siempre delego ese complicado acto aunque hoy reconozco como placentero, muy placentero en mi hermana, que es actriz y que además entiende al vuelo el exacto modo en el que yo antaño concebí un poema. Nadie me conoce como ella. Ninguna duda sobre dónde detenerse para que el público mastique unos versos que necesitan ser eso, masticados. Nadie como ella, bueno sí, S. que he descubierto también que me conoce profundamente y vocaliza tanto que la admiro. Y todo gracias al poso de un pasado que también le dejó una breve experiencia en el teatro.

Presentados por mi ya querido Chema Barredo, que sólo tuvo palabras hermosas para nosotros -poetas desnudos soltados en el ruedo-, José Naveiras, Mayte Sánchez Sempere y ésta que suscribe, o mejor dicho, que escribe, iniciamos así el ciclo de EnTintaDosinclusomás, una serie de recitales que irá presentando a los diferentes autores publicados por la Editorial Poesía eres tú.
De Chema ¿qué podría decir yo que él no sepa también de sí? que ya me permito el lujo de llamarle Chema, que es pura amabilidad, que es el eterno enamorado. Un profundo enamorado de la poesía, pero poesía con mayúsculas, que se desarma y quiere ser desarmado con las palabras y que nos desarma definitivamente con las suyas. Le agradezco de manera particular y desde esta ventanita las palabras con las que antecedió este ciclo. Sólo espero que su voz siga siendo aquélla que antecede la voz del poeta, la que le impulsa. El por qué de mucho. El por qué de muchos.

Inició Naveiras, por alto, lo cual agradecí. Reconocidísimo fotógrafo a mis ojos visuales, poeta recién descubierto a mis otros ojos más del alma, y siempre listo para entrar en acción. Un hombre-acto. Un hombre-apto. Un hombre-alto. Vamos, un todo terreno esparcido por esta vida, pero sobre todo, sobre todo, un hombre bueno y necesario como lo es un mendrugo de pan en una casa sostenida por los pilares del hambre, y por tanto, amorosamente compartido por toda la familia que conformamos el mundo.

En aquella primera vuelta, proseguí yo, tras unas palabras de Barredo que confieso me dejaron suspendida en una hoja balanceada por el rocío de la mañana y que acabaron desenterrando esa idea estúpida de posponer siempre y eternamente mi voz. En esa ronda sólo leí poemas de La geometría del vientre.




Y por último Mayte, que llenó de amor nuestros corazones, esas piedras rojas de este Mundo viejo que se descorcharon algún día cuando en alguna extraña hora se rompió en pedazos la Tierra. Ella es la esperanza. La reparadora. El hilo que cose la herida. Ella es la otra herida. La compensación a la realidad más cruda. La que equilibra la balanza más oscura. Le dedico esta cita de Schopenhauer: el amor es la compensación de la Muerte, su correlativo esencial. Gracias Mayte, siempre, por tu ¿pesimismo disfrazado conscientemente de optimismo?

En la segunda ronda Naveiras mezcló en su voz potente versos satíricos y otros más duros, yo proseguí en otra línea desde el sentimiento trágico de mi Pez místico y mis Tablas de carnicero y Mayte, bueno Mayte y su voz perdida recién recuperada volvió a hacer de las suyas equilibrando el tablero del Mundo para que sus fichitas, es decir, nosotros, no cayéramos una y otra vez al vacío, en el más puro escepticismo.

Era la primera vez (exceptuando la lectura esporádica de algún poema que se cayó en un despiste de mi propia boca) que yo leía más de tres poemas seguidos pero confieso, confieso que fue todo un disfrute de noche por todo eso que os cuento aquí arriba.

Mil gracias a los aplausos de la perrita de El Buscón, cuyo buen olfato la incitó a sentarse entre los árboles que para ella eran Naveiras y Barredo. Y por supuesto a Luis Sancho, ávido lector, seguro, y dueño de la Librería El Buscón, abierta desde hace unos 30 años en Prosperidad, hombre suicida por esto pero que finalmente ha conseguido pervivir después de tantos años como librero, aunque en un barrio con ese nombre no podría haber sido de otra manera, prósperamente, y que más tarde nos obsequió con el mejor regalo para un poeta, un libro de Felipe L. Aranguren, que ya promete, pues su primer poema está dedicado a Luis. Y, para quien no lo sepa, las dedicatorias de los poemas son tan importantes como el propio poema, ya que éste fue inicialmente disparado por aquel primero.

Rescato el poema Arena movediza, del libro de Felipe L. Aranguren Memoria del no poder

Somos una tendencia proclive a los pantanos
a cualquier lodazal no limpio e impoluto,
negación de lo blanco, lo neto, lo salubre,
como si la arboleda prohibiese ver el árbol
y los pasos movedizos inundasen la arena.

En este inmenso, vasto, devastado
circo romano donde el placer se anega
tan sólo queda sangre o rastro de esa sangre,
menudas gotas, migas. Jamás una certeza.

La venta de ambulantes amuletos,
la cartomancia, la mano atravesada de senderos,
el tarot de inigualada magia crédula,
la bola de cristal. Sobrevivimos de promesas.
Y siempre la vergüenza hundiéndose impotente
en el ahogo y la fusión de toda ciénaga.

Hoy S. se ha levantado a las 3.50 de la mañana entintada y tambaleada. Mi cuerpo, entintado y tambaleado a esa misma hora ha querido hacer de tabla vertical para su sostén y he acompañado su desequilibrio sin ojos hasta su viaje al trabajo. Ahora estoy aquí, haciendo una crónica a deshoras.

Gracias a Raquel y Andrea, rostros perdidos hace muchos años pero ayer recuperados.

* fotos de S.

viernes, 27 de marzo de 2009

Dos animales escénicos

Os presento a dos de mis actores preferidos. Os presento a otros dos animales, es cierto que no son animales poéticos pero son animales. Esta vez os presento a dos animales escénicos. Marta Ruiz de Viñaspre y Félix Fradejas, director del colectivo Ghetto 13/26.


Félix en una de las fotos a mí me recuerda a Daniel Day Lewis, en Gangs of New York y Marta a aquella joven mujer rusa llamada Ana, tantas veces prounciada en boca de Mastroniani en la tantas veces vista película Ojos negros. ¿A ver si tiene que ver que los quiero demasiado? No, no, no, mi comentario es totalmente imparcial. Los he visto actuar. Son pura selva y yo adoro la selva. ¿No veis qué explosión de color en la cara? pues a ello hay que sumarle la vida que tienen dentro. El movimiento que les da la vida. Sus voces. Pura selva.

miércoles, 25 de marzo de 2009

El naufragio de los lobos

Hoy he madrugado mucho, tanto como para que, tras preparar el desayuno conjunto y compartido con S. no he vuelto a la cama y eso, eso nos coloca en la temprana hora de las 4.50 de la madrugada. Hoy he madrugado mucho sí, pero quien más ha madrugado han sido mis ojos, mis hambrientos ojos naufragados. Tras conocer a Giordani y Borra el otro día, allá, en aguas del este, tras cruzar unas palabras transparentes de agua con Gómez y con Martínez, me ha entrado un hambre tan voraz, tan telúrica, que me hubiera tragado diez sólidos Jonases para plenar el vacío de mi vientre de ballena a pesar de ese desayuno compartido. Hoy he madrugado tanto que llevo desde casi esa hora comiendo Jonases como Falcón, Gómez, Giordani, Méndez Rubio, Borra, qué gran camada de animales poéticos. Qué manos. Qué profetas todos. Qué alimento para lobos naufragados. Cuando los leo, yo sencillamente, naufrago de mi banco de peces. ¿He de seguir escribiendo para continuar a flote? ¿seguir nadando? ¿para qué? ¿agua? ¿para qué? Prefiero ahogarme en sus proféticas manos. Sí, prefiero el naufragio. Prefiero este naufragio en tierra. Desescribir lo escrito. Prefiero abandonarme. Prefiero abandonarme en una acera. Abandonar el ojo y sujetar la mano. Prefiero el silencio del lobo a un aullido de peces. Prefiero ser lobo hambriento-casi muerto con ojo-sin mano en busca de ese alimento visual que hoy he descubierto en este oasis mío de peces y vacas. Hoy en mi desierto, he sentido que mis manos caducan al instante, pero no como un Jonás en un vientre de agua, porque un Jonás en un vientre de agua no caduca. Se inmortaliza. Todo pierde sentido ¿o quizá lo tome y no lo estoy viendo?

lunes, 23 de marzo de 2009

Recital EnTintaDos

Este viernes 27 a las 20.30 José Naveiras, Mayte Sánchez Sempere y esta ventanita que asoma a este Rascacielos leeremos poemas de nuestros libros junto a algunos otros inéditos. Presenta Chema Barredo. Los que estén cerca que entren.
Particularmente me gustaría no sólo leer poemas del último libro La geometría del vientre sino leeros mis antecedentes en poemas del libro anterior Ahora que el amor se me instala y adelantaros mi futuro con otros tantos del El pez místico y Tablas de carnicero. Recordad: Librería El Buscón, calle Cardenal Siliceo, 8, Madrid, a las 20.30 h. Metro más cercano creo que Prosperidad (salida Lopez de Hoyos).

* el cartel es de Mayte

El ecuador

He vuelto. Tras una semana de asueto mis manos van volviendo. Mis manos más silenciosas a cambio del lenguaje de mis pies que me han traído y me han llevado. Una semana acompañada de los pies de S. y cruzando desde el centro de España hacia la meseta y de ahí al este. Valencia. Las Fallas. Volvimos el sábado para no incluir el coche entre esas estadísticas de tráfico que salían en los telediarios del domingo. Volvimos el sábado pero el domingo quisimos alargar los días tirando nuestros cuerpos a un Retiro verde brillante. Días antes a estos viajes merecidos, algunas visitas con S. a urgencias, de momento sin importancia. Y también una visita mía por una fuerte crisis nerviosa donde mis manos-desmanos quisieron arrancar mi nuca de su sitio y ante la dureza con la que estaba plantada acabaron tan sólo astillando de huesos mi cuerpo. Y digo fuerte porque aún hoy siento que aquellos huesos que se estiraron de tensión siguen sin tener espacio dentro de mi acortado cuerpo. ¡Cómo preocupé a mi S.!

Un rápido recorrido: la sierra de Madrid donde fuimos a ver a mi hermana, el románico de Palencia, que visitamos S. y yo desde Valladolid y en compañía de mi madre. Las fallas de Valencia en otra escapada, la experiencia aquella misma tarde fallera de ver abierta como un pecado una de las puertas de la plaza de toros, y mover mis pasos hacia una sala blanca pero salpicada de sangre donde mis ojos curiosos y lujuriosos veían cómo una pandilla de matarifes separaban literalmente la cabeza del toro de la tarde de su ensangrentado cuerpo. Tengo que contarlo porque la curiosidad mató al gato que había en mí y me destrozó el alma, aunque otros músculos movieran mis pies hacia allí. La sangre descenciendo impúdica por aquel pasillo sin alma. El manto de la virgen que también arrancó lágrimas de mis siempre ateos ojos. La multitud reunida por un mismo asunto. Los sobrinos de S. que adoro cada minuto más. Su reciprocidad.

Los buñuelos que S. hizo en casa de su madre y que no tardamos en probar. Las paellas gigantes de su cuñado.


La luz de Valencia. La luz de la calle Sueca, donde cenamos. La luz de aquella otra calle muerta. Aquella muerte de toro, de nuevo. El poso de preocupación que quedó en mí ante aquella inercia mía curiosa y obscena. Un cuarteto de cuerda tocando cuadernos musicales que insistía para hacerme olvidar aquella muerte roja. La voz de S. queriendo arrancarme de aquella escena de muerte. El fuego. El olor a pólvora mojada, como diría S.


La materialización de un encuentro. La reunión con Laura Giordani y también con Arturo Borra. La ausencia de Víktor Gómez, aunque en cierto sentido presente. Largas conversaciones de pastelería y poesía. Mi voz leyendo poemas. La voz de S. hablando amorosamente de su oficio. Nuestros anfitriones regalándonos el sonido argentino desde sus gargantas. Las buenas noticias. Ay cuánta gastronomía aquella noche en la casa. Cuánta música de Satie y cuánta poesía. Trueques de libros. Y luego, cuánta música de S. sonando en el coche cuando conducía ella. Cuánta música mía cuando conducía yo.

La llegada.
Nuestro amanecer en el Retiro.

jueves, 12 de marzo de 2009

a-peces



a veces creo que basta mirar el agua fijamente
para saber que pertenecemos a ella



tengo flotando en mis ovarios
semillas de peces renacidos



de El pez místico (próxima publicación 2009)




miércoles, 11 de marzo de 2009

Pierre Coulibeuf

Una muestra de lo que vi ayer en La Casa Encendida. Acaba el 15. Aprovechad. Yo vi las tres videoinstalaciones. Sola. Completamente sola sentada en el suelo de una sala enorme sin sol. Fue magnífico. Pura y dura coreografía. Retratos experimentales. Arquitecturas imaginarias. Indeterminaciones.
A Magnetic Space, Delectatio morosa (Homenaje a Pierre Klossowski) y Somewhere in between,.

El siglo

¿Hace un siglo de aquello? ¿Hace un siglo de aquel atentado que sorprendió nuestra sorpresa? ¿De aquella mañana roja que inundó nuestros cerebros? ¿Hace un siglo de aquello? ¿Hace un siglo de aquella metralla explotando en la cara de todos nosotros? ¿Realmente fue hace un siglo? ¿Fue hace un siglo de aquella imagen que abrasó mis pupilas? ¿De aquella mujer anónima tranquila que yacía perfectamente sentada en un asiento de vagón, con un libro calcinado cogido amorososamente por su mano derecha mientras su izquierda, llena también de inesperadas brasas, sujetaba su barbilla recién amenecida, mientras ingenua y confiada se servía del reposa de la ventana? ¿Hace un siglo de los ojos de aquella mujer, también abrasados pero tan quietos que pareciera que ya nada sintieran, eterna mirada a través de una ventana? Para mí no, ni para nadie. No. Para mí fue ayer, es decir, hoy. Esa decir, mañana. Arrastramos días de imágenes, vidas rotas de seres exactamente igual a mí.

Siglo mío, bestia mía.
¿Quién podría contemplar tus pupilas
y juntar con su sangre
las vértebras de dos siglos?
La edificadora sangre mana
de la garganta de la tierra
y sólo el parásito tiembla
en el umbral de los nuevos días.

Cada animal debe arrastrar,
en vida, su espina dorsal.
Y una ola juega
con la columna invisible.
Como el tierno cartílago de un niño,
el siglo de la infancia de la tierra
de nuevo sacrificó, como a un cordero,
la plenitud de la vida.

Para liberar al siglo,
para comenzar un nuevo mundo,
hace falta unir con una flauta
los desiguales días de la rodilla.
Este siglo agita la ola
de la tristeza de las personas
y entre la hierba anida la víbora,
medida de este siglo de oro.

Aún brotarán del verdor los embriones
y crecerán los tallos,
pero tu espina está rota,
¡Mi bello y doloroso siglo!
Y con una sonrisa sin sentido
mirarás atrás, dulce y cruel,
como bestia en un tiempo flexible,
para contemplar la huella de tus garras.

El siglo - Ossip Mandelstam, 1922


Krishnamurti se ha mantenido años en mí. He tenido muchas mudanzas (de casas, no de ideas) pero le he llevado a todas las cabeceras de mis camas. Aún hoy, de vez en cuando, necesito tocar sus libros. Conozco exactamente dónde están situados siempre en mis estanterías, incluso en las recién mudadas. Iría con los ojos cerrados y después de haber sido mi cuerpo vapuleado y girado a oscuras. Hoy le necesitaré.

martes, 10 de marzo de 2009

El color antropofágico explota en Madrid

Ayer fue mi primer día de vacaciones. Eché mis vacas a un concurso y me fui temprano y con ciertas dudas hasta la Fundación Juan March. Allí me esperaba la soledad del salvajismo de Tarsila do Amaral. La artista caníbal de los colores fuertes, la artista hambrienta de las formas redondeadas de hombres y mujeres, de casitas, palmeras, barquitos y animales pintados con una ingenuidad calculada. Naturalezas exuberantes y sensuales.


Encontré en Minas los colores que me encantaban de niña. Me enseñaron después que eran feos y vulgares. Pero me vengué de la opresión y puse en mis cuadros azul purísimo, rosa violáceo, amarillo vivo, verde rutilante, escribió la artista geométrica y postcubistas. Y es que ya lo dijo la artista: El cubismo es el servicio militar del artista. Todo artista que quiera ser fuerte tiene que pasar por el cubismo...



Si os fijáis, Antropofagia, es una sorprendente síntesis de los dos cuadros anteriores. Dos en uno. Condensados. Mezclados.
Estuvo casada con Oswaldo de Andrade, uno de los grandes poetas latinoamericanos de la vanguardia. Es una conjunción de nombres donde la pereza solar no existe. Ambos estaban frenéticos de vida. Es innegable el mutuo deslumbramiento de esta pareja de pintura y poesía. En la poesía de Oswalde se percibe la marca visual de Tarsila del mismo modo que en la pintura de Tarsila la inconfundible presencia poética de Oswald, construyendo juntos una revolución a cuatro manos.
En fin, maravilloso día de color. Salí de allí y caminé y caminé y caminé. Casi una hora disfrutando del sol y de las calles claras de Madrid. Me reencontré a mí misma en una de esas calles y llegué a la Casa del Libro de Goya. ALlí, llena de sol compré el libro La chica que soñaba con una cerilla y un bidon de gasolina, un regalo para S. Lo cuento porque ya lo encontró ayer escondido entre la ropa. Saltaba como una niña.

* Cosas que me gustaría hacer estas mañanas de sol:
Ver las bellas durmientes del Prado (que seguro que está la Ophelia de Millais), ir a la Casa Encendida a ver videoinstalaciones de Pierre Coulibeuf, al Reina Sofía a ver las Dependencias de Eulalia Valldosera, hacer excursiones, incursiones, compras y descompras... Ir a finales de marzo a ver a Angélica Liddell, porque viene. Entre medias ir a Valencia. Volver. Pasear y luego pasear para contarlo todo. Y lo escribo para recordármelo, y por miedo a que me entre esa "pereza solar" que los mencionados arriba jamás sintieron. Ah y escribir y escribir mucho y preparar mi pez para su salto de agua.

soy un pensador
soy un pensador sin sesos
un pez-puta sin sexo
un pez-combate
una arruga sin mapa
un atlántico necio
una lavadora exaltada
un pez con traje limpio
un estrecho de mar en el barro
el endoesqueleto de un lucio
una carpa sin techo que canta al hueso
un descerebrado que está perdiendo el olor

El pez místico saldrá publicado en unos meses. ¡Qué ganas, mi pez!

lunes, 9 de marzo de 2009

Instrucciones para pensar

Ayer fue un día de sol abierto que sólo pedía ser pisado. Fuimos desde Cibeles hasta el Caixa Forum caminando, dejando que el inclinando rayo rozara nuestra piel rota por el frío. Queríamos rodearnos del bronce -menos frío- de Rodin.

En pocos minutos apareció antre nuestros ojos un Dante-poeta afectadísimo por todo lo que estaba viendo en las puertas del infierno. De gran altura como un dios, nos topamos así con El pensador más forzado al pensamiento de la historia. El cuerpo dantesco, tenso. Toda piel dantesca, convertida, incenciada, fundida en cerebro. Si te acercas y lo miras desde abajo, sientes las brasas descender desde sus sienes. Como si un mundo de ideas se deshiciera en este intento fuerte de pensar del poeta. Es eminentemente "acto de pensar". Todo el cuerpo destinado a eso "a pensar". Una actitud. Piel fundida junto a la roca. Mano a la mandíbula. Mandícula al cabello. Cabello al cerebro. Una sola pieza. Una sola idea. El marco perfecto para iniciar unas instrucciones para pensar.

En ese mísmo círculo rodesco, Los seis burgueses de Calais desfilaban delante de nuestros ojos ávidos, algunos con rumbo terco, otros indefensos y otros dudando, siempre dudando. Fueron aquellos que ofrecieron sus vidas para salvar a los habitantes de la sitiada Calais. Cada escultura pareciera una lenta procesión hacia una muerte segura. Cuatro de ellos hacen ademanes y toman un paso al frente, esto es, hacia la muerte, los otros dos permanecen tranquilos. Las figuras forman un grupo compacto, sin embargo permanecen libres entre ellos.

Están a tamaño natural y parecen enclaustradas dentro de sus trajes algunos y otros mostrando desproporcionadamente grandes manos y pies. De estos burgueses dijo el poeta Rilke: Los distintos personajes no se tocaban, se erigían unos al lado de otros como los últimos árboles de un bosque arrasado. Lo único que los unía era el aire, que participaba con ellos en el conjunto de un modo muy esencial.. Ay Rilke, siempre tan ajustado. Desconocía que fuera secretario de Rodin. El enlace me emocionó, por supuesto.

Los ademanes de este sexteto realmente forman un pausado movimiento rotatorio dentro de la escultura, de nuevo la muerte. Estos no se comunican entre sí pero cada rostro refleja rasgos individuales y sentimientos como la angustia (Andrieu d'Andres, que sujeta entre sus grandes manos la cabeza ante la desesperación que se avecina), negación(Jean d'Aire, con todo el peso de la llave que debe entregar al rey de Inglaterra), incertidumbre (Jean de Fiennes, que en gesto de manos y brazos abiertas se pregunta cuál será su cruel destino), decisión (el inclinado Eustache de Saint Pierre, que siendo el mayor de todos, avanza terco hacia el destino desconocido, y Pierre de Wissant, también decidido a todo camino inexcrutable), o incertidumbre donde el hermano de este último, Jacques de Wissant, duda sobre este mismo destino de muerte.

Rodin expresa con realismo a seis hombres que han sobrevivido un sitio de un año y que ahora dan su primer paso hacia la muerte. Algunos se inclinan, otros se toman la cabeza, todos dudan.
Una secuencia de imágenes donde los hombres individualmente parecen tomar aisladamente su decisión. Todo un espectro de pensamientos, sentimientos y decisiones.



Esta otra soy yo haciendo el payaso, claro. Una payasa de vacaciones. En fin, que fue un buen día, aunque acabamos en urgencias. Nada importante de momento. Vigilantes, si acaso.

* fotos de S.

sábado, 7 de marzo de 2009

la capital de la poesía

Ayer volvió a ser un día duro en el trabajo pero finalmente me dieron vacaciones este mes, así que S. que descansaba desde el jueves tarde y yo, que necesitaba sitiar mi cabeza de poesía y despejarla de otras nubes, nos fuimos al Ateneo a la presentación de la Antología de Poesía Capital que publicaba Sial Ediciones y bajo la mirada de Pepe Ramos. Curiosamente Estel Julià, venía a Madrid, así que intercambiamos teléfonos (sólo los números...) a través de rápidos emails y nos vimos allí. Llegamos algo tarde por lo que no pudimos charlar más tiempo antes del comienzo de la presentación. Nos pareció encantadora. Me trajo un regalo que hoy y desde aquí le agradezco infinitamente, porque es eminentemente ella, y charlamos, no mucho más tranquilas después de la presentación. Le prometimos llamarla en nuestra visita a Valencia a mediados de mes -Viktor, si estás por ahí, decirte que iremos más días-. En fin, que no tardamos en venirnos a casa. Hoy S. se levantaba a las 4 de la mañana para construir dulces en el cielo de nuestras bocas y bastante que acompañó mis pasos hasta aquel lugar, mi dulce diseñadora noctámbula...
En la antología volví a poner rostros a manos que ya conocía. En estos mundos que corren una por lo visto empieza a poner rostro a unas manos para después ubicarlas a una cabeza y no al revés. La nueva era, supongo. En fin, que puse rostro a Esther Muntañola, que me reconoció enseguida ante mi sorpresa cuando se lanzó a saludarme y que considero una iniciadora de todo acto relacionado con la poesía, ya que sólo mirándola una se da cuenta de la música que lleva dentro. Escuché estupefacta a la intensa Bárbara Butragueño, que es como una niña que juega con una granada en la mano en una guerra ajena de soldados desarmados. Pero no como esa fruta del granado apreciada porque cura las gargantas rotas, no, sino como ese proyectil hueco lleno de explosivos inflamables que nos explota en la cara destrozando las gargantas que antaño curábamos con granadas. Pura inocencia incipiente -engañosa- a punto de explosionarnos en la cara no, explosionándonos en la cara. Leyó un par de poemas que me pinzaron por dentro y así se lo dije más tarde. Vimos a Oscar Martín Centeno, que tiene que estar agotado de escuchar la maravillosa voz que nos regala, -me he prometido no volver a repetirlo-, a Aurora Pîntado, con la que coincídí hace siglos en la Fundación Rafael Alberti y que me gustó recuperar ayer aunque fuera por unos minutos... Y a una Cecilia Quílez de la que desconocía manos y rostro pero que tampoco defraudó. Volvimos a casa contentas aunque un poco más magulladas. Las puertas del Ateneo son asesinas y cuando una menos se lo espera se encajan en las orillas de tu cuerpo zarandeántoe las ideas que de allí te llevas, devolviéndote sin más a la realidad de la calle...

Y desde este rascacielos lanzo al aire dos granadas bárbaras de Bárbara

grana-uno

Nadie nunca me enseñó a llorar
y sin embargo parece que el llanto me perteneciera
[que mi cuerpo fuera el único epílogo posible


Es cierto.
He visto pájaros incendiados
sobrevolarme en círculos
y he llorado
círculos concéntricos de luz
y he llorado,
sin oficio ni escuela
ni técnica
ni pretensión alguna
cómo aceptar esta estúpida vocación de llanto
este oscuro animal que me nace y me grita y me exige
………………… si aún no he sentido la sangre de otro
………………… agitarse entre mis dedos
las manos desplegadas de los muertos
las madres ardiendo
los proyectiles
……………. no hay excusa

sólo queda el artificio
la farsa
un harapo sobre otro harapo
algo intermedio entre la sed y mi cuerpo
……………. oscuros animales ardiendo sobre la luz

y yo, agitando las cuerdas con desmayo, extrayendo
sangre de su roce con el viento para que
he aquí de nuevo el llanto
he aquí de nuevo el triste e insípido llanto
de quien nace para narrar el dolor
sin tener dolor que narrar
………………blasfemia


grana-dos

hay hombres haciendo cola para morir en mi cuerpo
niños con botellas ardiendo
barricadas

*lo que suena es Joselyn Pook, que ahora que la recupero, me trae a la memoria alguna que otra nota de Dead can dance.

viernes, 6 de marzo de 2009

vac-dos

propongo abrir tu cuerpo
para descorrer la válvula de la sensación
y en ese viaje ver sólo carne
nada de formas tras la cortina corrida
simplemente masa informe
mientras la muerte otorga a tu carne
el peso de la piel de un dinosaurio
propongo rescatar del abismo
el hueso de la melancolía
el despiece del esqueleto
sé que aún queda mucho por roer
-hay tanta carne en la arista-
propongo abrir tu cuerpo
hasta que se tuerzan
mis otros huesos
los más físicos

jueves, 5 de marzo de 2009

nombres geométricos

Debería creer mucho más en mí, como el que cree en los posos del café. Como el que cree en un dios inventado. Debería creer más en mis letras. Sólo creo en ellas mientras las escribo. En cuanto el tiempo las va enterrando, yo me enterraría con ellas. En fin, que debería hablar maravillas de mi geometría pero es tan antigua a mis ojos que las enterraría bajo el lodo. Sé que esto no gustará a mi editor, que confió en mí y espero aún lo haga, pero lo confieso. Confieso la caducidad de mis manos. Su deslealtad. Son ingratas con sus vástagos en cuanto son paridos. Es un sentimiento interior que no me paraliza pero que está ahí. Debería insistiros a todos que comprárais el libro (aquí os insisto). Que es fantástico su lenguaje, legible y profundamente emotivo. Debería insistir e insistir en este libro para que bailen ejemplares en manos de otros. Pero confieso mi limitación interior para ello. De los libros anteriores a éste nada me enorgullece. Nada. Tan sólo salvo de la quema un puñado de poemas. De la geometría me enorgullecen sus dibujos interiores y como no, el que encabeza la cubierta. Si no hubiera sido por ellos, a estas alturas también me quedaría sólo con eso, un puñado de poemas que llevarme a la boca.
El otro día S. me abrió los ojos, literariamente hablando. Hacía un repaso rápido de mis libros. S. es toda una observadora. Ni yo misma me habría dado cuenta en mil años. Habló de mi trayectoria. Supongo que se explayó en su teoría para zafarme de una vez por todas de esa caducidad de mis manos, para enlazar mis últimos trabajos con los más antiguos. Para hacerme ver, para hacerme ver que si nunca hubiera escrito aquel mar de suicidas, seguidos de tantos otros, jamás, jamás habría llegado a escribir sobre una tabla de carnicero. Para que no queme a esos hermanos geométricos porue me quemaría con ellos. Quizá para eso, para arrancarme de raíz aquella fatídica idea mía que parece nació junto a mi costado, de querer matar siempre esa familia de letras. De sentir cierta deshonra con mis anteriores trabajos y querer desheredarlos. S. lanzaría un cubo de agua a esa pira que yo construiría con estas mismas manos que crearon antaño y salvar mis libros. En su exposición, toda una tesina sociológica, resumió que literariamente, soy concéntrica. Circular. Un ciclo que se inicia y que acaba y que vuelve a iniciarse para volver a llegar al final y así sucesivamente. Me habló en primer lugar de El mar de los suicidas. Un libro oscuro escrito hace mil años, donde la muerte y las preopaciones más humanas movían aleatoriamente mi mano. Un libro sin dedicatoria explícita. Un libro del mundo. Más tarde mencionó Desvaríos Subterráneos. Igualmente nada explícito, donde no había ningún rostro sobre el que escribir largamente. Un mar de suicidas suavizado, quizá para involucrarme en algo nuevo, un rostro, un amor. El siguiente libro, Ahora que el amor se me instala, un libro totalmente explícito, un amor que llega y se instala, y no tarda en perderse en otro mar de suicidas y donde por lo tanto, rezuma también superficialmente la muerte, y rezuma porque siempre está ahí pero no es eso de lo que allí se habla.
Más tarde, La geometría del vientre, que presenámos el mes pasado, un libro dedicado, con rostro, con miles de rostros, lenguajes suaves, y vientres concéntricos donde también existe la muerte, porque siempre va con uno y nos conquista cuando perdemos la sombra bajo el sol inclinado. Continuó mencionando mientras yo la miraba atónita El pez místico, un preámbulo de lo que vendría después. Un libro de nuevo sin rostro, (aquí empieza la exposición concéntrica de S.) sin dedicatoria alguna, o sí, pero de nuevo donde la muerte leve, muy levemente hace acto de presencia para ver nacer, de nuevo e impulsar con esa fuerza antigua pero a la inversa el último trabajo que hasta hoy, y según esta tesis de S., cierra mi círculo de muerte y vida Tablas de carnicero, algo que yo considero rotundamente diferente a todo lo anterior. Todo un giro en mi vida. Pero que gracias a S. consigo entender y enlazar este huérfano trabajo a aquel primer mar de los suicidas. S. es fantástica examinando. Resumió diciéndome que cuando no escribo directamente sobre algo-alguien soy más yo. Soy más pura. Más pura en el sentido de que no hay nada que distraiga mis manos. Son mis épocas interiores donde me voy conviviendo conmigo misma. Mis dos extremos más duros, más crueles, por tanto, El mar de los suicidas y Tablas de carnicero. Que el resto han sido influencia de lo vivido, de lo experimentado. Mis libros dedicados, mis experimentaciones en los que escribo lo que veo. Y mis manos-esponja logran situarse en el papel de un protagonista de serie. Y como dice Naveiras y ahí creo que no se equivoca, consigo instalarme en el cerebro del lector tras pasar la vista por las palabras escritas.. Y es cierto como este frío prometido. Tantos como posibilidades veo, y la muerte de nueve surge como renovadora de la misma vida entremezcladas simbólicamente con mis experiencias vividas.

Gracias S.

Gracias Jose Naveiras


Gracias Sonia Fides

Mis manos agradecen vuestras palabras. Todas. Hoy creo un poco más en mí, porque alguien más cree. ¿Seremos un holograma? ¿Soy alto porque tú me crees alto, como diría Ángel González? Sí, deberíamos ser un holograma.

miércoles, 4 de marzo de 2009

¿la casualidad existe?

Trabajo en un edificio con aproximadamente 600 trabajadores. No todos pertenecen al mismo sello editorial, eso sería grotesco, pero cuando cada cual enciende su ordenador puede acceder a la música que cada otro -de entre esos 600- que ya haya encendido su máquina quiera compartir con aquel que encendió primero. Yo comparto mi música, pero R. una compañera, a las 7 de la mañana no se atreve -y me lo confiesa- a escuchar "mi música". Me dice que el sueño la vencería, irremediablemente. Ayer me conecté a S. un compañero del que ya he hablado por aquí en alguna ocasión, y con el que cruzo unas palabras cuando nos encontramos en busca de un café que sí despereza, mucho más que la música. En fin, que he descubierto otro de esos acontecimientos que hacen que me aparte de "lo mío", esa música a la que se refería mi compañera R. Cat Power. Al principio desconocía si era hombre o mujer. Hasta ahí llegaba mi desconocimiento. No sé si es o no conocida pero a mí la primera canción que sonó The Greatest, me agarró por dentro, y cuando algo me agarra, cuando algo me agarra, no me dejo des-agarrar. Más tarde, y ante mi emoción prematura, investigué algo más. Bueno, que era mujer, que era guitarra, que era café solo y que era voz, para aquellos que no la conozcan. Leí también que puede ser incluida dentro del country alternativo, aunque, especialmente minimalista, se ha caracterizado por explorar muchos géneros y estilos a través de, por lo visto, su ya larga carrera. Mi compañero la tenía catalogada en el iTunes como música indie. Tengo que pedirle a mi amigo que me grabe un disco y que no lo termine nunca. iTunes, youTube, madre mía ¿habría que redactar otro diccionario alternativo para este nuevo mundo? Es toda una experiencia, y su voz consigue un sonido que relaja cualquier sentido alterado llevándote a otro exterior magnifico. Esta semana en el trabajo está siendo algo dura así que me alegra este encuentro. Gracias S. (otro S.)
Entonces llega la casualidad, justo hoy, después de mi tantas veces escuchado tema, leo que es uno de los temas de una de la última pelicula, My Blueberry Nights, que me persigue desde que sé que es del director de 2046 y de In the mood for love. Por supuesto en el infinito youTube acabo de encontrar esto. Casi lloro cuando sonó esta canción junto a unas imágenes aún no vistas pero que hoy sin falta veremos. Con más ojos. Con más oídos. Es más, íbamos a ver ayer que ya la tenía en casa pero nos decidimos por Revolutionary Road (porque a mí Kate Winslet me encanta desde que vi una de sus primeras propuestas, la grotesca Criaturas celestiales. EN fin, que fue esta misma canción, ésta y no otra, la que yo había estado escuchando ayer, tan sólo unas horas antes repetidamente. Una y otra vez. Una y otra vez. Con un "Repeat one" activado, para relajar mis músculos y poder seguir trabajando en esta semana rara. ¿Las casualidades existen? Milan Kundera decía que no pero yo me resisto a pensarlo. Me resisto.
¿Por qué me llevarán mis manos allá donde no esperan? ¿Por qué no mucho más tarde me llevan a otro lado perfectamente relacionado con el primero? ¿Por qué ayer me decidí a pinchar sobre la música de mi compañero S. sobre este The Greatest y no otro? ¿Por qué tenía programado ver hoy, como haré sin falta, My Blueberry Nights? ¿Por qué ayer I. otra compañera, trajo su disco duro con películas para intercambiar con tres obras maestras de Truffautt que llevé yo (Los 400 golpes, Jules et Jim y Farenhait 451)? ¿Por qué traía esa película, justo ésa, aquella que llevamos semanas queriendo ver mi S. y yo? ¿Por qué lleva esa música? ¿Justo esta canción que creo que me sé de memoria? ¿Es todo esto un cúmulo de casualidades que han sucedido en tan sólo unas horas? Yo creo que no. ¿O es que Kundera tiene razón, la casualidad no existe porque casual es toda aquella combinación de circunstancias que no se pueden prever y éstas de las que yo hablo parecen estar escritas juntas, apoyándose? ¿Será eso? ¿que anhelo profundamente que todo, todo en este mundo esté interrelacionado de antemano?




Once I wanted to be the greatest
No wind or waterfall
could STALL me
And then came the
rush of the flood
The stars at night
turned DEEP to dust

Melt me down
into big black armour
Leave no trace
Of grace
Just in your honor
Lower me down
TO CULPRIT SOUTH
Make 'EM WASH A SPACE IN TOWN
FOR THE LEAD
AND THE DREGS OF MY BED
I'VE BEEN SLEEPING
[Más Letras en es.mp3lyrics.org/A95]
Lower me down
PIN ME IN
Secure the grounds
For the later parade

Once I wanted to be the greatest
TWO FISTS OF SOLID ROCK
WITH BRAINS THAT COULD EXPLAIN
Any feeling
Lower me down
PIN ME IN
Secure the grounds
FOR THE LEAD
AND THE DREGS OF MY BED
I'VE BEEN SLEEPING
For the later parade

Once I wanted to be the greatest
No wind or water fall
could STALL me
And then came the
rush of the flood
The stars at night
turned DEEP to dust

Traducción:

Hubo un tiempo en que yo quería ser la mejor.
No había viento ni cascadas que pudieran detenerme.
Pero entonces llegaban las riadas.
Las estrellas, por la noche, se convierten en polvo.

Y me fundo
en un gran armadura negra.
Sin rastro alguno
de gracia,
tan sólo, en tu honor,
me voy
hacia el sur, culpable de mi existencia.
Obligándoles a dejar
un hueco en la ciudad
para todo lo bueno y lo malo que cabe en mi cama.
He estado durmiendo.
Bajarme de las nubes.
Sujetarme.
Asegurarlo todo,
para el desfile final.

Hubo un tiempo en que quería ser la mejor.
Dos duros puños de sólida roca
con cerebro suficiente para explicar
cualquier sentimiento.

Sujetarme.
Asegurarlo todo,
para el desfile final.
Para lo bueno y lo malo que cabe en mi cama.
He estado durmiendo
hasta el desfile final.

Hubo un tiempo en que yo quería ser la mejor.
No había viento ni cascadas que pudieran detenerme.
Pero entonces llegaban las riadas.
Las estrellas, por la noche, se convierten en polvo.

martes, 3 de marzo de 2009

vac-uno

dicen que el cuerpo de la res cuando pasta
se alinea en la misma dirección
que los campos magnéticos de la Tierra
¡qué magnética es una vaca!


soy una vaca
soy una vaca porque un corazón de orca
ha sitiado mi cuerpo izquierdo
allí, junto al vicio de los huesos muertos
que son las costillas del hambre y el sexo

domingo, 1 de marzo de 2009

Trío de ases

Hoy he madrugado. Me ha despertado una lluvia lenta acompañada de una nana nerviosa de gato. Llueve en el centro de Madrid. Llueve en el epicentro mismo de la larga calle Alcalá. De repente el frío ha sitiado mis tendones. He vuelto a oler a invierno. Un invierno temporal de quizá días, el mismo invierno en el que entro cuando S. se va a trabajar y yo me quedo sin esquinas. Es más, he mirado al cielo una vez echada la mirada a esta calle casi desierta por la hora, y creo que esa lluvia persistirá. Es cierto que tras largos días de sol y de luz, que yo adoro, la lluvia me regenera trayéndome mis ideas más inciertas. Probablemente hoy, antes de que S. llegue del trabajo, siga escuchando llover sobre este jardín nunca desértico de hombres-gato que se adoran y a la vez pelean por un trocito de comida. P. está algo nervioso, así que entiendo que entiende la persistente lluvia, que yo acepto. Él también la acepta con su pelo casi anciano erizado.

¿Soy una fundamentalista cuando escucho música? A veces pienso que sí, aunque siempre estoy dispuesta a nuevos descubrimientos, retomo mis más antiguas
Schöenberg, Gorecki y Shostakovich. Hoy me ha dado por ahí. Hay muchos más a los que soy fiel pero estos son tan fundamentales dentro de mi cabeza... y tienen tanta relación mis elecciones musicales cuando el tiempo exterior se marida con mi tiempo interior...

Tres veces siete poemas melodramáticos de Pierrot Lunaire, conocido comúnmente como Pierrot Lunaire, Op. 21, es un ciclo de canciones compuesto durante la época "atonal" de Schöenberg y basados en el título de Albert Giraud.
Es pura contradicción como contradictorias son las voces propuestas de una misma garganta. Pierrot es héroe pero también tonto, incluso su papel masculino es cantado por una mujer que alterna entre la primera y tercera persona. Poseen por ello tantos colores tonales como sexos.
Inspirado en el ambiente cabaretero vienés, en el primer poema Pierrot canta al amor, el sexo y la religión; en el segundo, sobre la violencia, el asesinato y la blasfemia; y en el tercero regresa a su hogar con su pasado acechando.
He leído que Schöenberg, fascinado por la numerología, hizo un uso extensivo de motivos de siete notas a lo largo de la obra, mientras que el ensamble Pierrot consta de siete miembros (incluyendo el director). La pieza es su opus 21, contiene 21 poemas melodramáticos y fue comenzada el 12 de marzo de 19-12. Que otros números clave son el tres y el trece ya que cada poema consiste de trece líneas mientras que la primera línea de cada poema aparece tres veces.

La soprano canta los poemas en el estilo Sprechstimme, (mezcla de canción hablada y voz hablada) que debe de ser una técnica vocal donde el equilibrio se consigue entre el cantar y el hablar y a que a mí me encanta.



La Sinfonía de las lamentaciones, o Sinfonía 3 de Henryk Gorecki es una evocación de la relación entre una madre y su hija. Tembién se ha descrito la sinfonía como un homenaje a las víctimas de los nazis en Polonia durante el Holocausto, especialmente a la luz de los textos. La Sinfonía n.º 3 no trata de la guerra, es una simple sinfonía de lamentaciones y la traigo aquí porque en el Hamlet de Pandur que fuimos a ver el otro día, el epílogo de la obra llevaba esta maravillosa música tan reconocible. Escucharla a todo volumen en enorme sala que proponía el Matadero (lugar al que volveré sin duda para pisar su sangre antigua), fue realmente emocionante.



Y por último si alguien a estas alturas aún ha podido con todo, la maravillosa Sinfonía 8 de Shostakovich. Monumental. Una sinfonía de guerra. Integral. Oscura y censurada por las autoridades. Una sinfonía que te explota en la cara. Sólida. Enérgica. Inquietante. Pero a la vez fresca. Considerado conspirativo en sus composiciones se elucubraba sobre si casi cada corchea Shostakovichesca tenía un significado político. Más tarde Shostakóvich junto a nombres como Prokofiev, el silencioso, o Khachaturian, fueron condenados por "desviaciones formalistas", prohibiéndose sus composiciones.



¨*En el mp3 que llevo a diario al trabajo sigo en Johannsson mezclada.