martes, 29 de mayo de 2007

Manzanas

Hoy he soñado que estabábamos en un mar desconocido, hacía calor y yo me distraía al sol en una hamaca que no era mía. Parece un sueño muy usual pero esta imagen no es la que llamó mi atención cuando desperté. En el sueño yo ordenaba mi bolso como si fuera algo realmente importante. Ni siquiera me llamó la atención que estuviera lleno de fruta fresca, era como si siempre hubiera llevado en el bolso fruta. La fruta que más abundaba en esa bolsa sin fondo era la manzana. Las había rojas, golden, reinetas, todas perfectas. No existía la madurez en ningua de ellas, eran firmes y frescas. Ni una sóla mácula en su piel, su piel no tenía ni una sola mancha que tan irregulares las dibuja, algo muy normal en el mundo real de las manzanas. Recuerdo que había muchas manzanas en el bolso y fui colocándolas en una bolsita de plástico alargada y estrecha, perfecta para ir alineando mis manzanas como si fueran ideas. Aparté una, la más preciosa, era roja y brillaba como el sol brillaba en mis muslos. No recuerdo si llegué a morderla, pero sólo de pensarlo, me entran ganas de cantar. No sé qué significa. No sé si son símbolos de prosperidad o fertilidad (lo dudo), pero la sensación fue maravillosa. Este es mi homenaje a esa manzana abandonada de la imagen.

lunes, 28 de mayo de 2007

El último ángel


Sábado 26 de mayo, 11.30 h
Espectáculo Ghetto 13/26. "El último ángel"
Festival Internacional de Teatro de Calle de Valladolid.
Sí, ya lo estableció Einstein, "El tiempo junto a otros elementos lo relativiza todo". Todo menos que un público descarado saliera por una puerta en plena función y ante los ojos del objetivo de un cámara que grababa el espectáculo en ese punto. Una puerta que formaba casi parte del escenario, un escenario nada apropiado, con la mitad de asientos prometidos, y con el agravante de que el colectivo exigió unas gradas para facilitar la visibilidad de este espectáculo, condición, repito, indispensable. En cuanto a los técnicos de sonido, qué decir, aparecieron y lo sé de buena mano, tan sólo un par de horas antes de la función, y con sonidos desajustados dieron el ok al espectáculo. En fin, que si Einstein hubiera puesto sobre la mesa estos tres elementos, "público, sonido y visibilidad", tres propuestas nada artísticas, se hubiera dado cuenta de que el resultado es una mera aunque determinante consecuencia. Yo tuve oportunidad de ver el espectáculo de Ghetto 13/26 "El último ángel" en dos ocasiones. La primera de ellas fue en el Festival de Escena Abierta de Burgos, donde el espacio, las condiciones técnicas y el público eran óptimos, como siempre habría de ser en estos festivales. La segunda vez lo vi en la Sala Ambigú, donde estos mismos elementos se aunaban a favor del arte y la propuesta. Pero esta vez, fue diferente, diferente en tan sólo tres puntos que con anterioridad ya he definido: las condiciones técnicas, el espacio y en el público, tres propuestas de lo más inoportunas. A la actriz se le debería de haber roto la voz desparramándose por aquello que algunos llamaban escenario, chocando con los objetos de la esconografía; a la bailarina se le deberían haber descolgado los huesos que la sujetaban ante el bochornoso "espectáculo" de ver con los ojos de la espalda y en una sala repito, totalmente inapropiada, cómo un público irrespetuoso salía sin ningún cuidado del espacio. Pero no, la una siguió con voz de tierra, una voz limpia que no chocaba contra ningún objeto y la otra descargaba sus huesos en un baile, ajena a ese "otro espectáculo" como si anidara el demonio en su médula. Pero señores, sí, el demonio iba saliendo por la puerta una y otra vez, una puerta descarada que consentía una luz igualmente descarada.
Y sí, hubo el sábado y en esa matinal hora tres propuestas artísticas: un programa de radio con voces de gente real, a través de piezas compuestas y realizadas por la actriz Marta Ruiz de Viñaspre; una coreógrafa-bailarina, Eva Simón, que intervenía en el espacio, por llamarlo de alguna manera, las voces y la música, con unos movimientos corporales de vértigo y un dj, Félix Fradejas, que creaba espacios sonoros (de nuevo, espacios, por llamarlo de alguna manera) y proponiendo imágenes de videoarte. La cualidad de inconexo y frío de estas tres propuestas, no fueron precisamente las propuestas propiamente dichas, sino todos esos otros elementos a los que aludió antaño Einstein y que por supuesto determinan un espectáculo. Lo que quiero decir, es que si el espectáculo ya se ha estrenado y representado un par de veces y con un éxito evidente, y en esta ocasión ha provocado "desbandada" como escribían aquí, es sencillamente porque otras tres propuestas hicieron mella. Sí, una triple propuesta NO artística, más bien grotescas: la propuesta de unos técnicos de sonido, de la organización o no sé quién, que se negó a colocar gradas y por supuesto, la propuesta del público, tres propuestas totalmente frías e inconexas, no lo duden. El único error del colectivo: no suspender la función, pero yo supongo que los compromisos fueron otro elemento a tener en cuenta.

viernes, 25 de mayo de 2007

Desde el instinto


El cielo es un paraíso incierto. De todas las impresiones humanas es el que mejor nos sume en un silencio repentino pero concertado. Un paraíso donde el hueso triste de la muerte ya no existe. El que riega los pensamientos y lava los hallazgos de las ideas. Este cielo que arrastramos hace días es todo un confidente, un refugio, un desquite del espíritu. Este gris mercurio que se ha vuelto infinito nos libera de coacciones extrañas. Hace que nos mantengamos al margen, nos retira a un mundo completamente personal, un mundo de amistades, de ensueños, de música. Este cielo que nos sigue sin una sola mancha azul es el eje de la retina que persigue el sueño azul de su ángel adormecido. Este cielo mutilado, cercenado por las edificaciones temporales de las nubes, este cielo prehistórico y sus aires feroces que se dedica a nuestros nervios y su viento se pasea entre las ramas de los cabellos... este cielo nos sigue. A veces creo que sólo desde el instinto se puede ver el cielo.

jueves, 24 de mayo de 2007

Solas

A veces sólo necesito escribir de seguido, para salir de mí y reencontrarme conmigo, esa con la que confluyo tan a menudo y que a veces ni me escucha. Hacer sólo eso, y en ese intento dejar de homenajear por ejemplo a la soledad maciza que en algún momento del pasado inmediato nos arrastra al mundo. Escribir desde aquellos confines de nuestra propia ausencia. Adiestrar mi puño y escribir en otra dirección. Escribir a la ira antigua de vivir en aquel madrid inventado pero que hoy descubro azul por mi nueva compañía. Cuando pienso en aquel madrid a solas, a veces siento como si estuviera abierta como una herida, con una piel tan blanda que pudiera en cualquier momento caerme de mis propias manos… Pero qué decir de este Madrid de ahora que me destapa acompañada y me delata en una inventada y casi adorada casa... Un Madrid que deja atrás un cielo gris mercurio y muchas lluvias. Yo recuerdo que Madrid a solas era como una hiedra hambrienta que parecía dormir pero estaba despierta y que ascendía sibilina por mis tobillos hasta alcanzar las ingles, aquellas descansadas y confiadas, las nuevas asaltadas. Y de ahí prosiguía su viaje hacia mi escueto cuello, siempre limpio de hojas secas para alimentarla. Recuerdo que Madrid a solas me regalaba un dolor quieto por nada y un miedo de siempre a quedarme lejos… Pero ahora, ahora no estoy sola.
* SOLAS Reunion: A decade of Solas: Banda norteamericana celta (que significa LUZ en gaélico), Otro hallazgo, unas de las bandas irlandesas más prestigiosas, emergentes, populares...

miércoles, 23 de mayo de 2007

Contagiándonos de lentitud


Ayer llovió en nuestro jardín particular, nuestro parque dormido, pequeño reducto de ideas recién plantadas. Y cuando llueve en ese rincón, y antes de que el aire se oscurezca, cientos de paseantes acarician las hojas por las que viajan sus panzas en busca de algo mas de vida. Sólo con ver a uno de esta curiosa especie y de prehistórica casa, basta para contagiarnos de lentitud.

* la foto es nuestra

El olor de la tierra

Esta mañana, el olor de la tierra ha sido como el tararear de aquellos pasos olvidados de la infancia. Unos pasos que ahora se cruzan en unas calles distintas, con unos árboles distintos y unas fachadas también distintas… Son mañanas que llegan con distintas sombras y secretos, distintas ventanas. Hasta las macetas con plantas que cuelgan de los balcones de esta ciudad mojada son hoy distintas. Su atmósfera es contradictoriamente más pura -menos luz, menos ruidos, menos sol- donde todo huele remotamente a humedad antigua. Ha entrado el viento y ceñir con flacos brazos la cintura de este paisaje nos llevará todo mayo.
* Dibujo de Chagall. Sobrevolando la ciudad

martes, 22 de mayo de 2007

Lo que hay debajo

Las personas deberíamos mirarnos con los ojos que hay dentro de los ojos. Los ojos primeros que se abren si los otros se cierran, aquellos cansados expuestos siempre a la intemperie. Seguirnos con aquellos ojos y si éstos no alcanzan, hacerlo entonces con los intuitivos, más del alma. Las personas también deberíamos tocarnos con el tacto que hay justo debajo de los dedos primeros, aquellos desgastados que tanto se ven y tanto tocan. Tocarnos en la carne del aire que nadie aún ha palpado, sencillamente incólume, porque no se ve, porque no se toca. Las personas deberíamos acortar distancias oyéndonos sin palabras, compartiendo los lenguajes, desde la voz pura que hay debajo de la voz diaria y rota. La voz limpia que no se escucha, la que puede decir incluso lo que no hay que decir, pero sin palabras, ya que lo que nunca se dice está enterrado dentro de nosotros, justo debajo de esos ojos, de esos dedos, de esas voces tan primarias, tan ajadas. Me imagino que uno siente algo parecido a la libertad cuando consigue ver todo lo que hay debajo…

El síndrome de Verlaine

Escribo para no caer bajo el síndrome de mi querido Verlaine: “Il pleure dans mon coeur comme il pleut sur la ville..”, llora en mi corazón como llueve sobre la ciudad... Sólo escribiendo me omito, y anulo con ello a la lluvia que me viste, escribo a otro oído, hacia otro lado, para que haga algún bien a una vida, porque es un ejercicio conveniente cuando no me leo. Y mi mano no es triste, es tranquila. Por eso cuelgo en los ángulos de mis codos palabras como péndulos que no requieren respuesta, por eso busco que las palabras se sucedan lentas de esos codos a estas manos como agua fresca que cae en un sueño y cura, porque sólo así me afirmo y me sostengo, y porque de este modo la luz de mi lenguaje cae en otra vida y ello me cubre como una música leve. Además, así no temo al próximo invierno que subiría por mí como la enamorada del viento, como decía Pizarnik, y mientras, yo espero y espero a que mi lenguaje vuelva a configurarme. …Y en estos días en que el vientro arrastra tantas nubes y la lluvia llueve sola, yo me ocultaré en el lenguaje, en mi voz o en mis voces. Aunque a veces es inevitable amanecer con los puños cerrados como si la tristeza de un cielo gris ceniza no fuera más que un silencio que persiste.

sábado, 19 de mayo de 2007

Silencio (Extracto) - Clarice Lispector


Se puede pensar rápidamente en el día que pasó. O en los amigos que pasaron y para siempre se perdieron. Pero es inútil huir: el silencio está ahí. Aún el sufrimiento peor, el de la amistad perdida, es sólo fuga. Pues si al principio el silencio parece aguardar una respuesta -cómo ardemos por ser llamados a responder-, pronto se descubre que de ti nada exige, quizás tan sólo tu silencio. Cuántas horas se pierden en la oscuridad suponiendo que el silencio te juzga, como esperamos en vano ser juzgados por Dios. Surgen las justificaciones, trágicas justificaciones forzadas, humildes disculpas hasta la indignidad. Tan suave es para el ser humano mostrar al fin su indignidad y ser perdonado con la justificación de que es un ser humano humillado de nacimiento. Hasta que se descubre que él ni siquiera quiere
su indignidad. Él es el silencio.

Algo más sobre Clarice Lispector (1926-1977)
Escritora brasileña nacida en Ucrania (Rusia), pero que a la edad de dos meses, se trasladó con su familia a Recife. Durante su juventud estudió en Río de Janeiro. Cultivó novela, cuento, ensayo y poesía. Conoció tempranamente su vocación y a los 17 años publicó Cerca del corazón salvaje, novela por la que recibió el premio "Graça Aranha".

En 1943 se casó con el diplomático Maury Gurgel Valente, tuvo dos hijos y se separó en 1959. Entre 1944 y 1960 vivió largas temporadas en el extranjero, entre otros países, en Italia, Suiza y Estados Unidos. Sus textos se caracterizan por explorar la esencia íntima y por la profundización en la vivencia interior; incluso su prosa es considerada a veces como poesía. Entre su obra destacan: las novelas: Cerca del corazón salvaje,1943, Ciudad sitiada, 1949, La pasión según G.H., 1964, Un aprendizaje o el libro de los placeres, 1969, Agua viva, 1973 y La hora de la estrella, 1977; los libros de cuentos: Algunos cuentos, 1952, Lazos de familia, 1960, La legión extranjera, 1964, Felicidad clandestina, 1971, El via crucis del cuerpo; le libro de crónicas: Visión de esplendor, 1975. Escribió, además, varios libros para niños y después de su muerte acaecida debido al cáncer en 1977, apareció su novela póstuma Un soplo de vida, 1978. Sus textos han influido a muchos escritores hispanoamericanos que la siguieron.
* Recomiendo sus letras vivamente

viernes, 18 de mayo de 2007

Al revés

La tierra echa flores pero nosotros la pisamos, desterrándonos.
Hay días aparentemente anodinos que una sabe que son especiales. Días en los que en un autobús, de pronto, surge la vida en una explosión, pero también surge el temor a su posible acabamiento. Hay días en los que algo se incrusta en las paredes del estómago de alguien a quien miras y nos llama a la puerta de la lucidez. Recorren entonces los pasillos de la mente los millones de segundos que pasas junto a aquella persona en un único viaje, sencillamente viajando, sencillamente mirando, y en ese mismo acto ir respirando dejándose viajar.
Cuando subo a un autobús (urbano, claro está), suelo sentarme justo al revés, que es precisamente la postura ideal para vivir la vida, al revés. Sólo así lo comprendemos todo. Sólo así podemos vernos en los ojos del viajante que dormita enfrente. En esa postura, el paisaje se disfruta bien distinto, es decir, al revés, como si fuera una tira de diapositivas que abarcara nuestra vida desde la madurez hasta la niñez y nos la retrasmitieran a gran velocidad. Hay personas que cuando van en autobús buscan con avidez los asientos que van a favor del viaje, a favor de su punto exterior de referencia, es decir, a favor del viento, del camino, ya que lo contrario les perturba. Yo, sencillamente, me siento al revés. Hay personas que leen con avidez enciclopedias de páginas infames, deseando que el viaje se prolongue casi hasta el infinito, mientras la tierra va haciéndoles camino. Otras en cambio, dejan caer sus párpados pesados como juicios, se secan sin labios, se duermen sin sueño y se piensan sin sangre, a modo de Benedetti... Y hay tantas, tantas personas como yo, que sencillamente observan a aquéllas otras..., al revés, con el afán de que el viaje se nos adelgace para que la tierra nos vaya echando asfalto. Hoy he observado a una mujer mayor que estaba sentada frente a mí, (ella a favor del viaje, yo al revés) y pensaba: -Fíjate, así seré yo cuando el tiempo me anciane (excepto en su manera de sentarse, esto es, mi punto exterior de referencia, claro, al revés)... Fue como mirarme en un espejo, como perder el vicio de pensar en nosotros mismos pero con más tierra a la espalda. Ahora creo que es esa misma tierra la que nos pisa, desterrándonos de una vida que debería haber estado planteada al revés… es la única manera de mirarnos a través de sus ojos ajenos y nuevos. Descubrí que si viajas en un autobús, al revés, y cierras los ojos, pierdes el punto exterior de referencia, por lo que bien podrías sentir estar sentada a favor del viento. Entonces pensé que las personas deberíamos mirarnos con los ojos que hay dentro de los ojos. Los ojos primeros que se abren si los otros se cierran, aquellos cansados expuestos siempre a la intemperie. Pensé que también deberíamos tocarnos con el tacto que hay justo debajo de los dedos primeros, aquellos desgastados que tanto se ven y tanto tocan. Acortar distancias oyéndonos sin palabras, compartiendo los lenguajes, desde la voz pura que hay debajo de la voz diaria y rota. La voz limpia que no se escucha, la que puede decir incluso lo que no hay que decir, pero sin palabras, ya que lo que nunca se dice está enterrado dentro de nosotros. Imagino que uno siente algo parecido a la libertad cuando consigue ver todo lo que hay debajo… y si lo piensan, parece la única manera de vivir, al revés.

jueves, 17 de mayo de 2007

Un poema de Pessoa


Creo en el mundo como en una margarita
porque lo veo.
Pero no pienso en él,
porque pensar es no comprender.
El mundo no se ha hecho para que pensemos en él
(pensar es estar enfermo de los ojos)
sino para que lo miremos y estemos de acuerdo…
Yo no tengo filosofía: tengo sentidos…
Si hablo de la naturaleza
no es porque sepa lo que es
sino porque la amo, y la amo por eso
porque quien ama nunca sabe lo que ama,
ni sabe por qué ama, ni qué es amar…
Amor es la eterna inocencia
y la única inocencia es no pensar.

(Pessoa)

En la punta de la vida


Puede que la raíz del hombre, igual pero distinta a la raíz de un árbol, sea la que nutre nuestro respirar profundo… puede que la raíz de los cuerpos sea la perpendicular con esta tierra que tanto se mueve, pero también puede que esa misma vertical sea la que nos hace ver la vida al revés, la única manera correcta de vivirla. Entonces, habría que pensar a veces que más allá de la oreja existe un sonido, en el extremo de una mirada hay un aspecto y en las puntas de los dedos un objeto que siempre es invisible... Habría que descansar en la conjetura de que más allá donde expira un pensamiento hay una idea recién nacida… que en el último suspiro de una alegría nace ya otra alegría y pensar que lo mismo ocurre con los sentimientos. Y es en este tiempo donde debemos aprender a confiar en que en la punta del pie es precisamente donde está el salto. Y a mí me gustaría parecerme tanto a aquellos clavadistas de La Quebrada en aquel lejano México..., que detrás de un salto dejan la libertad a la intemperie del viento, colgando de los ojos la distancia que les separa del mar. Así que aquí me quedo, para asomarme al borde de ese abismo incorpóreo... Hay tantas cosas que decir que no sabemos cómo decir… faltan las palabras, pero a veces, a veces habría que negarse a inventar otras nuevas, las que ya existen deberían decir lo que uno quiere decir incluso aquello que está prohibido.

Marinando


Llevo casi un mes acostumbrando a mi cuerpo a salir a comer a un parque cerca del trabajo. Llevo días acostumbrando a mi cuerpo a "marinar" mis ideas después de comer, sazonándolas. Curtiéndolas con sol y tiempo en un entorno de cerezos y almendros. Un parque silenciosamente soleado, regio, que no debería envidiar al distendido Retiro. Así, cuando llego, quisiera comer más deprisa de lo normal, hacer las llamadas oportunas y pensar lo justo, para dedicar un último momento a descubrir la piel hasta donde el decoro y los huesos consientan... Es mi postre solemne después de la levedad que hay en el acto de comer un bocadillo, como un sorbete de aire que me reconcilia con todo y me limpia la garganta de palabras. Y así, en esos momentos poder pensar en tantas cosas, marinándolas (como diría alguien importante para mí)... En estos días, las tardes nos estallan en la cara con su viento verde. Y cuando menos lo esperemos, el pasado se habrá convertido en tan sólo una estación del año, y ya no seremos los mismos, traeremos los ojos más llenos de esos árboles, traeremos más hojas y como no, nos habrán crecido más ramas.
* la foto es nuestra

miércoles, 16 de mayo de 2007

Más Rilke... anotaciones del poeta danés Malte Laurids Brigge


"... los versos significan tan poco cuando se los escribe siendo joven. Se debería esperar y reunir el significado y la dulzura de toda una vida, de una larga vida si es posible, y después, por fin, quizá se podrían escribir diez líneas que fueran realmente buenas. Pues los versos no son, como la gente cree, sentimientos (se los tiene demasiado pronto), sino experiencias. Para escribir un sólo verso, es necesario ver muchas ciudades, hombres y cosas; es preciso conocer los animales, hay que sentir cómo vuelan los pájaros y conocer qué movimiento hacen las pequeñas flores cuando se abren por la mañana. Es necesario poder pensar otra vez en los caminos de las regiones desconocidas, en encuentros azarosos y en separaciones largamente presentidas; en aquellos días de la infancia cuyo secreto permanece oculto, en los padres a los que hacíamos daño cuando nos traían una alegría que no comprendíamos; en las enfermedades de la infancia que comienzan tan singularmente, con tan profundas y graves transformaciones; en los días pasados en habitaciones silenciosas y recogidas, y en las mañanas junto al mar; en el mar sobre todo, en los mares, en las noches de viaje que murmuraban allá en lo alto y volaban con todas las estrellas. Es necesario tener recuerdos de muchas noches de amor, nunca una parecida a otra, de gritos de parturientas y de las ligeras y blancas paridas que duermen y se cierran. Pero también es necesario haber estado junto a los moribundos, haber permanecido sentado al lado de los muertos, con la ventana abierta y los ruidos que llegan en oleadas. Y no basta tampoco con tener recuerdos. Hace falta saber olvidarlos cuando nos agobian, y hay que tener gran paciencia para aguardar su retorno. Pues los recuerdos mismos no son todavía eso. Sólo cuando se hacen sangre, mirada y gesto en nosotros; cuando ya no tienen nombre y no se distinguen de nosotros mismos, sólo entonces puede suceder que en el centro de ellos, en una hora extraña, se origine, y desde allí se eleve, la primera palabra de un verso.
Pero todos mis versos nacieron de otro modo, por lo tanto, no son versos"

Con estos inicios de palabras presentábamos hace aproximadamente 8 años mi primer libro, Rilke siempre me ha marcado

Un poco de Rilke

Aquí el tiempo no cuenta; un año no importa y diez años no son nada; ser artista significa no calcular ni medir; madurar como el árbol que no apremia su savia y se yergue confiado en medio de las tormentas de primavera, sin miedo a que después pueda no llegar el verano. Pero el verano siempre acude. Sin embargo, acude sólo para los pacientes, para aquellos que tienen ante sí toda la eternidad, tan libres de cuidado, serenos y distendidos. Lo aprendo a diario, lo aprendo en el dolor. Estoy muy agradecido al dolor. ¡Todo es paciencia!

Si nos fuera posible ver más allá de lo que alcanza nuestro conocimiento y un poco por encima de la avanzadilla de nuestros presentimientos, quizás llegaríamos a soportar nuestras tristezas con mayor confianza que nuestras alegrías. Pues son momentos en los que algo nuevo se ha introducido en nosotros, algo desconocido. Nuestros sentimientos enmudecen con tímido encogimiento, todo en nosotros se retrae, nace un silencio y lo nuevo, lo que nadie conoce, se yergue en el centro y calla.

(...) Por eso es tan importante estar solo y atento cuando se está triste.

“No es tan sólo la inercia, la responsable de que las relaciones humanas se repitan una y otra vez indescriptiblemente monótonas y sin renovar. La timidez se antepone a cualquier clase de experiencia no previsible que uno cree que no será capaz de afrontar, pero sólo alguien que está listo para todo, que no descarta nada, ni siquiera lo más enigmático, vivirá las relaciones con otra persona como algo vivo”.

martes, 15 de mayo de 2007

Música de Shostakovich


Siempre me ha gustado Shostakovich y sin embargo desconocía que tuviera que ver, junto a Ligeti y otros contemporáneos igual de idealizados, con la bso de la peli Eyes Wide Shut. Bien, una vez descubierto este hallazgo, me he hecho con toda la banda sonora y recomiendo, sobre todo su Waltz from Jazz Suite No. 2 así como la Musica Ricercata, II de Gyorgy Ligeti.
Y como no, a Jocelyn Pook, otro hallazgo que tuvo que ver con la bso d El mercader de Venecia, una de las violinistas más caras de la música popular

Los cisnes del lago del Retiro


Hace siglos, cuando no existía el DVD y aún así nos entusiasmaba grabar algo importante en un aparatoso VHS, retrasmitieron por televisión el ballet del lago de los cisnes de Tchaikovsky. No recuerdo de qué compañía eran los bailarines, sólo recuerdo las miles de veces que posteriormente escuché y vi esa cinta, conocía a la perfección las partes que más me emocionaban (que eran muchas) así como los movimientos de los bailarines en esas piezas. El domingo el estanque del retiro se anegó con las lágrimas de Odette y de su amado Sigfrido. Fue emocionante poder verlo en vivo, no sólo escucharlo sino ubicar una imagen en mi mente que refrescara aquel momento pasado, incluso podría decir que vi a los mismos bailarines que antiguamente bailaban y bailaban en mi cabeza, qué bonito. Eso sí, conseguir entradas fue un triunfo, aunque después de horas de cola hicimos amistad con un divertido grupo que hizo que las horas volaran por encima de las cabezas nuestras.