domingo, 30 de diciembre de 2007

Una Navidad en Madrid (la otra cara)

Mundanales ruidos de inusitadas mañanas cargadas de bulliciosas gentes. ¡Cuánto mejor el silencio! Transitadísimas y ajetreadas calles mundanas pisadas por mil pies desconocidos a los que parece se les va la vida si no van a la carrera. Alargados y solitarios rostros con miradas huecas. ¡Dónde y cómo detener los ojos! La velocidad de estas retinas no es la velocidad de la mañana. El mundo de la mañana se ha vuelto loco y su color es gris, gris oscuro o blanco o humo o nada. Nueve nacionalidades en tan sólo un metro cuadrado. Las manos del mundo. Niños sin madres deambulando por estas calles del mundo. Y los coches. Parecen animales posesos con conductor sin rostro. Los coches. El ruido punzante e interminable de los coches que martillean reiteradamente en tus sienes con sus destartalados tubos de escape. ¡Escape! Los semáforos no existen. Sirenas de coches con una inmensa cruz pintada de rojo. Rostros de dolor en su interior. Mientras, el mundo camina deprisa. Los comercios abren hasta en domingo. Las mañanas y los ruidos. Miles de ojos en los que te detienes pero ellos marchan con rumbo rápido y terco. Miles de pies con trazadas metas que no detienen su curso ante una mugrienta y joven mujer que parece pedir ayuda para llevarse algo a la boca. Boca ésta que no grita. Clama. ¡Quién pudiera colocar en sus manos y en sus bocas toda una vida amable! Choques arbitrarios de personas. Ni para pedir disculpas nos dieron bocas. ¡Dios, cómo detener durante un segundo el Mundo! Y tú, espectador expectante, que te quieres dormir en las horas nocturnas. ¡Hacia dónde caminar con tu deseada soledad para no ser asaltado! Yo alabo esas horas tan nocturnas. Allá donde todo lleva un orden ordenado de existencias. Allá donde hasta el mismísimo silencio es respetad. Donde la convivencia con uno mismo además de ser posible, es hermosa. Allá donde la quietud echa raíz por pocas horas, y el silencio, un silencio ordenado y lógico arrebata el trono y el báculo a ese asqueroso Caos en esas tranquilas horas.

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Mi equilibrio

Tomé conciencia de la soledad sin ella
en el centro de mi otra casa

VOLVER a casa
Y encerrarme
En su paréntesis de brazos
Con las sombras que una trae del viaje
Volver a arar la tierra
Para encontrarla
Esta vez algo más triste
Volver y quedarse
Sin brazos
Sin viaje
Y no atender a nada
Descargar el mamífero del llanto
Reprimido de tantas noches sin ella
Para ahogarse en otras lágrimas
En otras risas
Volver a casa
A recuperar la vida
Cerrar la puerta tras de sí
Y no volver a abrir a nadie
Sólo ella
Sólo yo

sábado, 15 de diciembre de 2007

La profecía

Perfil de un suicida con alas
Enterrado en el inédito asfalto
Su sangre densa
Fue como la soledad que hay
En un vagón de metro
Repleto de gente sin ojos
Con ese grafitti en fondo naranja
Que rezaba algo así como:
“Ya no me importas
No me alcanzas ni a la punta de los zapatos
Acéptalo”
Con ese cura que me dormita enfrente
Con calcetines
Rombo gris rombo negro
Y que rezaba con creyente boca
Oraciones grises
De manos negras más escépticas
Con esas muecas de un desconocido
Que arrancaba la sonrisa de un niño
Con esa sonrisa de niño
Que se ocupaba del resto
Con ese frío en las manos
Con ese hielo en los rostros
Como ese vagón de metro

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Lógica

A SAM, mi raciocinio,
mi lógica ecuación,
mi lucha.

Una vez tu lógica me dijo
Que la clave de la vida
Era la lucha constante
Que no debemos arquearnos
Ante tempestades psicológicas
Ni enterrar jamás el arma
Por si esta vez nos sorprendiera
Otro guerra, quizás, algo más física
Tú estabas frente a mí
Y extendiste tus manos
Con las palmas hacia arriba
-Unos llevan rifles
Otros sólo manos-
Y señalándolas, tú seguías tu discurso
Hay que luchar siempre, amor mío
Con las armas que tenemos
Y si son manos como éstas
Lucharemos sólo con ellas
Porque son nuestras y son armas
Entonces, con ojos renovados
Y ante el evidente raciocinio
Continué mi vida contigo
Y en la mañana comprendí que yo luchaba
Con palabras que a veces dan salud
Pero que otras tantas matan
Porque son mías y son armas
Al momento pensé
¡Con qué natural cordura
Discurres, mi amor, en la vida
Ausente de científicas ecuaciones
Y al final, con tal acierto!

martes, 11 de diciembre de 2007

El espejo tatuado

I

A veces me rompo
Como se rompre un cristal
En equilibrio
Me rompo como se rompen las piedras
Con sonidos huecos que se parten
Como se rompe el silencio
O ese otro vacío
Que dista hasta este suelo roto
A veces se rompen mis manos
Mi lengua
Los lazos
Se rompe la sangre
Mi cráneo de ideas lleno
Que va inflamando estas sienes
Con su tic tac infalible
Qué sencillo sería atornillar mis sienes
Con una red de acero que amortigue
Este incoherente suicidio de ideas
Que nadan tan solas pero tan firmes
En la materia gris
Casi negra
De mi cerebro
A veces
Sencillamente
La vida me rompe la vida
Y siempre viceversa


II

Pero entonces llegas a casa
Y ves tu imagen reflejada
En un artístico espejo
Y en el marco
Tatuado
Las palabras de tu amada
Y te entierras en lágrimas
Y te quedas sin sangre
Al borde de ese espejo
Porque ves en sus ojos
Que todo es más sencillo

martes, 4 de diciembre de 2007

¿Bálsamo?

Hoy operan a mi madre. Sé que este no es lugar ideal para contarlo pero supongo que me lo cuento a mí misma. Ayer resbaló en una sábana de aceite, ya veis, para que luego digan que el aceite es bálsamo de vida... ¿o era la vida la que era un bálsamo de aceite?, al final ni lo uno ni lo otro, y hoy ella, por un movimiento sísmico de su cuerpo se ha roto como se rompen las piedras. La cadera. Una palabra a la que recurro recalcitrante en mi poesía y que hoy me hablo de otra más amada, aquella que es hueso de mis huesos. En fin, que quiero escribir en alto mi pánico para espantarle, para ahuyentarle y que así, cuando me vea, no pueda ver en sus ojos mi miedo reflejado, si acaso disfrazado.