¡un caballo, un caballo! ¡mi reino por un caballo!
ricardo III. shakespeare
gracias carlos [munditaçõe] por acoger al caballo en el sotobosque
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jueves, 22 de marzo de 2012
sábado, 15 de octubre de 2011
un magnificat a caballo
este magnificat monterverdesco sonaba esta mañana a la dulcísima hora de la 13.30 en radio clásica. lo recupero ahora y lo perpetúo aquí, pues aunque reconocí su época a caballo entre el renacimiento y el incipiente barroco no supe ver a monteverdi
*enlazo con punto de cruz con este dulcissime de carmina burana (carl orff)
*enlazo con punto de cruz con este dulcissime de carmina burana (carl orff)
sábado, 8 de octubre de 2011
temblor
no me interesa cómo se mueve el ser humano, sino aquello que lo conmueve ... [pina bausch] o les splendides excès de la danseuse islandaise erna omarsdottir o un cuerpo que ya no será nunca el obstáculo que separa al pensamiento de uno mismo [deleuze] o sentir la vida no solo con el pensamiento sino con la respiración con el cuerpo [zambrano]
yo de mayor quiero ser bailarina o caballo y que mi cuerpo sea desembocadura de mí misma. mi cuerpo conmoviendo pinamente los arcenes de mi alma. que las pulsiones de mi cuerpo sus vibraciones su anatomía y todos sus huesos y músculos y tendones me tiendan a la convulsión. al destino fisiológico de mis filosóficos mundos. pedirle al músculo que se mueva elegantemente como un músculo bajo mi falda. que haga cosas que le son propias. desgastar mi cuerpo con la fricción del aire y poder imprimir sobre esa misma falda y con sudor gritos éticos y estéticos de ese modo tan vigoroso y elegante y heroico... y tan lleno de viento como hace pina o erna o todos aquellos caballos salvajes cuya desembocadura son el sudor de sus consecuentes cuerpos.
me pregunto cómo es posible que amando tanto la música y la danza sea este cuerpo mío tan arrítmico (de arritmia) y que esta alteración de una caprichosa frecuencia cardíaca se acelere y disminuya de la manera más irregular...
temblor. el único movimiento rítmico que hay en estos músculos. pero el temblor es más fuerte que el mismísimo cuerpo y esa es la deficinión del deseo. por lo tanto tautológicamente yo de mayor deseo ser bailarina o caballo.
en cualquier caso el cuerpo humano y el del caballo es radical y poéticamente movimiento.
*música del video del compositor islandés johann johannson
yo de mayor quiero ser bailarina o caballo y que mi cuerpo sea desembocadura de mí misma. mi cuerpo conmoviendo pinamente los arcenes de mi alma. que las pulsiones de mi cuerpo sus vibraciones su anatomía y todos sus huesos y músculos y tendones me tiendan a la convulsión. al destino fisiológico de mis filosóficos mundos. pedirle al músculo que se mueva elegantemente como un músculo bajo mi falda. que haga cosas que le son propias. desgastar mi cuerpo con la fricción del aire y poder imprimir sobre esa misma falda y con sudor gritos éticos y estéticos de ese modo tan vigoroso y elegante y heroico... y tan lleno de viento como hace pina o erna o todos aquellos caballos salvajes cuya desembocadura son el sudor de sus consecuentes cuerpos.
me pregunto cómo es posible que amando tanto la música y la danza sea este cuerpo mío tan arrítmico (de arritmia) y que esta alteración de una caprichosa frecuencia cardíaca se acelere y disminuya de la manera más irregular...
temblor. el único movimiento rítmico que hay en estos músculos. pero el temblor es más fuerte que el mismísimo cuerpo y esa es la deficinión del deseo. por lo tanto tautológicamente yo de mayor deseo ser bailarina o caballo.
en cualquier caso el cuerpo humano y el del caballo es radical y poéticamente movimiento.
*música del video del compositor islandés johann johannson
domingo, 13 de junio de 2010
caballo des-orbitado

lo producimos en exceso
también el vacío
claes andersson
cuadrúpedo anónimo a punto del desmayo
suspendido en el cerro de una ignorada urbe
suicidaste tu crin y tus fragmentos clavadistas
para beber el último transistor de vida entre tanto escombro
poblando con tu carne y tu bandera
aquella basura de animales muertos
huesos calcáreos de lavadoras vacantes
ingrávidas desaguadas sin latido y tan sin alma
armarios empotrados entre sábanas viejas
desempotrados en el vientre de tu altozano
carros sin ruedas que antaño transportaron vida
tan quietos y desanclados ahora
bañeras boca arriba que zarparon con ballenas muertas
y sus mujeres durmiendo boca abajo
como si fueran ataúdes sin carne de ballena
fuiste merodeador solitario
en esa superficie que cede entre cocinas y cacerolas
el ladrón del microondas que flotaba en el rompecabezas
de aquel cielo al que le faltaban piezas
una guerra de cruces allá arriba
testifica el pasado de sus dueños
*poema para la foto de Cristina García Rodero (dentro de la exposición de Oh! Cielos. CBA)
*órbitacementerio
lunes, 7 de abril de 2008
Lecturas y caballos

En fin, las fotos pertenecen a la presentación de la Antología de Poesía Hispanoamericana, que tuvo lugar el pasado lunes en el café Bandido Doblemente armado. Le conocí particularmente ese mismo día y me alegra y me gusta lo que él dice de sí.
Él mismo dice de sí
Me gustan las cerezas y subir a las nubes y desde allí poder observar sus sueños. Me gustan las flores cuando me marcan el camino a seguir y también su pelo cuando huele a besos. Me gustan las noches en las que su recuerdo no deja que me duerma. Me gusta si me sueña o si me nombra. Me gustan los abrazos con sabor a ducha, las caricias con olor a champú, los besos que suenan a agua. Me gustan las canciones que nos dicen lo importante que es el amor. Me gusta la droga de su piel, sentir que aunque no esté, la tengo a mi lado. Me gusta entrar cuando aún no se ha despertado y salir sin que tenga que pedírmelo. Me gusta plantar flores en sus pensamientos. Me gusta verla escuchar mi voz, aunque a veces yo no sepa lo que digo.
Ah, también me gusta el chocolate.
Pero nunca me han de gustar sus atardeceres, ni sus tormentas. No me gustan ni gustarán, los celos, ni los miedos. No me gusta haber desaparecido sin haber estado. Desprecio los ratos tontos en los que sin querer, hago daño. Detesto las caricias frías, los abrazos lánguidos y los besos trasnochados. Odio hacerla daño si salgo, odio si le duele porque no entro. No me gusta, no, pensar que ya no está o que no estará. No quiero olvidar abrazos. No me gustan las patatas.
Y yo le agradezco que me haya recordado aquel día. Le dedico este poema de María Antonia Ortega. Para mí es especial.
El caballo
La luz es
una ciega desnuda.
Por qué razón habrá el caballo
de parecernos siempre desnudo,
y no el ganado vacuno.
Pues hay una desnudez
que también nos cubre
como un vestido
con las manos de dios
sobre nuestra piel,
nuestra boca,
nuestro sexo.
Es la luz
donde la luz es lo único
al manifestarse en cada ser
fiel a sí mismo
en la forma pura de las cosas.
Y es el caballo
uno de los seres
más idénticos a sí mismos.
La mirada es una danza con los pies atados.
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