domingo, 31 de agosto de 2008

Un primero siempre lleva a un segundo

Un primero siempre lleva a un segundo, o lo que es lo mismo, al uno siempre le sigue un dos, o en esa matemática confío.
Hoy escribí mi primer poema de un último trabajo fabricado en mi memoria quieta. Un dolor en el ojo izquierdo persigue incansable a mi ojo derecho desde ayer noche. Sólo espero que no le de alcance, se quedarían ciegos. Todo ello tambalea mis ideas, nada quietas por ahora, las circunda, pero hoy he escrito mi primer poema desde hace meses y siguiendo la ecuación de más arriba, espero que éste me lleve a un segundo. En cuanto llegue S. le daré a leer todo lo que haya escrito hasta ese momento futuro, ya que a un momento pasado siempre le sigue su acompañante futuro. Hoy me siento un poco más libre que ayer.

sábado, 30 de agosto de 2008

Canto de otoño

"El otoño es un andante melancólico y gracioso que prepara admirablemente el solemne adagio del invierno"George Sand.

Es tan engañoso agosto... Sus días últimos son un golpe. Y este año más que nunca. Me pregunto si hubiera deseado nacer en septiembre. Septiembre es inicio de algo. Agosto cierra el círculo. Epiloga. Recapitula. Resume.

Estoy a menos de un mes del otoño, lírico vocablo. Abro la puerta del jardín para que entre el viento y a estas horas quizá tempranas para un sábado, he visto cómo se despereza mi otoño. He visto cómo bosteza su nuca a punto de despuntarme con su viento. He sentido incluso que podría llevarme su viento si no me resistiera a la tierra. Aspiré y en el olfato he sentido su olor, es inminenta su futuro. Otoño. Otoño se acerca implacable. Sí, sí, pensaréis que aún es pronto pero no por eso dejará de ser. Hoy lo he visto. Lo he tocado en el aire. Lo he tocado con mis pies desnudos. He pisado algunas hojas muertas de los árboles. Antiguamente verdes como la esmeralda mañana amanecerán doradas, pisadas, húmedas, frías. Primeras hojas desfallecidas sobre este anterior camino de estío. El viento hoy las hace bailar aún, pero yacerán tan tercas a su merced...
Llegan los días acortados que vapulearán el ánimo. Mudarán nuestras actividades más veraniegas, allá donde el sol calentaba nuestras almas. La noche caerá como un manto a eso de las 5 de la tarde. Las amistades recién horneadas en un verano antiguo se dormitarán hasta el siguiente. El trabajo se estira mientras las horas se acortan. Se encogerán nuestros cuerpos como en un oscuro ovillo para no dejar pasar el frío ni a nadie, sólo a los de casa. Mudarán nuestros cuerpos. Mudará su vestimenta. Ocuparemos más espacio aún si cabe en este trozo de mundo aquí abajo. Los días se irán lentamente acortando, y el sol dejará de calentar. El frío se apoyará en todas las encías nuestras. Allí, entre dientes. Mientras, el calor del pan, la sangre y el vino poco a poco irá desvaneciéndose. El aire es ahora raíz pero no tardará en volverse más espeso...
Unos tienen el valor de mirar hacia atrás. Yo me acobardo cuando miro hacia delante. La vida es repetición. Gracias a Dios. Volver a pisar charcos de agua en el centro de una ciudad y el olor a lluvia como hoy. Todo tiene su parte positiva para que exista su hermana negativa.


De repente me viene a la cabeza una maravillosa melodía de Fauré, está basada en el magnífico y certero poema Canto de Otoño de Baudelaire (Las flores del mal). A medida que leo este poema, puedo escuchar su tonada. La escuché hace tanto tanto tiempo... tanto como leí a Baudelaire, qué juventud extrema la mía. Ahora la recuerdo amorosamente. Y ahora también, la recupero de golpe en mi memoria. Sobrellevaré mejor este otoño con la voz de Felicity Lott. Ay, el youtube, mi nueva religión, en cierto sentido.

* quiero publicar esta canción de baudelaire bien cerquita de la canción anterior Après un rève, una melodía también muy muy importante para mí y de aquella misma época antigua en que las descubrí. La nostalgia parece un denominador común en ambas. Será el otoño.

Soprano: Felicity Lott




CHANT L'AUTOMNE
Ch. Baudelaire

I

Bientôt nous plongerons dans les froides ténèbres;
Adieu, vive clarté de nos étés trop courts!
J'entends déjà tomber avec des chocs funèbres
Le bois retentissant sur le pavé des cours.

Tout l'hiver va rentrer dans mon être: colère,
Haine, frissons, horreur, labeur dur et forcé,
Et, comme le soleil dans son enfer polaire,
Mon coeur ne sera plus qu'un bloc rouge et glacé.

J'écoute en frémissant chaque bûche qui tombe
L'échafaud qu'on bâtit n'a pas d'écho plus sourd.
Mon esprit est pareil à la tour qui succombe
Sous les coups du bélier infatigable et lourd.

II me semble, bercé par ce choc monotone,
Qu'on cloue en grande hâte un cercueil quelque part.
Pour qui? — C'était hier l'été; voici l'automne!
Ce bruit mystérieux sonne comme un départ.

II

J'aime de vos longs yeux la lumière verdâtre,
Douce beauté, mais tout aujourd'hui m'est amer,
Et rien, ni votre amour, ni le boudoir, ni l'âtre,
Ne me vaut le soleil rayonnant sur la mer.

Et pourtant aimez-moi, tendre coeur! soyez mère,
Même pour un ingrat, même pour un méchant;
Amante ou soeur, soyez la douceur éphémère
D'un glorieux automne ou d'un soleil couchant.

Courte tâche! La tombe attend; elle est avide!
Ah! laissez-moi, mon front posé sur vos genoux,
Goûter, en regrettant l'été blanc et torride,
De l'arrière-saison le rayon jaune et doux!


CANTO DE OTOÑO (traducción)

I

Pronto nos hundiremos en las frías tinieblas;
¡Adiós, viva claridad de nuestros veranos tan cortos!
Ya escucho caer con choques fúnebres
La madera que suena sobre el pavimento de los patios.

Todo el invierno va a entrar en mi ser: ira,
Odio, estremecimientos, horror, labor dura y forzada,
Y, como el sol en su infierno polar,
Mi corazón no será más que un bloque rojo y helado.

Escucho estremecido cada tronco que cae;
El patíbulo que están construyendo no tiene eco más sordo.
Mi espíritu es semejante a la torre que sucumbe
Bajo los golpes del ariete incansable y pesado.

Me parece, mecido por este choque monótono,
Que clavan apresuradamente un ataúd en alguna parte.
¿Para quién? –Ayer era verano; ¡he aquí el otoño!
Ese ruido misterioso suena como una partida.


II

Amo la luz verdosa de tus grandes ojos,
dulce belleza, más hoy todo es amargo,
y nada, ni tu amor, ni tu cuarto, ni la chimenea,
valen hoy para mí lo que el sol que resplandece en el mar.

Y, sin embargo, ¡ámame, tierno corazón!, sé madre
hasta para un ingrato, hasta para un malvado;
amante o hermana, sé la dulzura efímera
de un otoño glorioso o de un sol que se pone.

¡Breve tarea! La tumba espera; ¡está ávida!
¡Ah, déjame que, con mí frente puesta en tus rodillas,
guste, añorando el verano blanco y tórrido,
el rojo amarillo y dulce del final del otoño!

jueves, 28 de agosto de 2008

Après un rève

Una canción maravillosa con la maravillosa voz de Kiri Te Kanawa. Es una melodía para voz y piano compuesta en 1877 por Gabriel Fauré (1845-1924). El poema pertenece al poeta Romain Bussine y es una adaptación de un texto anónimo italiano. A la belleza del texto, que expresa la nostalgia de sueños engañosos, se une la de la melodía propiamente dicha.



Après un rève

Dans un sommeil que charmait ton image
Je rêvais le bonheur ardent mirage,
Tes yeux étaient plus doux, ta voix pure et sonore,
Tu rayonnais comme un ciel éclairé par l´aurore;
Tu m´appelais et je quittais la terre
Pour m´enfuir avec toi vers la lumière,
Les cieux pour nous entr´ouvraient leurs nues,
Splendeurs inconnues, lueurs divines entrevues,
Hélas!
Hélas! triste réveil des songes
Je t´appelle, ô nuit, rends moi tes mensonges,
Reviens, reviens radieuse,
Reviens ô nuit mystérieuse

Después de un sueño

Mientras dormía, atesorando tu imagen,
Soñé la dicha, un espejismo ardiente:
Tus ojos eran más dulces, tu voz pura y sonora,
Brillabas como un cielo en la claridad de la aurora.
Tú me llamabas y yo dejaba la tierra
Para escapar contigo hacia la luz;
Los cielos para nosotros entreabrieron sus nubes,
Esplendores desconocidos, divinos claroscuros…

¡Ay! ¡Ay! ¡Triste despertar de los sueños!
Te llamo, oh noche, devuélveme tus engaños,
¡Regresa, regresa radiante,
Regresa, oh noche misteriosa!

viernes, 22 de agosto de 2008

La piel siempre ayuda

Los sobrinos de S. están en casa. Llegaron ayer junto a sus padres a pasar unos días. Es maravilloso vivir en un espacio relativamente pequeño donde la más pequeña, S. siempre está emergiendo en el paisaje. Nos trajo un regalo que ya está visible al mundo. Hizo dos retratos, uno de su tía S. y otro mío. Están ya suspendidos eternamente en la verticalidad que hay en un frigorífico, otorgándole más eternidad, si cabe. Para una niña de 5 años son dos dibujos fantásticos. Todo un mundo de imaginación lleno de detalles que no se le escapan ni se pierden en su memoria casi recién iniciada pero firme como el roble. Maravillosos. Maravilloso el equilibrio en el que buceo tras estos días extraños, días que finiquitan un agosto y un verano quizá más negro que otros. Pienso que es la piel y la carne lo que equilibra. El roce y el cariño. Y a mí, esta niña me equilibra. Sus abrazos, que se pegan tanto a mi cuerpo que no dejan que entre el aire, equilibra los muertos del siempre presente y fatídico accidente. Equilibra el peso de mis abrazos. Los sentimientos menos buenos que cruzan mi mente sin permiso de nadie. Equilibra la parte más gris de mis ideas. Las lava sin ella saberlo convirtiendo lo que hay de gris-tristeza-miedo en mí en puro blanco-algarabía-arrojo. Equilibra por ejemplo mi vuelta a esta ya oficina de siempre, más amplia después de las obras tan temidas y que tanto le mueven a una. Equilibra igualmente esas otras obra que acaban de comenzar en nuestra casa, en ese realojo justo al lado, otra casa comunicada con la antigua siguiendo la línea de un jardín frondoso y lleno de vida gatuna. Los niños adoran a los animales. Juegan y se casan con la misma naturaleza. Les encanta el verde como a mí. Se mueven en la tierra y el campo más salvaje con una destreza inimaginable. Sus infatigables piernas les permiten correr por el mundo deteniéndose en las flores del camino. Todo lo huelen. Todo lo tocan. La naturaleza, aquello tan antiguo ya y casi olvidado por otros niños, ellos lo amortizan como si fuera a desaparecer en el próximo parpadeo. Amo su naturalidad, son intrínsecamente salvajes. Como la vida. Y doy gracias al cielo azul y a la tierra verde de los campos de que aún existan en este gran espacio niños tan llenos de colores.
Y la pequeña S. Adoro pegarme a su cuerpecito mientras ella, con unas piernas de una niña de 5 años pero firmes como una roca te trepa y te rodea convirtiéndose en una lapita de esas de mar que no hay quien la separe de su roca elegida.
Su hermano O. es algo más mayor, por lo que la responsabilidad comienza a apoyarse en sus jóvenes y fornidos hombros, pero llevan aún la ingenuidad en las retinas. Ambos son de carne. De piel. Si no tocan se desdibujan. Tocan con los dedos que hay debajo de los dedos, por lo que pueden sentir con facilidad la electricidad de las cosas y las personas. Entre ellos también se adoran y son sanos y tan naturales como la naturaleza en una manzana fresca recién mordida. Y además son tan guapos que a veces parece pecado mirarles de seguido.

jueves, 21 de agosto de 2008

El pájaro

Hoy es día de luto. Un pájaro se ha dormido en una isla de árboles.
Y allí, entre árboles, aún yacen los huesos de su gran envergadura. Allí, en un pueblo de nombre azaroso. Barajas...
La noticia de ayer me arrasó toda la piel como aquel pájaro inmenso arrasó a su paso los campos secos. Hoy es día de luto y mi corazón se ha quemado con un viento de pájaro. ¿Pero, qué hacer con la pena? ¿Qué hacer con ese bicho asqueroso, ese pájaro muerto aún caliente anidado en el pecho?
¿Qué hacer con el recuerdo de aquel inmenso cuerpo que se ha llevado en su viaje tantos latidos... Un pájaro se ha partido sobre la tierra ardida.

La vida es tan circular que cuando pienso en la gente que está directa o indirectamente relacionada con un ser desaparecido... Cuando pienso en esa interrelacionalidad... no veo ningún final. Todos somos finalmente familila. Nos une la vida y cuando se rompe un hilo peligra todo el eje que une los extremos de la tierra. Uno es familiar directo de otro, la mujer de ese otro, los amigos y conocidos de ambos. En fin, qué miedo, de seguir así puede que no se pare haste cerrar el círculo.

¿Qué hacer con la pena en la que quedan los vivos hoy inmersos? Pienso que quisieran arrancarse de un gesto el corazón para no pensar, para no sentir... Arrancarlo y arrojarlo lo más cerca de sus más queridos seres. Pienso que sus mentes sólo conciben la noticia como un sueño.
La vida continúa. Sí, hoy de camino al trabajo he descubierto estupefacta y de nuevo que la vida continúa. Me enfadó esta continuidad. Me enfadaron los rostros con los que siempre viajo porque no vi en ellos un ápice de duelo. Supongo que tiene que ver la temprana hora. Puede que haya sido también el miedo a mirar de cara a la muerte. Al destino. El miedo a nuestro tamaño y limitaciones. Supongo que es sencillamente miedo.
Aunque luego pensé que debería de ser así. Dejar y apoyar esa decisión de continuidad de vida para el resto. Que la vida siga. Quizá sea la única manera de mantener más vivos a los familiares de los desaparecidos.

Esta mañana venía escuchando la radio y en homenaje pusieron una canción de Serrat, era un poema de Miguel Hernández.
Cuando encuentre la música la subiré. Dejemos que mientras tanto nos vista la poesía...

ELEGIA A RAMÓN SIJÉ

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé, a quien tanto quería.)



Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
.
Alimentando lluvias, caracoles
Y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
.
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
.
.Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofe y hambrienta
.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte
a parte a dentelladas secas y calientes.
.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte
.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de mis flores
pajareará tu alma colmenera
.
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
.
A las aladas almas de las rosas...
de almendro de nata te requiero,:
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Preludio

Dos verdades se acercan la una a la otra.
Una viene de dentro, la otra viene de fuera
y allí donde se encuentran uno tiene la oportunidad
de verse a sí mismo.
Quien se da cuenta de lo que está pasando grita desesperado: “¡Alto!
¡Lo que sea, con tal de evitar el conocerme a mí mismo!”.
Y hay un barco que quiere amarrar
-intenta hacerlo precisamente aquí-
y volverá a intentarlo miles de veces.
De la oscuridad del bosque llega un garfio del barco,
lo meten por la ventana abierta,
entre los invitados a la fiesta
que ya han entrado en calor con el baile.

Tomas Tranströmer

martes, 12 de agosto de 2008

Willow

Este fin de semana en una conversación deliciosa me vino a la memoria la canción de Willow, intenté tararearla pero fue imposible que mis interlocutores me entendieran, no canto muy bien, sinceramente. De hecho, tras descubrir los gestos de sus rostros que me miraban escépticos y atónitos preferí callar sin más y no seguir con aquel estribillo. En fin, como buena terca que soy aquí he encontrado una versión muy bonita. Se la dedico a P. a quien no conseguí tarareársela aquel domingo de sol, pero que yo recordaba con toda exactitud. Pertenece a Othello. Es maravillosa.


La letra original es ésta_
The Willow Song

The poor soul sat sighing by a sycamore tree
Sing all a green willow
Her hand on her bosom, her head on her knee

cho: Sing willow, willow, willow, willow!
Sing willow, willow, willow, willow!
My garland shall be;
Sing all a green willow, willow, willow, willow
Sing all a green willow
My garland shall be.

The fresh streams ran by her, and murmer'd her moans
Sing willow, willow, willow
Her salt tears fell from her and soft'ned the stones.

Let nobody blame him, his scorn I approve
Sing willow, willow, willow
He was born to be fair, I to die for his love,

I call'd my love false love but what said he then?
Sing willow, willow, willow
If I court more women, you'll couch with more men.


viernes, 8 de agosto de 2008

El laberinto de Dowland y Sting

Maridaje musical

Las obras de John Dowland (1563-1623) son a menudo melancólicas, ese sentimiento estaba de moda ya en esa época. De hecho una de sus obras se llama "Semper Dowland, semper dolens", ("Siempre Dowland, siempre triste"). Él describe exactamente la música. La melancolía que contiene la escala descendente al comienzo de su canción Flow my tears fue imitada por muchos de sus contemporáneos, como el caso de Sting, convirténdose en un motivo musical muy conocido.

El músico británico Sting se dejó llevar por las "complejidades laberínticas" del laúd. En Songs from Labyrinth (Canciones desde el laberinto) Sting presenta su lado más isabelino basándose en la música ancestral de John Dowland. Con total honestidad y después de haber sido “perseguido” varios años por la fuerza musical de John Dowland toma la decisión de grabar estas canciones que hacen parte de la más alta tradición poética y musical del Inglaterra, su acercamiento, como él mismo lo confiesa es humilde. En cierta ocasión dijo: “Para mí estas son canciones pop escritas en los comienzos del siglo XVII, y es así como me relaciono con ellas: tienen hermosas melodías, fantásticas letras, grandiosos acompañamientos… Espero poder darles un poco de frescura”. *información de Internet

Yo creo que lo ha conseguido con creces, adoro las canciones de Dowland pero cuando tuve oportunidad de escuchar casualmente una sola canción de Sting -sin conocer este proyecto musical- dije en alto: Esto es Dowland. Efectivamente lo era, después de indagar en su último trabajo descubrí con ilusión que esa voz británica me traía a la memoria a mi querido y antiguo Dowland y con tanta frescura a la vez... Lo que va a continuación son dos canciones de Dowland junto a sus contemporáneas británicas.

He descubierto también canciones de Dowland con Valeria Mignaco, soprano y Alfonso Marin, laúd. Magníficos http://www.lutevoice.com/canciones_laud_voz_canto.html





Flow, My Tears (Lachrimae)
Written By John Dowland

Flow my teares fall from your springs,
Exilde for ever: Let me morne
Where nights black bird hir sad infamy sings,
There let me live forlorne.

Downe vaine lights shine you no more,
No nights are dark enough for those
That in dispaire their last fortunes deplore,
Light doth but shame disclose.

Never may my woes be relieved,
Since pittie is fled,
And teares, and sighes, and grones
My wearie days of all joyes have deprived.

From the highest spire of contentment,
My fortune is throwne,
And feare, and griefe, and paine
For my deserts, are my hopes since hope is gone.

Hark you shadowes that in darnesse dwell,
Learn to contemne light,
Happy that in hell
Feele not the worlds despite.






Come again
Written By John Dowland

Come again,
sweet love doth now invite,
thy graces that refrain
to do me due delight.
To see, to hear,
to touch, to kiss,
to die with thee again
in sweetest sympathy

Come again,
that I may cease to mourn
through thy unkind disdain
for now left and forlorn.
I sit, I sigh,
I weep, I faint,
I die, in deadly pain
and endless misery

Gentle love,
draw forth thy wounding dart:
Thou canst not pierce her heart;
For I that do approve.
By sighs an d tears
more hot than are
thy shafts, did tempt while she
for scanty tryumphs laughs

Ya sé que se hará larga esta entrada pero esta pieza también es igual de fundamental- de Robert Dowland.

http://www.vimeo.com/696013?pg=embed&sec=696013

lunes, 4 de agosto de 2008

Los cuatro hermanos ciegos

Mis pies, lo más alejados de la tierra, siempre.
Ayer de vuelta a Madrid en el Ave me percaté de un comentario que me hacía mi madre de siempre. Me decía que por qué siempre tenía los pies en alto. Que por qué siempre los llevaba desvestidos, que me iba a hacer daño (no sería la primera vez que me lastimo en un golpe por ir descalza). Bien estando sentada, bien tumbada, los pies siempre van por otro camino, y desnudos, el camino que llevan es la dirección del aire, del viento, del cielo al fin. Tienen una clara querencia hacia arriba. Un comentario que S. también debió hacerme hace ya tiempo, incluso no hace nada me dijo algo parecido. Ayer en el tren me percaté de la razón que tenían. El viaje Madrid-Valladolid dura una hora. Pero en una hora bien aprovechada se pueden hacer tantas cosas... Yo me decanté por leer. E inconscientemente me descalcé. Los muy atrevidos siempre se descalzan aprovechando mi inconsciencia. Mis pies se alzaron a la altura de mis caderas, con las rodillas a la altura de la boca -postura muy recurrida en mí- y seguí inmiscuida en la lectura. Después de cerrar el libro mis pies seguían ahí, encarando más de cerca mi cuerpo y de repente lo pensé. Pensé, soy una mal educada, ¿qué hago descalza y con los pies buscando la mirada de arriba en un tren que no es mío? Entonces recordé las miles de veces que adopto posturas similares donde los pies son las alas sin corbata que más me alejan de la tierra. Desayunando es fácil también que se suban a la silla y coma mi primer bocado en ese abrazo de piernas. Es como si el suelo estuviera repleto de escorpiones venenosos y ellos, hábilmente, treparan hacia arriba para salvarse. Durmiendo igualmente mis piernas abrazan a S. y siempre quedan encima, lo más cerca del cielo, lo más alejado de esta tierra. Viendo una peli también mis pies se descalzan y quisieran tocar el techo de la casa... Es como si, envidiosos, tuvieran que estar a la misma altura que mi cuerpo. Yo supongo que la razón más filosófica de este gesto, inapropiado la mayor parte de las veces, es que no son pies de tierra los míos. Así que les dejo hacer. Aunque todo ello contradiga la segunda ecuación de este cuento, a mis pies les encanta ir desnudos. Podrían ir descalzos por la calle. No son conscientes de las piedras, ni las espinas del camino. Sacrifican su sangre en aras de su libertad. Y a la vez, están tan en contacto directo con esa misma tierra tan llena de dolor de la que siempre que pueden se alejan unos metros... ¡Qué contradictorios son mis pies!

En fin, que en el viaje, en la última página del libro, mi mano derecha, que camina también independientemente de mi cuerpo, al igual que mis pies, escribió:

La parte más débil que hay en mí, es decir, mi mano derecha; la que escribe cuando la izquierda siente, la que toca cuando la izquierda ama, la que da un golpe contra una mesa cuando la izquierda se enrariza, es también la que llora cuando la izquierda se entristece.
Mi mano fuerte, la que gana y ordena a la derecha es definitivamente mi mano izquierda. Me pregunto qué sería de ella si yo hubiera sido zurda.
Aman la sorpresa. No les importa el paisaje. El tren se pone en marcha y la parte más débil que hay en mí, es decir, mi mano derecha, también se va y conversa con mi mano fuerte, la cual adopta la misma debilidad que la primera. ¡Qué contradictorias son mis manos!

Ahora me pregunto si estos cuatro hermanos, estas dos niñas y estos dos niños, manos y pies son sencilla y completamente la parte más débil que hay en mí, la más contradictoria. Me pregunto si debería haber sido construida con un pie y una mano descolgándose de mis brazos y otra mano y otro pie descolgándose de mis piernas. Quizá si tuviera una mano y un pie como brazos y otra mano y otro pie como pies, quizá así, mientras mi rodilla conversa a la altura de la boca, la parte más más débil que hay en mí, mi mano derecha, podría ir escribiéndolo. Quizá también mientras mi pie camina desnudo por la tierra, la mano derecha le podría ir apartando las piedras y las espinas del camino que pisa. Miembros nuevos y más equilibrados, menos ciegos.

Me pregunto por qué no me ceñí al paisaje en ese viaje de vuelta en lugar de pensar en lo que hoy es este pequeño desbarro...

viernes, 1 de agosto de 2008

Oleadas de tristeza

I

Han vuelto a invadirle oleadas de tristeza
Así es como uno empieza a envejecer, ya lo sé
Sin embargo no puedo evitar que me
Invadan oleadas de tristeza
Así es como uno empieza a envejecer, ya lo sé
Al que está sentado a mi derecha han vuelto
A invadirle oleadas de tristeza

II

Todo lo que he escrito sobre nosotros es mentira
No es lo que fue sino lo que yo quise
mis nostalgias detenidas en inalcanzables ramas
mi sed extraída del pozo de mis sueños
bocetos alumbrados.

Todo lo que he escrito sobre nosotros es verdad
tu belleza
o sea una cesta de frutas una mesa en el campo
Cuando me faltas tú
o sea cuando me convierto en la última farola de la calle
del último rincón de la ciudad
Cuando tengo celos de ti
o sea cuando corro de noche entre los trenes con los ojos vendados
mi felicidad
o sea río soleado que rompe sus diques.
Todo lo que he escrito sobre nosotros es mentira
todo lo que he escrito sobre nosotros es verdad.

Nazim Hikmet (Turquía, 1902-1963)