martes, 28 de abril de 2009

Ejército de hormigas

Sigo enredada en mi espiral galeánica que como este ejército de hormigas me estalla en la boca



Tracey era niña en un pueblo de Connecticut, y practicaba entretenimientos propios de su edad,como cualquier otro tierno angelito de Dios en el estado de Connecticut o en cualuier otro lugar de este planeta.

Un día, junto a sus compañeritos de la escuela, Tracey se puso a echar fosfóros encendidos en un hormiguero.Todos disfrutaron mucho de este sano espacimiento infantil; pero a Tracey la impresionó algo que los demás no vieron o hicieron como que no veían, pero que a ella la paralizó y le dejó, para siempre,una señal en la memoria: ante el fuego, ante el peligro, las hormigas se separaban en parejas, y de a dos, bien juntas, bien pegaditas, esperaban la muerte

3 comentarios:

Gracia Iglesias dijo...

Lo más interesante es la forma en que el poema empieza, "como si nada" y la altura que toma al llegar al final, que es donde te pega el mazazo definitivo.

Anónimo dijo...

con lo bien que se está solo

Anónimo dijo...

Me dieron pena las hormigas. Yo de pequeña no jugaba a quemarlas, sino que les daba pipas...