sábado, 18 de abril de 2009

Paco Bello o Don Pletórico

Querido Don Pletórico, pletóricos nos quedamos los que ayer asistimos a tu presentación-concierto-de-amigos. Ayer S., que hace tiempo que ya es imprescindible a mis ojos, y yo, fuimos a la librería La Clandestina, un rincón lleno de sueños encerrados en libros que rezuman nubes en cuanto los abres. El cautautor y siempre poeta Paco Bello presentaba su ya segundo libro de poemas. Buenos días Don Pletórico. Fue una velada estupenda, incluso rodeada de un haz de luz romántico pues a su izquierda descansaba y dormitaba su guitarra, su querida adosada. Cada dos poemas la despertaba de su romántica siesta y la daba vida. Sí, una agradable velada ver cómo cada cinco minutos despertada a su compañera vertical para acunarla más horizontalmente al son de sus manos. Para mí Paco es tan sencillo como respirar. Tan sencillo y plano como su guitarra. No tiene adornos, parece que tampoco dobleces, aunque en esta ocasión se transforme en Don Pletórico. Es socialmente sencillo y lacónico en juicios pero también rotundo. Es corriente como la propia corriente de ese indispensable río al que desembocamos todos para beber y subsistir. Eficiente y sensible, lo cantan los lápices de sus manos. En fin, que para entender a un hombre llano y sencillo, lleno de profundidad, hay que hacerlo de forma llana y sencilla, eso sí, profundamente. Todo un descubrimiento. Lo conocí musicalmente hablando gracias a S. sí, aquella que me arranca de mis enredos musicales extraños para recordarme otras veces vivas de este mundo. Así que cuando tocó entre poema y poema su No sabes cuánto te he querido, la pequeña masai S. casi se echa a llorar. Claro que si hubiera sido la única ... Otra tuvo también que echarle un pulso al llanto por la emoción, Mayte Sánchez Sempere, una mujer que ya conocéis, maravillosamente impresionable, por lo menos ayer.

Has llenado los semáforos de sangre... me quedo ahí, me quedo ahí...



Entre los asistentes pude de nuevo ver el rostro de Naveiras, que empieza a ser fundamental a mis ojos porque aplaca cualquier sentimiento raro cuando te rodeas de gente que no conoces, porque se asemeja a aquel amigo que uno siempre quisiera tener, y despierta esa sensación costera como cuando uno entra en casa y todo está tranquilo; a la ya mencionada Mayte, siempre con los hombros a punto del seísmo, con los ojos al borde del precicipio de su propio océano, a pesar de tanto optimismo; a Enol, mi querido Enol, que siempre tiene palabras hermosas para mí, mis peces o mis vacas... y anima y anima y anima las inagotables ganas de mis manos; a José Zúñiga, donde me tiraría de cabeza a la sima de su voz... y por supuesto a Paco, un ser indispensable en este paisaje a veces tan siniestro... Lo mejor de todo, la emoción de S., la emoción clandestina de S. en La Clandestina. Fue una tarde llena de romanticismo.

Este poema que quiero subir a este rascacielos define a mi juicio, a veces tan erróneo, la calidad y el carácter de Paco. La sencillez. Pero como siempre digo, en la sencillez precisamente encontramos la profundidad...

Estrechez

El edificio
en el que vivo
se encuentra
a escasos
veinte metros
de otro edificio
en el que viven
aquellos que tienen
el edificio en el que vivo
a escasos veinte metros,
ya ves qué casualidad.

Algunas mañanas
me acerco a la ventana
y observo
la angosta terraza
de enfrente
donde
una señora
de avanzada edad
contempla
cómo yo la contemplo
mientras deshoja
una margarita
cuyos pétalos
caen
abandonados
sobre
el techo
de un coche
apretadamente
aparcado
cuyo seguro
venció
hace ya
dos años
y que
curiosamente
es el mío.

Cojo un trapo
y hago
como que limpio
los cristales.

Nos miramos
durante tanto tiempo
que
no tiene sentido
que ni siquiera
sonriamos un poco.

1 comentario:

elnaveiras dijo...

me sonrojo, al menos por la parte que me toca, claro.