Nunca he sido mucho de leer comics ni de otorgarle la importancia que arrastran, ya que nos forman y nos moldean desde bien pequeños. Hoy en día, mi amor por ellos ha cambiado. Y como siempre, cuando algo cambia en mí -y tiene que ver con el amor- es por S. Ella es una amante del mundo del cómic, guarda pequeñas reliquias que hasta yo leía de muy pequeña pero que luego, por una ley física de espacio, desechas. Ella no desecha, por eso me enriquece con su pasado que mantine tan fiel. En fin, que el jueves B. un compañero de trabajo, que tiende siempre a traerme a la memoria y a las manos cosas buenas, -hace un año me regaló una bici BH bolero, una mujer, porque es femenina como la mañana, a la que le dediqué unas palabras y que aún estoy pendiente de bautizar- me regaló la película de Persépolis. Me tanteó preguntando: Nuria ¿te gusta el cine de animación? Mi respuesta no fue apasionada pero finalmente me decanté por un sí. ¡Bendito si! En fin, que en cuanto me dijo que me había traído Persépolis me emocioné como una chiquilla y no dejé de repetirle: la quiero, la quiero, la quiero. Hacía tan sólo meses y de manos de otra compi del trabajo leí, -devoré- los cuatro libros de este cómic. Por supuesto, S. los devoró también. Pero en ella esa pasión es totalmente normal. En fin, que cuando B. me la dio, yo no dejaba de pensar: en cuanto llegue a casa le doy una sorpresa a S,. y sin dilación vemos esta película.
Nos emocionó desde el principio. Su comienzo nos enganchó. Desde el primer minuto nuestras retinas se llenaron de una estética particular que introducía pequeños dibujos a modo de mosaico, figuras estilizadas, y que recordaban un cuadro de Klimt, detalles todos que iban jalonando cada minuto y que luego no desengañaba. S. y yo no dejábamos de mirarnos y de decirnos -os prometo que en los dos minutos primeros- ¡qué bonita!, va a ser preciosa… Quizá pecamos prontamente pero con tan sólo esas primeras imágenes tan poéticas y visuales uno puede desentramar si le gustará o no una peli.
Su grandeza trascendía el mundo del cómic. Es una personal denuncia que, gracias a la versatilidad del cómic, genera una enorme simpatía. Por supuesto, nos fue imposible no llorar, aunque esto no es ningún hallazgo.
Persépolis es la conmovedora autobiografía de la escritora Marjane Satripi, iraní que vive desde su pronta edad toda la revolución islámica.
Cuando Marji cierra los ojos, mantiene íntimas charlas con Dios, charlas a las que por supuesto también se une Carlos Marx. Y cuando los abre ve la realidad de la guerra, una guerra que no comprende ni comparte. Su familia es muy moderna e intelectual, avala su rebeldía pero llega el día en que se dan cuenta que la sociedad donde habían vivido ya no existía como tal y deciden enviarla a Viena, antes que su vida desembocara en un matrimonio no deseado. En Viena completa su educación, y la completa en la propia vida. Se forma en las aceras, se muda mil veces de casa, por su extremada sinceridad que la enfrenta una y mil veces.
Y luego el personaje maravilloso de la abuela. La abuela de Marjane es uno de los más fundamentales en Persépolis, porque le enseña desde pequeña a estar orgullosa de sus raíces y no sentir vergüenza de sus orígenes. En un momento el diálogo de Marji con su abuela transcurre lleno de poesía. En cierta ocasión, y tras un abrazo, la niña le pregunta: Abuela, siempre hueles bien. ¿Cómo lo haces? Recojo flores de jazmín cada mañana... y las pongo en mi sujetador. Así, siempre huelo bien.
¡Guau, es genial!
Marjane es un espíritu libre de pocos años que va creciendo a medida que todo lo cuestiona. Ve de cerca la muerte en familiares queridos, muertes gratuitas y dolorosas que le ayudan también a crecer. Y aunque está llena de sueños, son dos los más destacan y los menciono por la disparidad que hay entre ellos. Uno es convertirse en profeta y el otro es poder depilarse las piernas algún día. Y aunque Marji, aquí, sea un dibujo, se hace mucho más humana que muhos personajes reales que deambulan por el mundo.
En cuanto al dibujo, plano como el horizonte, consigue la potencia necesaria entre el blanco y el negro, equilibrio éste que transmite una gran fuerza y rotundidad al mundo emocional de Marji.
Hay que verla, leerla, vivirla, sentirla, llorarla…
4 comentarios:
Yo no conocía ni el cómic ni la película hasta que hace algún tiempo hablaron de ella en el programa de libros "Página2" que ponen los domingos y que no me pierdo nunca si estoy en casa porque siempre recomiendan cosas buenas o al menos interesantes.
Aún no he tenido ocasión de verla, pero tras leer este comentario cada vez tengo más ganas de hacerlo.
Maravillosa la música de Rachmaninov, Nuria, es un regalo para los sentidos leer tu blog. Yo sigo fiel a mi vals. Me tienta cambiar como tú, pero creo que el blog necesita a Shostakovich.
No sé porqué pero no puedo ver las fotos de este post. Qué pena.
Hola gracia, estaba editando otra entrada, voy a arreglar lo de las imánenes, gracias por la información, yo desde mi ordenador ls veo pero algo debió dar error.
Léela y véla, disfrutarás con Marij, seguro. Te hará reír y te hará llorar, seguro.
Y sí, tu vals siempre necesitará ese Shostakovich que te convierte en alguien tan particular.
A mí también me encantó la película! Ese feminismo femenino en tiempos de guerra... a veces tan divertido, tan tremendo... ese renacer de la depre al ritmo del "Eye of the tiger"... ¡Qué buena!
Cuentan algunos que hubo tiempos prodigiosos en que los niños leiamos "El Capitán Trueno, y las niñas "Claro de Luna"...
Por lo visto fue en unos tiempos legendarios en que en España todavia no habian nacido los Comics.
Pero no se, quiza no sea cierto. Nunca se sabe...
Un saludo algo confuso
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