domingo, 4 de mayo de 2008

El bostezo de unas manos

Qué pereza mis manos para estos días festivos. Qué desatiendo para conmigo, madre de estas dos hermanas que conviven con mis otros dos gemelos, aquellos pies tan lejos de éstas. Estos días no he hecho vida de mis manos. Sólo mis pies me han caminado. Pero qué sueño mortal para estas dos despiertas gemelas llenas de dedos también dormidos. No han querido escribir ni una sola letra, ni en este pequeño rascacielos ni en nadie. No han querido ni mirarme. Han hecho vida totalmente independizadas del cuerpo del que se descuelgan. Y su única vida ha sido dormir. Qué descarada está siendo su huida, que descuidada su huelga, su desidia. A veces, en un jardín pleno han medio despertado y entre sueños la derecha despertaba a su hermana izquierda. Otras veces, sólo la izquierda despertaba y la derecha, aún dormida desconocía la soledad del intento de su gemela por relacionarse con el mundo de las palabras, ella sabe que sin la derecha no puede escribirme. Sólo mis pies me han caminado. Lo cierto es que estas somnolientas llevan durmiendo desde hace ya unos días. Sólo ahora me bostezan. Ahora, sobrepasando el ecuador de este periplo festivo siento que empiezan a desperezarse ya ante la normalidad que se avecina. Me pregunto si sólo plasman mis pensamientos en días normales. Si todo lo que se aleja de ello las aleja a otro mundo más onírico dejándome claro que no me dejarán formar parte de él. Como diciéndome: Si son tus pies los que ahora te caminan, olvídate de nosotras. Pero ahora me hormiguean igual que nos hormiguea aquella parte de nuestro cuerpo dormida a punto de despertar. Parece que poco a poco obedecen y escriben la biografía de lo que han sido estos días en palabras. Así que en el despiste, yo aprovecho este vehículo que son para mi cuerpo. Por eso hoy escribo entera. Escribo para no decirme a a mí misma que la vida se ha ido y estas dos desagradecidas hijas no me han consentido palabras. Escribo para que este viento de agua que espero que formen las palabras que me sobran desde unos días me siga llevando.. me arrastre a ese mismo océano que me aleja de este otro mar mundano que nos hace mella en la palma de las manos sin poder sacudirnos la rutina del dolor y la responsabilidad. De nuevo, y siempre antes de que mi otro yo afeite el olvido, yo me introduzco en letras. Sólo mis pies me han consentido otros hermosos paseos. Por eso aprovecho que se han levantado mis manos para dar más paseos y yo las paseo esta vez por este otro camino del lenguaje. Y mientras tanto, ese otro yo que hay en mí permanece en mi corazón sonoro, en mi realidad, en esta otra realidad cortada cuando parece que un sueño me aparta a un lado, hacia ese otro lado de la historia, mi prehistoria, mi silencio... entonces me doy cuenta de que mi cerebro echa de menos a estas dos hijas. Pero qué bien que el lenguaje pueda ser tan selvático, tan frondoso y desmesurado y poder decirlo siempre, una vez despiertan... Escribo ahora después de que la realidad de estos días me ha raptado las manos. El músculo esquelético hipnotizado de mis muñecas, que son el cuello de estas manos, se llena de otra carne más de dentro, así que me adelanto a ellas para decirles que ahora yo, delicada de salud, delicada por su ausencia, tengo a veces sueños que viven en su borde. Allí donde todo es barranco, sin manos. Pero somos unos supervivientes así que cuando me faltan manos hago un buen uso de otros dos gemelos, mis pies, que me han llevado y me han traído agradecidos de ser por mí utilizados. Hemos visto jardines, cielos abiertos, estanques quietos que me han ido llenando de ideas. Hemos calentado nuestros cuerpos al sol. Por eso a veces creo que estos cuatro hermanos entre ellos conviven mal, de hecho están tan separados, las primeras tan arriba, y aquellos otros tan abajo, pero que complementan mi vida. Cuando no puedo llamar a mis manos porque deciden dormirse bajo algún laurel, llamo a mis descansados pies para que me viajen por otros caminos más despiertos. Mañana os hablaré de aquellos caminos por los que me pasearon mis pies.

2 comentarios:

Víktor Gómez Valentinos dijo...

"Escribo para no decirme a a mí misma que la vida se ha ido y estas dos desagradecidas hijas no me han consentido palabras. "

Y sin acariar una cara, abrazar una espalda o dibujar en los labios del ser querido unas letras imposibles de pronunciar.
Manos que abren puertan y posibilitan alzamientos o descanso.

Buenas noches

Viktor

Mamen dijo...

Pues a mí me ha parecido muy fructífera y poética la siesta de tus manos, qué maravilla. Y también el paseo de tus pies. ¿Te quieres creer que no conozco Aranjuez?

Besos,
Lula.