domingo, 11 de mayo de 2008

Isadora

Esta mañana me ha venido a la cabeza el nombre de Isadora y he recordado su historia de un plumazo. He recordado al momento que el nombre de Isadora se mantiene en perfecto y pétreo maridaje con Duncan. Isadora Duncan. Adelanto entonces algunos datos de ella para que aquellos que conocen la importancia de su arte en la historia la recuerden, y que sea descubrimiento para el resto que desconoció su danza.

"Nací a la orilla del mar. Mi primera idea del movimiento y de la danza me ha venido seguramente del ritmo de las olas…"

*Tamara Rojo. Homenaje a Isadora



En un artículo de la prensa londinense que hablaba de Isadora se decía: "En esta época actual de elaboración y artificialidad, el arte de la Duncan es como un soplo de aire puro procedente de la parte más alta de una montaña poblada de pinos, refrescante como el ozono, bello y verdadero como el cielo azul, natural y genuino. Es una imagen de belleza, alegría y abandono, tal como debió ser cuando el mundo era joven y hombres y mujeres bailaban al sol movidos por la simple felicidad de existir".

De nombre original Nora Angela Duncan, siempre estuvo obsesionada por la danza. Alcanzó la perfección clásica y fue una constante innovadora. Transgresora en una época que no comprendía ver a una mujer irreverente que bailaba descalza, con una túnica destapando su cuerpo que tan a gusto se mostraba medio desnudo, y sin maquillaje, acabó conquistando a los críticos más duros que admitieron al fin que en su danza había un arte original y apasionado. Su concepto estético reivindicó el culto a la naturaleza del cuerpo. Los movimientos libres y fluidos que expresaban emociones internas acabaron por crear escuela. En sus actuaciones se vestía con una túnica transparente, con los pies, los brazos y las piernas desnudos y su largo cabello suelto. Isadora estaba convencida de que no era su cuerpo el que bailaba, sino su esencia, su alma, su interior.
Las trágicas circunstancias que rodearon su muerte han contribuido sin ninguna duda a la consolidación del mito que es hoy. Isadora Duncan murió en un accidente de coche en Niza, en septiembre de 1927, uno de los meses más bonitos para mí, porque son un preámbulo de otoño y arrastran aún el cálido estío. Murió estrangulada por la larga estola que lucía alrededor de su cuello, cuando se enredó en la llanta del coche en el que viajaba. Este accidente dio lugar a aquel comentario mordaz de Gertrude Stein de que “la afectación puede ser peligrosa. Duncan viajaba el asiento del copiloto acompañando a un joven y guapo mecánico italiano. Antes de subir, Isadora profirió unas palabras pretendidamente: "Adieu, mes amis. Je vais à la gloire!" (¡“Adiós, amigos, me voy a la gloria!”). Sin embargo, según diarios posteriores se desmintieron estas palabras siendo sustituidas por las que realmente profirió: "Je vais à l'amour" (“Me voy al amor”), ya que declaraban póstumamente su aventura con el joven. Cualesquiera que fuesen las últimas palabras de Isadora, cuando el choche inició su marcha, la hermosa estola, suficientemente larga como para envolver su cuello y su talle y ondear fuera del automóvil, se enredó entre la llanta de radios y el eje trasero del coche provocando el estrangulamiento de la bailarina.
A mí me parece tan simbólica la manera en que murió Isadora... Porque lo pienso y creo que murió a merced de otro baile, de otra danza, la danza de un largo pañuelo de seda que rodeaba travieso su cuello pronosticando su fin. En la película recuerdo perfectamente cómo se alzaba la estola al viento en perfecto baile a medida que la bailarina iba perdiendo el aire que nunca llegó a sus pulmones. Murió como nació, con el baile bajo sus pies.

*Isadora. Fotografías



A los cinco años de edad anunció a su familia que sería bailarina y revolucionaria. Y lo fue. Pudo ser pianista, pintora o poeta, pero en su danza juntó todas estas disciplinas. Nacida en San Francisco, el temprano dolor por la separación de sus padres lo volcó en una intensa aprehensión de todo lo que su madre pudo enseñarle.
La escuela para ella encarcelaba su cuerpo y plegaba sus alas por lo que no tardó en abandonala. Su educación fue escuchar incesantemente a Beethoven, Schumann, Schubert y Mozart. El ritmo y la sensibilidad sitiaban su alma. A los seis años con sus bailes simulaba los movimientos del mar, de las olas. Esto fue el despunte como bailarina. Era una niña solitaria y retraída que solía jugar en la playa mientras observaba el mar. Su fascinación por el movimiento de las olas sería el germen de su arte en los años posteriores. Bailaba dejando escapar al aire sus ideas, sus imágenes más poéticas.

Isadora Duncan tuvo una vida personal tan poco convencional como la expresión de su arte, y vivió siempre al margen de la moral y las costumbres tradicionales. Pionera del ballet, atea, bisexual y revolucionaria se casó con el poeta ruso Sergei Esenin, pero el carácter violento del poeta y su adicción al alcohol acabaron con el matrimonio. Entonces eligió ser madre soltera y tuvo dos hijos. Su vida privada no estuvo nunca exenta de escándalos, ni de amantes, ni tampoco de tragedias. La más espantosa fue ciertamente la muerte de sus dos hijos, ahogados en un accidente al caer a las aguas del Sena el coche en el que viajaban.

Recomiendo la película "Isadora (AKA Loves of Isadora) con Vanessa Redgrave de Karel Reisz (1968) con música de Michael Jarre. A mí me encantó la interpretación de Redgrave. Pero esto no es comentario objetivo ya que a mí siempre me encanta la Redgrave.

7 comentarios:

Rafa dijo...

Vi la película de Isadora Duncan cuando yo tenía taitantos años, en plenitud romántica, te puedes figurar el impacto, pero la danza clásica aún no era mi fuerte, y los beatles emborronaban la escena.
Con los años y la serenidad de mi espíritu, completé aquella danza de mi juventud, y repetí la película, interesándome la biografia de Angela Duncan.
Gracias por el recuerdo.
Un saludo.Rafa

nuria ruiz de viñaspre dijo...

Los Beatles también emborronaron la escena de mi juventud, más cercana. Qué bien que estés entre esos primeros para el que un nombre es un recuerdo y no un descubrimiento. Muchos besos

Isabel Mercadé dijo...

Gracias por el recuerdo, Nuria. Y por el vídeo de Tamara Rojo que parece reproducir fielmente lo que sólo podemos imaginar.
Un beso.

Anónimo dijo...

Uff, esta película, esta historia y esta mujer, me dejaron marcada cuando era una niña. Debía tener yo 10 u 11 años.

Y me quedé prendada de Redgrave también.

Es curioso, porque por aquel tiempo también andaba yo inmersa en los Beatles y su Album Blanco y escribiendo su nombre en las mesas y paredes del cole.

No sé por qué, siempre asocio esta historia o esta película a otra que me dejó marcada: Muerte en Venecia, de Visconti. El concepto y la fuerza de la belleza, el alma, la expresión, la tragedia...

Quizá es porque descubrí ambas historias casi a la vez.

Me pregunto cuánto de marca dejan, cuánto influyen estas cosas en la vida, en la forma de ser de un@.

En fin... gracias por la memoria.

mjromero dijo...

Una mujer excepcional, en un tiempo excepcional, amor y sufrimiento, me impresionó la muerte de sus hijos ante la mirada de su madre.
Gracias, por recordárnosla y con ella su época.

Un abrazo

Gracia Iglesias dijo...

No he visto la película, pero mi madre sí debió verla y supongo que le impactó lo suficiente como para contarnos la historia de Isadora a mi hermana y a mí cuando aún éramos muy pequeñas. Siempre me ha causado fascinación; su nombre, su figura y, sobre todo, su leyenda. Gracias por darme más datos y por traerla a mi memoria.

nuria ruiz de viñaspre dijo...

Isabel
Tamara Rojo es maravillosa. El año pasado fui a verla además por estas fechas, representaban en el epicentro del estanque del Retiro el ballet El lago de los Cisnes, fue una experiencia maravillosa, por ella, por la compañía que me acompañaba y por supuesto por el enclave.

Suigeneris
A mí también me marcói. Intento recuperar ahora la película pero es difícil. Yo la vi en la televisión, aunque algo más mayor. Aún recuerdo las sensaciones que me causaba su danza. Redgrave, ay Redgrave…Que decir de Muerte en Venecia y la maravillosa música de Mahler, recientemente nombrado… Todo nos marca.

Alfaro
Que tu nombre me recuerda el faro de la Wolf. Te repito lo que le digo a Rafa. Qué bien que también sea un recordatorio.

Gracia
Si me hago con la película te la dejo para que la veas y se llene por completo tu memoria.