jueves, 29 de enero de 2009
El bandido del viento
Me faltaron muchos rostros. Es cierto. Me faltaron muchos rostros confirmados que no vencieron el frío y el viento de ayer, pero hubo tantos otros que no esperaba y que eran tanto o más importantes para mí que aquellos que no vi. Me faltaron muchos rostros. Rostros que se perdieron en las orillas del camino. Un camino donde se olvidaron sus pasos. Perdidos en un océano o arrastrados por otra corriente más mediática. Me faltaron, sí, pero pude ver el rostro de Marga Clark, por ejemplo, nombre importante para mí porque la considero toda una profesional de la fotografía sobre todo y de la poesía, sobre todo. Una mujer con la que, este año, y si todo marcha bien, volvamos a coincidir en un mismo paisaje y lo que es aún más emocionante, con nuestra poesía.
Estos rostros inesperados equilibraron la ausencia de aquellos pasos perdidos. Igualmente el rostro de mi ya querido Marcus Versus, que parece -aún no sé por qué pero me encanta- que nunca falla en mis silenciosas propuestas, incluso después de confesarme que no tenía noticias del acto y se enteró casi por accidente. Marcus acaba de abrir la hermosa caja de Pandora pero esta vez con el nombre de Casimiro Parker, un nuevo sello editorial -de esmerada estética y esmerados autores- en el que confieso me gustaría mezclarme en letras en algún momento de mi camino, confluyendo así con el suyo. Estuvo, también como siempre, la magistral mano -fotográficamente hablando- de José Naveiras, con el cual me emocioné sinceramente al ver su libro ya entre manos, Pecado de silencio. Amigos personales, desconocidos queridos a los que puse cara...
Enol, por ejemplo, que sí luchó contra viento y marea para venir a ver mis geométricos peces. Amigos del trabajo también. Me faltaron rostros, sí, ¿y qué?, mi boca no es tan prolífica como mis manos. Si lo fuera supongo que no escribiría tanto, sería más bien toda una oradora. Mis manos no son buenas conversadoras cuando hablan, porque supongo, esto desequilibraría su otro lenguaje, el escrito. Me faltaron, sí, claro que me faltaron, pero conté hasta quince bocas que me felicitaron por mi querido, nuevo y casi mágico Pez místico.
La entrada de Inoidel -se retrasó en su camino- me arrancó los nervios de golpe. Así que estos se hicieron con mi cuerpo y mis manos los minutos anteriores. Ya en casa, charlamos hasta altas horas de la madrugada con los míos, los míos verdaderos, mi sangre, el líquido de donde viene todo, mis venas, los nervios de mis venas, de donde viene todo aquello que ahora soy, mis letras. Mi madre, que me dio dos hermanas a las que adoro y que además son creativas. Hace casi diez años que no coincide en una presentación mía por cuestiones de distancia así que su asistencia ayer después de mi persistencia fue emocionante. Es cierto que hubo un momento en mi intervención que hubiera deseado cavar y escarbar la tierra que yacía bajo la cuadrada baldosa al sur de mis piernas, y dejarme tragar, definitivamente. El retraso de Ino, la ausencia de mis rostros confirmados, el reloj que rebotaba de horas a minutos, de minutos a segundos, y quizá un cúmulo de actos más sin importancia, hicieron de mi cuerpo un manojo de flores rotas que el viento fuerte de afuera vapuleó por un segungo a su antojo. Así que por un momento, sólo por un momento, deseé que mi papel de peso sujetado con mi mano, con esa misma fuerza que el niño sujeta su cometa, saliera volando y me llevara con él, como en un hermoso cuadro de Chagall.
Gracias a todos aquellos rostros. Los más queridos, los más queridos. No tardaré en subir fotos, si Naveiras me lo permite, que será que sí.
El video es cortesía del querido Enol. Las fotos del querido José Naveiras.
Un inciso: Es curiosa la vida. Conocí a Inoidel en el albor de aquellos días en que tenía pendiente la presentación del libro. Y ayer, exactamente un día después de la presentación, él terminaba sus sesiones de rehabilitación y yo, curiosamente las mías también. Exactamente un día después a la presentación del libro. Exactamente ambos. Como si fuera todo un extraño rito donde finiquitábamos nuestras sesiones de lesiones. Y entre este paréntesis de meses, un libro, un amigo. La vida a veces está llena de símbolos. Sólo hay que abrir bien los ojos para saber verlas.
Gracias Mayte por tus palabras-
Otro inciso: A los que considero verdaderamente míos, como S., mi familia, G. P. y mi querido R. no los nombro porque ya viajan conmigo y sus nombres, sus iniciales van inmersas en mis letras.
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7 comentarios:
gracias a ti por tus versos.
Si tus manos son más prolíficas que tu boca, no quiero imaginar lo que voy a encontrarme en tus poemas. Espero conocerte pronto, comprarte el/los libro/s (leeré tu blog mientras) y... si me lo permites, ser un rostro más en tu próximo recital.
Un abrazo,
y gracias a ti por estas palabras, por amar como amas (a hermanos, amigos y compañeros de oficio...).
Silberia
Buen ambiente Nuria, a pesar del viento. A pesar del viento mis ojos se posaron por tus folios y mis oidos captaron esa música.
Los que te queremos disfrutamos muchísimo con la voz de Marta, con el maravilloso saxo en las manos de Inoidel y sobre todo con tus poemas. Fuiste una anfitriona perfecta a pesar de los nervios que siempre van contigo en estos actos. Un besote muy fuerte.
S.
Como era de esperar, a pesar de los nervios disfruté presentándote, me encanta participar en momentos tan intensos y memorables. Fue, de verdad, algo mágico... la voz de Marta, el saxo de Inoidel y tus versos, contra el viento y el frío.
Me alegro de haber estado.
Un beso,
Mayte
Pepe, tengo ganas de descubrir que tienes la misma buena mano cuando escribes que cuando fotografías. Pecado de silencio, qué ganas de leerlo
Silberia
Gracias a ti por mirar como miras. También te visito, es más voy a dejar mi huella por allí
S. ¿qué puedo decir que tú ya no sepas? gracias por tu confianza, tu apoyo, y por, bueno, por todo- aunque mejor te lo voy a decir ahora´mismo en vivo
Mayte, gracias por tus palabras. Gracias por todo a pesar de eso que dices, los nervios, al final nos parecemos. Sí, un buen maridaje, música y poesía, sí.
Ana, mi querida Ana a la que aún no he puesto cara. Hablas como si hubieras estado ahí, y eso me alegra muchísimo. Gracias por tus ojos y tus oídos.
¿Cómo no disfrutar de tu poesía? y más en la voz de Marta, siempre impecable, y más, si aún cabe, acompañada del profundo sonido del saxofón de Ino (¡qué confianzas me tomo!)
Fue todo precioso, y si no lo he puesto antes aquí es sólo porque he estado ausente de la blogosfera unos días. Vuelvo. Siempre regreso a este jardín tuyo de letras. ¡Enhorabuena!
Las fotos son preciosas. Las mías salieron fatal, pero son un bonito recuerdo pese a todo.
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