Ayer fue mi primer día de vacaciones. Eché mis vacas a un concurso y me fui temprano y con ciertas dudas hasta la Fundación Juan March. Allí me esperaba la soledad del salvajismo de Tarsila do Amaral. La artista caníbal de los colores fuertes, la artista hambrienta de las formas redondeadas de hombres y mujeres, de casitas, palmeras, barquitos y animales pintados con una ingenuidad calculada. Naturalezas exuberantes y sensuales.
Encontré en Minas los colores que me encantaban de niña. Me enseñaron después que eran feos y vulgares. Pero me vengué de la opresión y puse en mis cuadros azul purísimo, rosa violáceo, amarillo vivo, verde rutilante, escribió la artista geométrica y postcubistas. Y es que ya lo dijo la artista: El cubismo es el servicio militar del artista. Todo artista que quiera ser fuerte tiene que pasar por el cubismo...
Si os fijáis, Antropofagia, es una sorprendente síntesis de los dos cuadros anteriores. Dos en uno. Condensados. Mezclados.
Estuvo casada con Oswaldo de Andrade, uno de los grandes poetas latinoamericanos de la vanguardia. Es una conjunción de nombres donde la pereza solar no existe. Ambos estaban frenéticos de vida. Es innegable el mutuo deslumbramiento de esta pareja de pintura y poesía. En la poesía de Oswalde se percibe la marca visual de Tarsila del mismo modo que en la pintura de Tarsila la inconfundible presencia poética de Oswald, construyendo juntos una revolución a cuatro manos.
En fin, maravilloso día de color. Salí de allí y caminé y caminé y caminé. Casi una hora disfrutando del sol y de las calles claras de Madrid. Me reencontré a mí misma en una de esas calles y llegué a la Casa del Libro de Goya. ALlí, llena de sol compré el libro La chica que soñaba con una cerilla y un bidon de gasolina, un regalo para S. Lo cuento porque ya lo encontró ayer escondido entre la ropa. Saltaba como una niña.
* Cosas que me gustaría hacer estas mañanas de sol:
Ver las bellas durmientes del Prado (que seguro que está la Ophelia de Millais), ir a la Casa Encendida a ver videoinstalaciones de Pierre Coulibeuf, al Reina Sofía a ver las Dependencias de Eulalia Valldosera, hacer excursiones, incursiones, compras y descompras... Ir a finales de marzo a ver a Angélica Liddell, porque viene. Entre medias ir a Valencia. Volver. Pasear y luego pasear para contarlo todo. Y lo escribo para recordármelo, y por miedo a que me entre esa "pereza solar" que los mencionados arriba jamás sintieron. Ah y escribir y escribir mucho y preparar mi pez para su salto de agua.
soy un pensador
soy un pensador sin sesos
un pez-puta sin sexo
un pez-combate
una arruga sin mapa
un atlántico necio
una lavadora exaltada
un pez con traje limpio
un estrecho de mar en el barro
el endoesqueleto de un lucio
una carpa sin techo que canta al hueso
un descerebrado que está perdiendo el olor
El pez místico saldrá publicado en unos meses. ¡Qué ganas, mi pez!
2 comentarios:
Enhorabuena por ese pez místico!!...
Un saludo.
Gio.
Pues nos encontramos ambos.
Habrá que hacerse con esa geometría, después de lo que sobre ella he leido a Naveiras. ¿Te hace un trueque? Me gusta intercambiar con los colegas.
Eso, aparte de buscar más cosas por la casa del libro.
Si el viernes vas a la presentación, allí nos vemos.
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