martes, 3 de febrero de 2009

El estado es una consecuencia

Johannsson me sume. Me tiene atrapada. Me dejo atrapar. Su música me sume en una especie de melancolía en la que todo toma una dimensión exagerada a mis ojos. Todo me hace intensamente feliz pero al momento ese estado se torna sitiando el país de mi cuerpo y llenándono de hormigas inquietas, pequeños habitantes que martillean mis sienes con sus dientes. Con esa misma intensidad con la que construyen sus casas. Sí. Johannsson me sume. Estoy atrapada en este remolino. Lo confieso. No puedo apartarlo de mis oídos. Los sentidos se acentúan. Todo es gigante en mi corazón. Descomunal. Una noticia buena. Una noticia mala. Los extremos de mi cuerpo se tensan en ambos mapas. Me tensan. Entonces me rompo como un cristal y pesar de intuir los pedazos rotos por este suelo no puedo salir de él para evitar el golpe. Lo acepto y aunque sé que no tardaré en recoger estos pedazos rotos, me sumo en este estado. S. me destensa. Entonces pienso que el estado no es más que una consecuencia de lo exterior entrando en nuestro interior. ¿Debería ir hacia otro lado? ¿o permitirme a mí misma experimentar cada minuto aunque duela? ¿cerrar las puertas de ese interior para impedir la entrada de lo exterior? Ahora nado entre peces y voy rescatando casi a diario alguna que otra vaca descuartizada.

Este video es del disco IBM 1401 A Users Manual-Manual para usuarios (el primer ordenador personal que en 1964 llegó a Islandia).

2 comentarios:

Gracia Iglesias dijo...

La música nos transporta y nuestro ánimo se refleja en ella. No dejes que la desesperación de hunda, y si la cuerda se tensa en el lado equivocado ¡córtala! ¡que no te arrastre al fondo! Agárrate a la cometa de las letras y vuela.

Sergio dijo...

yo soy partidario de no cerrar las puertas por miedo al dolor. pero claro, esto es un rascacielos, y tus invitados pueden molestar a los vecinos ("que les jodan", diría yo).

sí, yo me sumo. sumo-zumo-humo.