Oliver Rappoport. Ya hablé de él aquí y aquí también, cuando fui por vez primera a escucharle al Auditorio del Reina Sófía. El neopercusionista de este siglo. Hoy vuelvo a Oliver porque me reservó personalmente una invitación -lo cual, no hay duda, ha aportado felicidad al momento-, para el estreno de esta mañana en el Auditorio Nacional. Se estrenaba Metanoia , palabra griega que significa algo así como un "cambiar de modo de ser", de raíces, literalmente, una profunda conversión en su sentido más religioso, a veces hasta un arrepentimiento repentino, un cambio de dirección, algo ortodoxo. Palabra con claras raíces religiosas, yo veo en ella pura metamorfosis, aunque en cualquier caso creo a pies juntillas en la belleza de esa palabra y de su significado concibiéndolo como ese movimiento interior del músico a la hora de componer esta magnífica pieza. Magnífica también la dirección de Kwamé Ryan, director canadiense de la Orquesta Nacional Bordeaux Aquitaine.
Y si lo pensáis, todo no es más que eso, un viaje. Trascendemos de una etapa a otra, un sólo paso nos separa del siguiente y éste del aquel más próximo. Somos corcheas en el pentagrama del mundo, peatones-notas que se persiguen una a otra, figuras en movimiento pero figuras musicales. Somos las notas que componen todo esto, los instantes de la vida. Somos encrucijada para nosotros mismos y a veces ¡cómo no! la clave del sol para otros. Somos lenguaje, soporte y espacio. Fórmulas del compás donde conviven silencio y alteración. Entonces pienso que sí, que somo música y por eso viajamos, nos descorchamos. Nos des-corchea-mos. Viajar nos convierte. Nos reconvierte. Somos metal en movimiento. Calcio metamorfeseado. Cambio. Pura metanoia. Todo eso fui yo esta mañana, gracias a la metanoia de Rappoport. Metamorfoseado fue mi cuerpo y mis oídos haciendo de todo un todo cuando escuché ese movimiento interior de Rappoport hecho notas, hecho texturas. Le vaticino si sigue así notas futuras como aquellas notas polacas pendereckianas o lutoslawskieskas o aquellas otras más soviéticas shostakovichescas, (no sé ni cómo adjetivar estos nombres) en fin, que me encanta la propuesta de su música.
En definitiva y para mí, la música de Rappoport es orgásmica, orgiástica, oligoeleméntica, de otromundo, es orgánica. Original. Obscura, octágona, ocurrente, te ofusca. La música de Rappoport es olorosa. Onomatopéyica. Oválica y espiral. Es todo esto y más, es todo menos optimista y consigue atravesar toda tu osamenta. Es puro oxígeno para los pulmones. Es ozono tras la lluvia.
Os dejo un Penderecki y un Lutowslaski ah y un Rappoport
*según me dijo Oliver, el final de la obra no es del todo el final, está terminada con una cierta y magistral anticipación. Así que promete extender en segundos esa particularísima y para mí novedosa Metanoia. Por mí como si la exiende hasta el final de nuestros días... para nuestro goce.
Luego sonó alguna danza sinfónica del West Side Story de Bernstein. Fantástico. No me pude quedar tras el descanso para disfrutar Rachmaninov pero me vine bien contenta.
Un dato curioso: Tras una peregrinación de metro -pues en uno o dos despistes desvié mi rumbo por esos subterráneos- llegué al auditorio, tras recoger ya con mucha prisa la invitación, casi me llevo por delante a Antonio Gala. Llevaba un sobre como el mío así que supongo que también debió asistir, o quizá no. En fin, que ya dentro, y tras ver casi un lleno total, en la butaca, justo a mi lado, como caído del cielo de ese auditorio, se sentaba el hermano de Oliver. Tres amigos de él -o conocidos- a mi derecha han dicho, es el hermano de Oliver. Yo no he podido menos que mirarle y puntualizar, es cierto, sois bien parecidos. En el descanso, cuando marchaba, le dije que le transmitiera a Oliver mi felicitación por su Metanonia. Me ha parecido tan mágico ver alguien tan parecido a él justo al lado.... Miraba las manos del trío de mi derecha que hablaba de partituras e imaginaba qué instrumento podrían tocar. La chica que iba con el hermano-doble de Rappoport las tenía tan finas como para dominar un piano.
*creo que uno de los chicos que se sentó a mi lado es Iñaki Estrada. Internet es el futuro.
3 comentarios:
hola, acabo de ver tu blog gracias a una entrada en la que hablas de Inoidel, que también es uno de mis saxofonistas preferidos (en el vídeo también sale Chepe, que toca de maravilla).
Me ha gustado conocer el lado más personal de Inoidel. Tenemos amigos en común y ya sabía que había sido muy fuerte para recuperarse.
Me han gustado las cosas que cuentas, un día de estos volveré a pasarme por aquí.
Un saludo
Pues en efecto, era yo quien se sentaba cerca del hermano de Oliver, dios, cómo se parecen! Curiosidad por saber cómo sabes de mi...
Por lo demás poco que comentar: la metanoia de Oliver es un escándalo de obra, simplemente genial.
hola estrella
de inoidel hace tiempo que no sé pero te garantizo que sí, que realmente fue una historia muy intensa la suya..... si sé algo de él te lo haré saber
elignasi o iñaki o ignacio
jajajaja, indagando sólo por la superficie di con una foto tuya y efectivamente eras tú el que tenía al lado en la metanoia de R.
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