Y en la Feria del libro de Zaragoza, el viernes 5 de junio de 11.30 h a 14 h. Caseta Librería Central.
En Zaragoza también a las 19 h lo presentamos en la librería EL Pequeño Teatro de los Libros, acompañada del poeta Miguel Ángel Ortiz Albero.
Ólafur Arnalds me llevó a Max Richter y éste, éste me ha llevado a Ari Folman. Probablemente, digo sólo probablemente, si siguiera en esta espiral, esto último me llevaría a otro y ese otro a otro y así sucesivamente hasta llegar quién sabe si de nuevo a aquél primer eslabón que lo movió todo. Todo parece estar enlazado. Como este vals. Me hice con Memoryhouse de Max Richter después de escuchar obsesivamente a Arnalds. Y tras esta nueva obsesión de Richter, y tras escuchar su trabajo Waltz whith Bashir, buceé tan sólo unos metros al fondo para ver la película con el mismo título Vals con Bashir . La banda sonora por supuesto ya la conocía, llevo días enredada en ella. Pero ayer vi la película de Folman y en fin, es magnífica. Sencillamente magnífica. Es un documental de animación sobre la guerra del Líbano de 1982. La masacre de Sabra y Chatila. La matanza de refugiados palestinos en esas poblaciones.
”Cada persona recibe las canciones de diferentes maneras y lo que en unas provoca una inmensa alegría en otras provoca una angustia desmesurada.”
150.000.000 es el nombre del autor de este poema. Su ritmo es la bala. Ahora, ante los ojos de todos.—Vladimir Maiakovski—
Este viernes 15, (por cierto, segundo aniversario de este Rascacielos) a las 19.30 h, en la librería Primado, todo un referente en Valencia, la editorial Ya lo dijo Casimiro Parker, cada vez más otro referente en Madrid, presenta dos libros.

Ayer viernes S. descansaba. Yo trabajaba hasta las 14 h. El día anterior me dijo T. de Olifante Ediciones que ya había enviado un paquetito con algunos libros de El pez místico. Yo le dije entonces a S. que estuviera atenta a todo ruido allá afuera, más allá de la frontera radiante de la puerta de casa. Que estuviera atenta a cualquier golpecito en la puerta dado con sumo cuidado con la cola de mi pez. Eso hizo. Estar atenta. A las 12 del mediodía S. me llamó al trabajo para decirme: ¿a que no sabes quién ha llegado? Y yo, contenta y emocionada como una niña de 40 años le dije: -es el pez, ¿ha llegado el pececito? ¿cómo es?, le insitía. Ábrelo, tócalo, galopa con tus dedos por sus páginas y dime cómo es la textura de su escama. Hunde tu olfato entre su cuerpo deshojado. Míralo bien para describirme exactamente á qué huele y a qué sabe. En fin, que S. se reía mientras me contaba lo mucho que le gustaba. No lo hizo mal, porque cuando llegué a casa con la prisa en los zapatos pude cotejar toda descripción antigua. Efectivamente es de un gris místico. Pero lo que más me llamó la atención fue eso, su textura. Tiene la textura de un pez. Es escamoso y amorosamente rugoso. Con montañas de relieves sobre su lomo. Laminoso. Como si fueran células epidérmicas muertas que pareciera se adherían a la piel de tus ansiadas manos. Como si quisieran trepar por ellas. Como si fueran eso, láminas microscópicas que toman otro volumen a tus manos. Imposible la separación. Su cuerpo interior es compacto gracias al grosor y su tono es un ahuesado que se asemeja al esqueleto óseo de los peces de mi mente. Peces con huesos en forma de espina. Colores hueso intenso mancillados con suministros y suministros de tinta negra, como si cada página hubiera sido violada por un calamar enfurecido. En ese mismo interior, que es como un todo, hay alguna que otra cría de pez: un separador y una postal con una foto de esta que suscribe, pero todo con un gusto exquisito. Mi enhorabuena desde aquí a Olifante. Es a mi juicio un libro-pez completo. En fin, que aquí lo tengo, delante, cogiéndolo para describir con la misma exactitud que hizo S. la apariencia física de El pez místico.