Ólafur Arnalds me llevó a Max Richter y éste, éste me ha llevado a Ari Folman. Probablemente, digo sólo probablemente, si siguiera en esta espiral, esto último me llevaría a otro y ese otro a otro y así sucesivamente hasta llegar quién sabe si de nuevo a aquél primer eslabón que lo movió todo. Todo parece estar enlazado. Como este vals. Me hice con Memoryhouse de Max Richter después de escuchar obsesivamente a Arnalds. Y tras esta nueva obsesión de Richter, y tras escuchar su trabajo Waltz whith Bashir, buceé tan sólo unos metros al fondo para ver la película con el mismo título Vals con Bashir . La banda sonora por supuesto ya la conocía, llevo días enredada en ella. Pero ayer vi la película de Folman y en fin, es magnífica. Sencillamente magnífica. Es un documental de animación sobre la guerra del Líbano de 1982. La masacre de Sabra y Chatila. La matanza de refugiados palestinos en esas poblaciones.
Hay películas con imágenes tan poderosas que se te quedan grabadas, y luego cuesta quitártelas de la cabeza, para bien y para mal. Vals con Bashir ha sido un poco algo así..
El dibujo del documental es plano, me recordó a Persépolis. A su dureza. Todo parecía moverse alrededor de los personajes, tan quietos, tan deslizantes, tan oníricos e irreales... No es ni mucho menos una película bélica, es más filosófica si cabe. El título es la consecuencia de una secuencia. Un baile. Un vals. Un vals de Chopin op. 64 de un soldado disparando al aire en un fuego cruzado, y frente a un enorme cartel del presidente Bashir. Un cartel acribillado por las arbitrarias balas.
Solamente al final hay unas durísimas imágenes de archivo, fotogramas reales. Según el director trata sobre la memoria, sobre la memoria perdida, la represión, sobre adónde van nuestros recuerdos cuando los reprimimos, ¿siguen viviendo con nosotros? Trata sobre los sueños, sobre las alucinaciones y lo subconsciente, sobre todas esas cosas que sólo podemos dibujarlas...
La memoria es fascinante. Toma este experimento psicológico... A un grupo de personas se les ensaña 10 imágenes distintas de su infancia. Nueve de ellas son realmente de su infancia y una es falsa: Su retrato fue añadido en una feria que nunca visitó. El 80 % se reconoció a sí mismo, reconocieron la foto falsa como real. El 20 % restante no pudo recordarla. Los investigadores preguntaron de nuevo. La segunda vez dijeron que sí recordaban la imagen. "Fue un maravilloso día en el parque con mis padres". Recordaron una experiencia completemente fabricada. La memoria es dinámica. Está viva. Si algún detalle se pierde, la memoria rellena los huecos con cosas que nunca ocurrieron.
He leído que Folman, el director, fue soldado en las Fuerzas de Defensa de Israel cuando sucedió la invasión del país vecino, y la película es un intento por narrar sus experiencias y las de sus compañeros de aquel momento, a través de un formato animado.
No quiero que los espectadores salgan del cine y digan ‘sí, este es un buen film de animación’”, aseguró el director en declaraciones a la prensa. “Estas cosas pasaron, miles de personas fueron asesinadas, niños fueron muertos, mujeres, ancianos.
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