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S. hoy marchó a Valencia. Me reencontraré con ella el viernes junto a G. y P. dos de nuestros ya grandes amigos para ver por última vez el mar en este verano raro. Hoy lo hablaba por teléfono con otra amiga del trabajo que me preguntaba dónde anduve. Lo interesante de unas vacaciones no es el lugar adonde llevemos nuestros cuerpos. A veces la sociedad te obliga a salir de viaje lejos, muy lejos para desconectar de un mundo que arrastramos con el único fin de sacudirte el invierno de la piel y disfrazarlo de una tez que no durará pero perdurará en tu mente. Eso sí, si no lo haces te tachan de qué sé yo, desde aburrida hasta mezquina, pero la verdad es que nada tiene que ver ni con el dinero ni con la manera de ver la vida. Creo que nos equivocamos, ya que la verdadera esencia de unas buenas vacaciones es estar con aquellos que más quieres, el lugar de destino es secundario, porque el destino está inmerso en nuestros cuerpos, los cuales son vehículos y han sido tan libres en estas tres semanas que hemos recorrido casi sin quererlo ciudades del norte más otras tantas del sur, a veces en casas de amigos otras de familiares, pero siempre junto a quien más quieres. Hemos estado con nuestras tres familias. Estuvimos con mi familia, con la familia de S. y hemos tenido tiempo de disfrutar hasta el infinito de nuestra tercera familia, que no son más que nuestros amigos más recientes pero también más antiguos, aquellos que crees que conoces desde toda la vida, donde sientes que hay consanguineidad además de afinidad. Hemos echado en falta a otros tantos pero este último par de días ha sido concéntrico.
Y este epílogo de vacaciones tuvo su culminación así, en este fin de semana. Nos fuimos de viaje a tan sólo 50 km de Madrid, porque cada vez que se sale de casa se sale de viaje, y eso sí, esta vez junto a todas esas personas que antes mencionaba, esa otra familia elegida por uno mismo, los amigos.
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El enclave, de nombre mágico, fue perfecto y homenajeo con estas fotos al cocinero y a la que algo tuvo que ver con ese postre que no son sino P. y S. y por supuesto a todos los que por allí pasamos.
5 comentarios:
Llego con la lentitud de los bueyes, menos mal que puedo dejarte mi comentario.
Qué entrañable esta crónica de tus vacaciones.
No se necesita hacer grandes cosas para ser feliz, y a veces la felicidad, como te ha sucedido a ti, la tienes donde está tu corazón.
Feliz verano, Nuria, que aún no se ha acabado.
¿Qué puedo añadir?... ;)
¡Tenéis que bajar al surrrr!
Me pongo celosa de no poder estar donde quisiera, de moverme en todas direcciones. Y celosa de esa casi cocina griega, y de la última foto que me ha dejado embobada durante un buen rato.
Oye Nurita, ¿has visto una película-documental de Chris Marker que se llama Sans soleil? (Es completamente necesaria).
Besos*
Alfaro
con la lentitud de los bueyes, me ha encantado esa expresión... Poco a poco voy volviendo. Un saludo atrasado
Gracia
Nada que no hayas añadido ya, lo añades todo a diario
Laura
Me voy a hacer con Sans soleil, no lo conocía pero estuve mirándolo y tiene muy buena pinta.
Lo del sur para cuando el destino disponga, que dispondrá si lo empujamos un poquito
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