miércoles, 12 de enero de 2011

un sui génereis génesis

un sui géneris génesis. un gen que germina. porque antes de nada la tierra dormía. antes de nada, la nada. antes de esa nada la tierra estaba desierta y era informe y vacua, como cantaba aquel antiguo génesis. antes si acaso la conciencia de vivir a la intemperie, como antecede la frase que abre el libro. antes, esa misma nada echa tinieblas que cubría abismos... y justo antes de esa nada y de su germen, alguien creando su propio génesis.

con mano nueva pero con mano-pasado, Ana Martín Puigpelat en apuntes para un génesis nos adentra en un juego divino de paletas y pinceles. nos presenta un lienzo inicialmente blanco donde nada la nada más absoluta, coincidente con su primera página en blanco.

este dios casi Bosco, dibuja en su aún plegado tríptico otro tercer día distinto al de la creación del mundo que todos conocemos [...al tercer día/ he desnudado el mar], y así permanece hasta llegar a una especie de horror vacui en su propio génesis. un mundo que llena de elementos hasta el extremo por ese miedo al vacío. como si el mundo fuera ese tríptico y ese miedo pictórico al vacío simbolizara el propio vacío del mundo.

al dios impuesto le considera ignorante y en ocasiones hasta malvado, así que como un Gilgamesh -a veces generoso a veces déspota con lenguaje imperativo-, nos hace partícipes de sus aventuras y desventuras en esos días de creación. todo lo que se dibuja existe. lo que borra o no dibuja o no ha sido dicho no existe. por eso es un dios mudo el que crea estos paisajes dando forma al mundo. dibuja y nombra sin voz alguna al amor. a la guerra. al sexo. le divierte crear y abandonar lo creado -que no destruir-. le divierte su poder y es casi venganza al poder antiguo concebido. y así lava su culpa y exculpa sus errores [no ha existido jamás lo que no ha sido dicho /por eso no me nombro...].

con esta tensión divínica va creando a su antojo -que es el nuestro- el nuevo mundo. y con instrumental esterilizado abre en canal el tríptico bosconiano para mostrarnos otra sinfonía más divertida que la impuesta. otro diagrama. un pentagrama con más movimientos.
este caprichoso semidios a veces mujer -algo que ya en sí desesperaría al mismísimo creador-, juguetea con el poder [...actúo por antojo...] y sonríe como un niño cuando descubre en su paleta las posibilidades resplandecientes de los colores. a veces también nos muestra su lado más contradictorio -como lo son los niños-, como cuando dibuja la escena nueva de la guerra [ordeno que se coman entre ellos.../ he inventado la guerra/ en el principio], para más tarde lavar sus manos de ese tinte tenebroso que le ha salpicado [no pienso yo dotar al hombre de armamento /que lo encuentre por sí mismo…].

cuando este escéptico ser [… aunque eso sea demasiado tarde …] esboza al hombre, titubea en si ponerle o no pedazos de su piel a su querido animal re-inventado, y en su particular paisaje va creando estaciones estacionarias porque considera que el firmamento que creó aquel dios inicial iniciador de todo es una masa de ignorancia. -¡ignorante! le falta gritar-, no sin razón...

este atípico y a veces hasta condescendiente creador, para mí es un dios moderno que enfrenta lo divino con la realidad. quizá sea esto lo que más le diferencia respecto al impuesto. esto se hace palpable en unos imposibles y hermosísimos versos [mientras nace Venus de una concha submarina, duermen dos ancianos sobre el banco de un museo].

en cuanto al sexo -fisiológicamente hablando-, la delineante mancilla la castidad de la página 18 concibiendo la escena anatómica del hombre -con un pez- y la de la mujer -con una gruta subterránea-… simbólica, hermosa e inaudita manera, si lo piensan. probablemente, el particular primer hombre de esta historia también tenía ombligo como lo tenía aquel Adán tantas veces retratado -agujero del mundo-. no tarda tampoco en diseñar el amor para acompañar las soledades de sus creaciones humanos, considerándolo ya antes de sus principios como la mayor de las mentiras.

entretanto, y en una esquina de esta vorágine tablilla, descubro con idéntico gusto una sutilísima y también particular mater dolorosa que llora a su criatura, toda una lacrimosa, un stabat mater particular en la página 52 [observo ahora a la madre, está muy dolorida /lame la sangre muerta /y da su leche a la criatura]

la mano, al poco, se vuelve casi casi humana -no sé si al anvés o al revés de la misma-, pero antes del ecuador de este genial génesis, esa mano divina duda y por tanto teme el siguiente movimiento. teme mover ficha. la duda divina es incongruencia en sí misma porque contradice al poder supremo [a veces el temor /¿no durará el invierno para siempre?…]. así que no mucho más tarde yerra en su re-creación, porque lo que duda en algún momento yerra [errar tan a menudo / no saber el final de lo creado...] sumiéndose en la más terrible desesperación. hasta el punto de querer purgar su culpa. encarado a su propia serpiente por desobediencia, llora cuando adquiere la arcilla de la que está hecha el humano, antes creadora que quiso re-crear un nuevo mundo. la tentación ha llegado y ha llenado sus páginas de tinta. y la tentación incluso a ojos de este semidios puigpelateado es el mismo diablo que en días impares apareaba su cuerpo. entonces surge un nuevo endiku, un nuevo ser. un acompañante, aunque sea la propia sombra echa de barro. echa de esa sangre de dios mezclada con polvo, tal y como se formaban los hombres en gilgamesh [una especie de barro en alambique /y unas manos curtidas de alfarero]

y tras la duda, el miedo. y ante el engendro ideado con sus alfareras manos, el pánico amenaza [he dado al hombre tanta libertad… /y ahora me asusta]. quizá para los más gnósicos, la satánica serpiente sea en lugar de la tentación la mismísima salvación. un ser iluminado enviado por otro dios. porque el verdadero demonio para este semidios es un lobo sumido en la más absoluta oscuridad y con el que tantas veces conversa [será el poder de la tiniebla /donde reinará el lobo con el miedo], sin duda un ser oscuro creado por la vanidad propia [diseñaré habitantes de lo oscuro].

apuntes para un génesis es un pulso entre creadores o lo que es lo mismo, es un libro que nos recuerda que el mundo es el resultado de una guerra entre dioses.
en definitiva, otro bellísimo tríptico con otro principio y otro final.
felicidades atrasadas...

*he estado buscando por toda la casa las tijeras pero no di con ellas....
*[...] versos de la autora

Apuntes para un génesis de Ana Martín Puigpelat
Ediciones Amargord 2009
prólogo de Cecilia Quílez

2 comentarios:

J. G. dijo...

me gusto lo que cuentas, es digno de plagio

Anónimo dijo...

Si claro, mi me encantó, felicidades