en cuanto la recibí en páginas decidí leerla cronológicamente. también pasó por mi cabeza hacerlo de un modo incorregiblemente desordenado, esto es, deslavazar los años de sus libros, sus años lógicos. y coger aquello que primero atrajera con energía plena mi mano. y aunque finalmente la cronología y su lógica aplastante tienden a ganar la batalla, al final profundicé en la herida -a veces lacerante, a veces hermoso acontecimiento- de los heridos graves y esa insurrecta libertad valérica.
esta mujer de shakespeariano nombre y valérico apellido, nos incita a colarnos en la mina. a enfrentarnos a nuestros yo más internos. a bucearnos en la cueva donde yace nuestra propia herida para comunicarnos al fin con los otros heridos graves que nos insisten en salir-nos de nosotros mismos para conocernos. re-conocer-nos al mundo exterior a través de la cotidianidad que hay en la muerte o en el deseo o en el tantas veces nombrado amor.
luminarios poemas que nos obligan a esta introspección para alcanzar la extraversión. donde el cabecilla de una revolución valérica se dirige, entre asombrado y enardecido a adultos, obreros, niños, incluyo a burgueses.
a veces esclavos del deseo, y otras, sujetos interactuando dentro de una realidad, estos heridos graves apuestan por la libertad interpersonal y el fundamento metafísico de la libertad interior -psicológica y filosóficamente hablando-.
estos heridos ahondan en la herida, en la sangre que deja la herida, en el olor que deja la sangre que deja la herida, en el rastro que deja el olor que deja la sangre que deja la herida. para toparnos, antagónicamente, con el sobreponerse, donde los sobrepuestos son resurgimiento y salvación. aunque hay veces que, como un marat que descansa su asesinato en la bañera de su casa, con toda la cotidianidad que tiene esa imagen, como una piedad, si quieren, con una languidez casi ofélica, la voz primera se deja desfallecer en su particular bañera.
julieta valero da una importancia justamente exagerada a la rutina y a la magia cotidiana del día a día de sus heridos graves... que bajo el prisma de mis ojos, son nuestras cicatrices interiores que sólo vemos frente a nuestros particulares espejos, imágenes reflejadas en ese reducto de agua, allá, en la gruta más profunda, y que se mueven en homéricos y espeleológicos viajes del yo interior al yo exterior, que no deja de ser un tú. del yo al tú. del yo al nosotros.
por otro lado, este libro de redonda autoría, como la última herida grave por excelencia, no me digan por qué pero me recuerda en su estructura casi piramidal -como se estructura en estratos una gruta-, al famoso cuadro de delacroix, la libertad guiando al pueblo, que ondeando bandera y rifle -y a pecho descubierto- defendió lo pobre, lo injusto, lo dañino... pero también era deseo insostenible de sus antagonistas el amor, y con todo la muerte, que fue final de ese todo, o su comienzo, según se mire. quizá me recuerde a este cuadro porque el dibujo que crea mi cabeza tras leer el libro coincide en ejes, ángulos y aristas con el grave, simbólico y enriquecido cuadro mencionado de delacroix.
es curioso, pero personalmente para mí, el libro se me antoja como una correspondencia matemática respecto a este cuadro. como aquellas funciones matemáticas estudiadas a la fuerza pero que hoy toman otro sentido más poético, si cabe. un mapeo matemático donde X es el libro e Y es el cuadro. un mapeo que me permito dividir en dos estratos. dos plantas geográficas.
el libro está dividido en dos partes, un norte y un sur. en el norte habitan los heridos graves y en el sur, sobreponerse, los supervivientes. si partiéramos longuitudinalmente el cuadro por la mitad, habría un norte, la superviviente libertad y un sur -los muertos dibujados bajo sus pies (esto se puede ver con claridad en el cuadro).
todo tiene un norte y un sur, una cima y una sima. y es curioso cómo la cima en X, es decir los heridos graves, se corresponde matemáticamente con la sima en Y, que son esos otros heridos graves de muerte dibujados en la base. y donde la sima en X, se corresponde a su vez con la contraria cima en Y.
por lo tanto, si trazáramos una línea uniendo cima con sima y sima con cima, formaríamos un aspa, una cruz como la de de-la-croix. parece un galimatías pero yo me entiendo. cima con sima y sima con cima... ¡qué insurrecta correspondencia matemática! ¡qué regla de correspondencia tan necesaria!
julieta valero es aquí norte y sur. es cima pero también sima. es oneroso grave que en su resurgir no abandona el arma en aras de los derechos inherentes a sus heridos. entendiendo por esto el amor, su pródigo, el deseo y su expósito, la muerte. ella es también herido grave al que le agota la lucha, desfalleciendo como aquel marat antiguo.
para mí estos heridos son un deseo irrefrenable de comunicación. un bucle comunicativo. una elegía a lo cotidiano. a lo rutinario que hay en el lenguaje hablado en cualquier cocina habitada. en esa casa habitada por estos tres inquilinos que cohabitan en unos metros cuadrados. la casa es habitáculo importante a ojos valéricos, es cierto. y al igual que la libertdad con femenina figura y bandera en alto, la julieta de este siglo encabeza su acometida desde su propio hogar. la casa de su cuerpo...
libro por tanto, extremo en lo afectivo con un uso del lenguaje exquisitamente sencillo -como lo es lo cotidiano-. una matemática que desnuda para que el norte se equilibre con el sur.
Los heridos graves
de Julieta Valero
DVD Ediciones (2005)
*me da por pensar en la portada. Hg. mercurio. un metal noble. un herido grave. qué buena elección. otro mapa donde el agua y la plata se complementan. donde la liberación del mismo acontece gracias a la exposición al viento y al agua. aunque igualmente suponga grave herida, alteración para el ADN. mercurio. otro herido grave. otro país por conquistar. con su norte y con su sur.
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