Crónica de Batania de La casa de la fuerza de Angélica Liddell
Mi otra perspectiva
Para mí el patio de butacas del Matadero -que ya es una metáfora en sí- fue también la metáfora de un cuadrilátero de boxeo, aquel espacio delimitado por cuerdas. Piénsalo. El agotamiento físico y hasta psíquico de todos nosotros, los espectadores, era totalmente imprescindible para comprender el otro lenguaje utilizado en aquella otra casa de la fuerza. Era necesario
Supongo que conoces a Bergman, supongo que has visto sus películas, supongo incluso que te gusta, pues sabrás también que cargar la atmósfera dramática, agobiante y desesperanzadamente es su lenguaje más usual. Sus escenas, siempre deliberadamente lentas, hasta quietas, mesuradas, que podían llegar a durar en su quietud hasta 10 minutos, eran creadas así para conseguir llegar a nuestras propias reflexiones, las reflexiones del público. Para darnos tiempo. Para la digestión. Para digerirlo todo y no consentir que se hiciera bola en nuestros estómagos. El tiempo muerto para mí es necesario. En la casa de la fuerza incluso para homenajear algún cuadro de Frida Khalo. Yo aún sigo reflexionando y vi la obra el jueves.
Angélica en su casa de la fuerza intuyo que quiso arrinconar al público asistente. Quiso ponerlo a prueba. Llevarlo al límite. Como si de un estudio sociológico se tratase, recuerda que estudió Psicología y qué mejor modo de estudiar al público, a la sociedad, que arrinconándolo contra las cuerdas hasta llevarlos al límite.... algunos abandonaron, es cierto, como el que abandona porque le incomodan las verdades, así que pienso que abandonaron los olvidadizos, los acomodados, o los que, como tú, no pudisteis disfrutar en toda su extensión de la obra... en cualquier caso me alegro que te quedaras hasta el final.
La escena de los sofás y del carbón nos llevó al límite, pero precisamente por eso fue tan necesaria. Ser consciente el público de que tras sacar una quincena de sofás tendríamos también que asistir a su recogida; ser conscientes de que tras descargar casi 30 sacos de carbón tendríamos de nuevo que asistir a su retirada, para mí no fue más que un pulso de Angélica con el público, en el que puede que incluso saliera vencedora, ya que ahí abandonaron muchos. Me da hasta por pensar que para Angélica fue hasta una especie de halago descubrir que hubo quien abandonó, porque eso significaría que su estudio de laboratorio fue un éxito.
Al final pienso que la extenuación de los actores en el escenario tenía que alcanzar el equilibrio con la extenuación y el agotamiento del público. Una balanza que medía la resistencia. Por supuesto que todo esto puede ser un fantasma ilusorio rondando mi cabeza que no para y ha de encontrar respuestas a todo.
Por otro lado te digo que tienes razón en una cosa, La casa de la fuerza se hacía necesario verlo desde la segunda fila. Para escuchar el latido de Angélica y su grupo, para ver la sima de la garganta de Pau tragando tiramisú cuando alcanzaba el clímax en ese fructus ventris de vivaldi. Para corroborar el dolor de las tres actrices mexicanas relatando sus propias historias. Así que pienso que sí, que como en un combate de boxeo, habría que haberlo visto desde una segunda fila para eso, para que te salpique la sangre. Y a mí, a nosotras, nos salpicó. Eso fue una lástima, debería representarse en una sala con diez filas como máximo.....
como siempre, siento la longuitud...
Incluyo aquí unas escenas de La casa de la fuerza para que las veas en primera fila.
6 comentarios:
No, si la lectura que haces me parece convincente, seguramente fue eso lo que trató de hacer Liddell y lo consiguió con la mayoría, no creo en absoluto que tengas un fantasma ilusorio en la cabeza. Yo vi de qué manera entusiasta aplaudía el público al final y también noté tu estado de trance al finalizar la obra; eso me hizo sentirme aún más estúpido, fuera de la fiesta.
Comprendo que tengo la sangre demasiado caliente, que el ritmo lento me parece un nadarritmo, que mi eterno niño esperaba más monólogos brutales liddellianos. Gracias por citarme a Bergman: ahora lo comprendo todo. Bergman, desde siempre, ha sido mi Anticristo, el cineasta que saco a colación para denunciar la rendición del arte a lo despacioso, a lo reflexivo, a lo inteligente, Bergman o el enemigo de todo lo celebratorio, Bergman o el hombre que se alejó definitivamente del mono. Películas como "Persona" me crispan, qué le voy a hacer.
Abrazos. Ya he recomendado en mi entrada esta respuesta, porque sé que la neorrabia proLiddell es muy fuerte y temo represalias contra mi familia :) :) :). En mi caso, prescindo a partir de ahora de sus obras de teatro, pero voy a seguir con la misma devoción su blog-perrera, cuya última entrada, donde reprocha a los actores que estén riéndose en el bar después de la obra, es pura genialidad.
Abrazos otra vez, cachicuernos.
Hasta pronto.
Para los que no estuvimos en la representación resulta muy interesante este cruce de miradas. Sin derecho a opinar, porque no estuve allí, creo tienes razón al pensar que Angélica quiso "echar un pulso al público", ya que esa es una de las claves de todo su trabajo. En todo caso me ha gustado leer el punto de vista de dos personas que sentisteis cosas muy distintas a partir de lo mismo.
Por cierto, me parece muy acertada la reflexión de Batania sobre los "poetas claros" y los "poetas oscuros", no se lo he podido decir en su blog porque parece que no quiere que le sigan ni le comenten.
Última reflexión: tendré que leer a Bárbara Butragueño.
estuve en el blog de angélica, pero es la primera vez que veo las escenas, en tu vídeo, y me impresiona, y me gusta
nos vemos mañana
Cuidado Neorrabioso. El post de la perrera al que te refieres no es del todo justo: Los actores son libres para ir a donde quieran después de la obra de Liddell. Ella ha hecho su obra gracias a ellos también y no se puede emitir un juicio tan duro. No es justo para ellos, ni para ella tampoco. Nadie puede obligar a otra persona a SENTIR nada. De hecho, ella se fue corriendo (no dio tiempo, evidentemente, ni a saludarla) sin saber quién diablos había en la barra de la cafetería del matadero, ni cuántas garrapatas, ni cuántas cucarachas...
Yo adoro a Angélica, pero no por eso voy a minimizar sus errores (no hay peor ciego que el que no quiere ver). Como buen ser humano que es (demasiado humana, même) también se equivoca, tú mismo has apuntado sobre la dilatación temporal en su obra.
Hay que extremar las precauciones a la hora de valorar las acciones de nuestros ídolos.
A KOLBRUN: Hola, me gustó ese post de Liddell por cuanto, a mi parecer, exponía una idea de no teatro, no espectáculo, no actuación, no actores, esto es: un teatro de no ficción. Y estaba escrito así, con la carne, y por eso el post me era excesivo y genial. Aunque sé perfectamente que la no ficción es imposible que sea completa en un escenario y que sólo puede habitar en una mente al límite como la de ella.
Lo que ocurre es que, por lo que veo, tú manejas información que yo no manejo, porque yo no conozco de nada a Liddell, no sé cuál fue su comportamiento tras el término de la obra, no sé de su carácter y tampoco sé si ese post es otra forma de ficción (la no ficción convertida en una pose, esto es, en otra ficción). Ahí estoy en tus manos y puedo patinar.
Abrazos. Me voy a enemistar con los proLiddell de las butacas y los del escenario. Yo sigo fiel a Liddell-blog. Y sigo pensando que la obra era larguiiiiiiisima y que la explicación de Nuria es buena pero no me consuela de los muchos momentos tediosos.
Hasta pronto.
Muy interesante este debate.
Seguramente todos estamos en lo cierto.
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