viernes, 17 de julio de 2009

Voces distantes

Ayer fui sin mi testigo S. a la lectura del Oeste Celeste, finalmente me acompañó una amiga y una vez entrada en lío aparecieron más amigos. Disfruté muchísimo con el juego de palabras de Bolo, a Sergio empiezo a adorarle porque es abrazable como las nubes, pero no como las nubes de Bolo, sino como esas a las que te lanzarías desde un avión a muchísima altura por eso, porque sabes que acogen. Eché mucho de menos a S. pero fue una gran velada, sin duda. Hoy tengo los párpados a punto del descenso pero me fui satisfecha de lo leído y lo escuchado. Lectura dispar y diversa, de voces distantes pero que complementaban, los poetas que allí leíamos éramos tan diferentes como la noche lo es del día. Nos acompañaron en cada momento las cuerdas de la mujer que sostenía Chicoria entre sus manos, su guitarra, un artista lleno de dedos. Angela y Sol, dos poetisas que amenizaron la velada con otro tipo de música, más de voz, una propuesta rítmica y gratamente trabajada y Alfonso cuya obra me gustó mucho y que para sorpresa mía, me felicitó por un artículo escrito por mí sobre el Anfaegtelse de Angélica Liddell hace algúun tiempo en este Rascacielos. Yo leí extractos de El pez místico y en la última vuelta algo de Tablas de carnicero. Las Tablas empujan y empujan, en cada lectura lo siento así. No faltaron personas que me felicitaran por mi trabajo y aunque soy el ser más humilde comentarios como los de ayer siempre animan.
Gracias a todos y sobre todo a los organizadores. Gracias a Oeste Celeste, el lugar más azul que todo el azul del mundo.

2 comentarios:

Marcus dijo...

que siempre sea así.

muas

Gracia Iglesias dijo...

Ya sabía yo que al final disfrutarías un montón.