miércoles, 19 de noviembre de 2008

Una seta para cuatro

El viernes pasado fue un día lleno de novedades. Teníamos cita con una fisioterapeuta nueva a la que llegamos por la recomendación de L. Después de relajar a base de paciencia y de unas explicaciones didácticas los trapecios de S., nos fuimos a la Casa Encendida. La cercanía de este lugar y las ganas dirigieron nuestros pies hacia ese mundo verde. Como siempre que vamos allí, nos encontramos con algo que nos sorprende, que nos emociona, que nos entusiasma. Entonces, en esos momentos y ante alguna propuesta de arte, S. y yo nos miramos y nos decimos al unísono: Deberíamos venir aquí lo menos una vez por semana, siemrpe encontramos algo que nos remueve por dentro. En fin, que sin programaciones y huérfanas de planes nos encantó lo que vimos.
Había una exposición titulada "Reflejos de la India contemporánea", un proyecto que englobaba a cuatro artistas. Y esto es parte de lo que vimos.

Sólo pinto mi entorno, pinto mi tiempo. N. S. Harsha:

Su obra es una mezcla de repeticiones y simetrías. Los dos paneles que se presentan en la muestra forman una obra de más de 15 metros de largo, donde representa los conflictos de la sociedad. Sus trabajos incluyen desde una detallada pintura miniaturista a la semiabstracción.

Detalle de la obra 'Nausea-Creators den to the Supermarket Shelf', De la guarida de los creadores de la náusea al estante del supermercad, de N. S. Harsha también, donde unos ejecutivos de traje oscuro arrojan vapores negros por la boca que dejan, a su paso, cadáveres y basura.






'Melting Wit' Poca gracia es la representación de unos payasos que caen ante el precipicio. Representa la angustia. A mí este me encantó. La descripción de cada rostro, de las gotas de sangre descendiendo de su nariz de payaso roja sobre un tapiz rojo me atrapó.

'Come and give us a speech' Ven y danos un discurso es una pintura de 11 metros de largo. Se trata de una mezcla que incluye personajes de la cultura popular y representantes de todas las religiones, profesiones y clases sociales del país.
Era una manera de ofrecer una visión holística de la vida, de un acontecimiento concreto, una visión que hace referencia a la observación colectiva, Cientos de expresiones dentro de una sola...


Un cielo a la altura de Madrid.


Aquel día S. descansaba. A la mañana se encontró la revista ON, el suplemento de EL PAÍS aún caliente con las manos de su dueño. Aún lo recuerdo y hace casi una semana. Algún despistado al que se le cayó entre tantas páginas de noticias de periódico. S. me contó que volvió al quiosco a ver si alguien preguntaba por la revista pero en fin, el destino hizo que se adueñara de él para no dejar huérfanas sus páginas. Cuando llegué a casa del trabajo, había reseñado todo un mundo de posibilidades. Teatro, restaurantes, cine, danza... de repente lo queríamos hacer todo. Se fijó en una café-restaurante: Gadeaumus Café, ubicado en las ruinas de las Escuelas Pías de San Fernando que hoy son el edificio de la UNED y su magnífica biblioteca. Además estaba cerquita de Lavapiés, que es donde teníamos a la fisio. Pero finalmente dejamos que transcurriera la tarde.
Recuerdo que tras la exposición se nos inundó la mente de una sola idea. Hacía buena noche. ¿Por qué no acercarnos al café y cenar algo? Eso hicimos. Y fue un descubrimiento sorprendente.

Tocando los rayos de luz desde las azoteas o al otro lado del horizonte, en las terrazas, Madrid ofrece cromáticos atardeceres para disfrutar de una noche blanca. Nos sentamos en la terraza, frente a una de las corralas mejor conservadas de Madrid. El cielo estaba raso. La luna descendía llena hasta nuestra mesa y hasta vi fugazmente una estrella fugaz. Nos sentamos bajo una gran seta (sí, ese artilugio que es como un quemador cilíndrico atmosférico que lleva una bombona de butano escondida en el sur de su vestido y que desde su sombrero calienta nuestra piel dentro del mundo pero en su exterior) que acabamos compartiendo con una pareja con los que acabamos charlando y explicando nuestra pericia hasta desembocar en ese lugar. Cuando decidieron sentarse junto a nosotras, le dije a S. Mira, una seta para cuatro. Ella contestó. Te veo mañana escribiendo sobre esto. Me conoce bien, dejémoslo así, aunque haya pasado casi una semana de aquel día. El título es en su honor y por supuesto en honor a esa pareja tan agradable a la que probablemente no volveremos a ver jamás, o quizá sí. Prometieron volver. Nosotras también.

Hoy retomo el recuerdo de este día y lo plasmo a estas alturas porque hoy ni mucho menos ha sido una buena jornada.

1 comentario:

Gracia Iglesias dijo...

Al fin he podido entrar directamente a la página para dejarte un mensaje. ¡Desde el Reader no puedo!
Me encanta viajar contigo a las profundidades de Madrid a través de tus palabras y tu experiencia.
La primera vez que vi esas setas para calentarse fue en Sevilla y recuerdo que me causaron gran sorpresa. No lo olvidaré, iba con mi amigo Hideki.