sábado, 26 de junio de 2010

las tablas en un establo de libros

Nunca he sabido tanto de un mundial como el de este año. El miércoles un compañero de trabajo me dijo que el viernes jugaba España con Chile en un partido importante y que ayer descubrí con gusto que ganó. Ese mismo día, es decir, ayer, presentábamos en Casa del Libro tablas de canicero. Llegaba la poeta Raquel Lanseros desde León y el recientemente galardonado con el Premio Antonio Gala, Óscar Martín Centeno, no tardarían en reunirse con nosotros en otro tipo de campo más poético.

Junto a mí estaba S., Marta Ruiz de Viñaspre y Félix Fradejas, actriz y director de Ghetto 13/26 que estrenaron el espectáculo del mismo título este pasado mayo.
Una vez en la sala y probando proyectores y demás cuestiones técnicas que a mí se me escapan de las manos, escuchamos cómo desde el cielo caía todo un torrente de verano en forma de agua. Esa querida puta de lujo que a veces es la Gran Vía quedó vacía. Qué gran tobogán de animales sus aceras. Evidentemente ya no me quedaba ni un resquicio de desesperación que exteriorizar.

El fútbol había conseguido esto y más aquel miércoles pasado. Así que me abandoné a la suerte pensando que nada más podía ocurrir. Pero la suerte fue muy amable y fueron apareciendo rostros y rostros que ni esperaba y que desde aquí agradezco de corazón. Otros tantos los esperaba con ansia y ver cómo poco a poco iban llegando despejó toda nube en mi cabeza.Inició la rotunda y exacta y bien conocida voz de mi siempre querido Óscar, que hace con sus palabras de mi desmemoria una memoria.

Continué yo exponiendo el por qué del libro, nmientras las voces de Marta y Óscar intercalaban con sus timbres las puertas de estas tablas. Hablamos de los procesos de creación, los símbolos y la gran metáfora que subyace en este libro y continuamos con una breve lectura acompañados por un video.

Minutos más tarde a todo esto y antes de finalizar, llegaba con cierto retraso pero mágicamente puntual Raquel Lanseros. Jamás he sentido que alguien fuera tan puntal (y no es un eufemismo). Una huelga de trenes retrasó sus aceleradas piernas hasta donde la esperábamos. Pero logró incorporar su cuerpo y las ideas de su cabeza a nuestra mesa justo en el momento exacto.

La velocidad que traía su cuerpo se hizo tangible en su voz, la cual sólo tuvo palabras valientes para este poemario. Valiente. Matizaba. Valiente y necesario en el punto en el que nos hallamos hoy día. Sus palabras entraron en mi cuerpo como supongo que entran los goles en la portería contraria. Con plena puntería. Con pulso. Con acierto. Con pericia. Satisfacciendo a todos los presentes. Cerrando con un lenguaje delicado y a la vez rudo este tablas de carnicero.

Firmé ejemplares, muchos más de los que esperaba porque fue una tarde difícil. Lluvia y fútbol son malas aliadas para la poesía. Gracias encarecidamente absolutamente a todos aquellos que asistieron, incluso a los que no conocía o no reconocí. Terminamos aquella tarde de fútbol, lluvia y poesía picando algo con todos los componenetes de la mesa y rostros de amigos importantes.


*fotos de S.
*foto 4 de juan diego