Ayer vimos Despedidas, una película de Yokiro Takita (1955), una magnífica y deliciosa apertura de mente, otra perspertiva de la muerte, sí, esa muerte tan temida y tan mal vista por el resto de sus víctimas, nosotros, los vivos. Un amortajador por accidente y un experimentado amortajador nos llevan de la mano en un viaje de aprendizaje.
Daigo Kobayashi es un joven concertista que un día se queda en la calle sin trabajo. Decide regresar a su ciudad natal con su esposa, donde encontrará trabajo como enterrador. Auí comienza el viaje hacia el interior de sus miedos, su pasado, el contacto con la muerte, y donde acepta la filosofía de la idea de la Muerte como una puerta hacia otro estado. Una perspectiva diferente de la muerte... Preparar, envolver y presentar de la mejor forma posible el cuerpo humano que acaba de poner punto final a su vida. Todo muere. Toda la carne muere. No hay excepción. Una guapa suicida que en realidad es un hombre; una adolescente infeliz muerta en un accidente; una abuela que quería ponerse los calcetines blancos de sus nietas… La muerte se le presenta al protagonista bajo estos rostros.
Diálogo entre amortajador experimentado y amortajador por accidente.
-Come esto. Seguro que es mejor que lo que cocina tu esposa.
-¿Qué es eso?
-Pez Globo. Con sal y a la plancha es como mejor queda. Y esto que ves también es un cadáver. Los seres vivos se comen entre sí para subsistir ¿verdad?. Las plantas son la excepción. Ahhh tienes que comer si no quieres morir. Si vas a comer, por lo menos que tenga buen gusto. Rico ¿no?
-Claro que sí.
-Sí, lo está.... tristemente.
Ésta última frase se convierte en un leiv motiv en la película. La carne está buena, claro que sí, tristemente.
Preciosa película de reencuentros padre-hijo -algo tardíos-, de comprensión extrema con el otro -el menos vivo-, de perdón, del equilibrio con un pasado molesto, del amor a un chelo que surge precisamente cuando el protagonista abandona el trabajo de concertista y se llega a convertir más tarde en el único vehículo que impulsa la regresión hacia su pasado... y todo ello bajo un hermosísimo telón de fondo de imágenes evocadoras que nos enseñan la emotividad de la una de las prácticas más importantes del budismo, el nokanshi.
He leído que esta práctica japonesa viene a ser la que en otras culturas se entiende como "embalsamar", sólo que en Japón está cargada del sentido o religiosidad de "limpieza-pureza", porque la muerte se considera algo impuro y por tanto es religioso, limpiar, aromatizar, vestir, maquillar y preparar dando vida a lo ya muerto, a la carne muerta.
En la sociedad actual lo más práctico es deshacerse cuanto antes de lo muerto. Un hecho económico más que emotivo. Sin miramientos, como diría mi abuela cuando definía a determinadas personas pragmáticas. Sin trascendencia alguna. Con una única dirección.
En el ritual del "nokanshi", además de limpiar al cadáver y perfumarlo con una elegantísima delicadeza bajo la mirada de sus familias, se le suele vestir con un kimono blanco y se le maquilla. He leído también que se le moja la boca con un poquito de agua para que el alma del difunto no sufra sed en su llegada al más allá.
Por supuesto reseñable es la música, del compositor japonés Joe Hisaishi, otra delicida más a sumar a la estética del film. Hay que verla para abrir el diámetro de nuestras mentes.
La próxima que veremos es Mapa de los sonidos de Tokio, ya el título atrapa y atrapa también la doble vida de Ryu, una chica solitaria que de noche trabaja en una lonja de pescado y esporádicamente como asesina a sueldo. Atrapan los sonidos de Tokio, desde el corte del atún fresco en el mercado de pescado hasta el sonido de una manguera para limpiar los restos y aderezado todo con las notas de Antony and The Johnsons o de mi siempre escuchado Max Richter. ¡Cuántos símbolos para viajar en este mapa y escuchar todos estos sonidos!
1 comentario:
ay, tengo demasiadas pendientes con tanto viaje... pero la de coixet cae esta semana seguro así que ya haremos intercambio de opiniones :)
Publicar un comentario