viernes, 4 de enero de 2013

Morir con un haiku en los labios

Cuando Joan me envió esta ordenada agrupación de haikus [365 haikus y un jisey] me atrajo la sola idea del concepto de jisey… Profundicé en su estructura y me entusiasmé. Todos sabemos que el haiku es una composición concisa pero bien intensa donde temas como la muerte o la naturaleza (elementos químicos que Joan domina para sus aleaciones) son motor y eje de la propia composición. Suele estar formado por tres versos de cinco siete y cinco 575 sílabas, y aunque muchas veces el poeta puede no regirse por estas leyes matemáticas, Joan lo ha hecho en sus 365 días/haikus…. en fin, que tras tanta exactitud me dio por restar esas 575 sílabas de los 365 días del año planteado, y en el día 210 resultante me encontré con la incipiente vida.

Siento un esbozo.
La buganvilla fiel
a cada paso.

Confieso también que la estructura “tan vital” de sus 365 haikus y un jisey me fascinó. Uno por cada día transcurrido, como si fueran páginas de un calendario lanzadas al aire una vez caducadas, vividas, des-vividas. Al final, más allá del último día, la despedida, el jisey, para volver a empezar. Un testamento tras una herencia de tres a tres versos como pequeños golpes de vida. Vida y muerte, filosofía japonesa.

Sabemos que un haiku resulta laborioso y su proceso de elaboración es muy detallado, pero una vez conseguido esto -y Joan lo consigue con creces- el resultado es de suma belleza, provocando todo un deleite en su contemplación. El ritmo y la sonoridad que acompañan a la liviandad hace de sus sílabas su propia esencia. He leído que en la cultura japonesa todos componen este legado, a veces a años luz de sus muertes otras incluso poco antes de morir. Como si fuera una prolongada esquela pero sin ese cariz triste que arrastra la ausencia. Tener conciencia de que esa voluntad se ha desarrollado o se está desarrollando, les da mucho sentido a su vida espiritual.

El cíclico Joan, gran poematizador de la naturaleza, sintoísta que ya dejó claro su amor en La montaña efímera, aquí vuelve a recuperar esos espíritus desde su lado filosófico más oriental. Desde su propio sotobosque. espacio arbóreo que aparece y reaparece en múltiples de sus anuales días.

Su título 365 haikus y un jisey me recordó aquella filosofía de Heráclito que encierra esa estructura global del todo permuta al instante, donde ningún día es igual a otro, ningún río tampoco, ni esas hojas de calendario caducas como las hojas de otoño… todo fluye, todo cambia, nada permanece (excepto el espíritu). No podemos bañarnos dos veces en el mismo río, ya que ni el río ni nosotros seríamos los mismos. El devenir es el Principio de Todas las Cosas y el devenir está regido por el logos, el cual de nuevo regula el devenir como una ley inmanente al mundo. Filosofía cíclica. Movimiento que retorna eternamente sobre sí mismo. Al terminar el gran año solar todo vuelve a comenzar y a repetirse (eterno retorno).

Eterno retorno, con esas dos palabras definiría la esencia de este libro. Todo un entendimiento del Universo a través de la metafísica y la física y al igual que el antiguo Heráclito de un cripticismo y oscurantismo no propios del haiku

Por otro lado, al leer este libro he sentido como si el transcurso de la vida que todos conocemos fuera a la inversa, como si comenzara en la muerte, le siguiera la sangre y la herida, como si la trayectoria fuera de la edad vetusta a la edad non nata pasando por la adolescencia del amor. Como si las estaciones fueran inversas al transcurrir que todos conocemos… como si los años fueron hacia el pasado en lugar de hacia un futuro incierto. Así Joan dibuja en círculos concéntricos el universo, su universo propio, una filofosía de vida…. Todo se inicia en un punto -transcurre y muere- para volver a iniciarse en ese mismo punto… el jisey es el hilo que tiende Joan para volver a comenzar… como si fuera una cremallera y sus dientes estuvieran llenos de vida. Extraños poemas que hacen de la propia rigidez toda una virtud.

Otro tema recurrente en Joan es la soledad, la soledad del viaje… y aquí, en este viaje al revés, se hace muy patente… un viaje desde lo perenne y lo pasajero.


Nació de la muerte un día 1

Un hombre ha muerto.
¿Lo acogerán sus raíces?
Luto en el aire.


365 haikus y un jisey
Joan de la Vega
Rúbrica Editorial, 2012
Comprar aquí

2 comentarios:

yoSoy dijo...

Gracias Nuria por este post, por descubrirme el jisei (y el libro de Joan), no lo conocía. Me atrae mucho la filosofía zen, me creo cercana al sintoísmo en cuanto a naturaleza se refiere...los haikus si los conocía y me parecen complicados y bellos a la vez (comparto el concepto de belleza zen).
Aunque nací de la muerte un día 1 (nací un 1 de noviembre) te dejo un haiku de vida

El viento del otoño sopla
Estamos vivos
Y podemos mirarnos unos a los otros
Vosotros y yo.

Shiki (siglo XVIII)

del libro "La voz de las cosas" Marguerite Yourcenar

Saludos : )

nuria ruiz de viñaspre dijo...

entonces harás muy buenas migas con este libro :)

precioso tu haiku-vida