una de las frases que más recordamos de blanche fue: siempre he dependido de la amabilidad de los extraños; incluso añado ese eje donde parece que gira todo, cuando dice: lo más opuesto a la muerte es el deseo, -es más, hasta me atrevo a añadir esta otra frase de mi puño y letra y punto de vista: la hipersensibilidad es un billete de ida a la locura.
si enlazamos estas tres sentencias, nos encontramos con una despedazada soga por la que descender al pozo del malogrado futuro de blanche. nos encontramos en un túnel que atraviesa ese duro tranvía llamado deseo. nos encontramos atrapados en algún vagón. y dentro, la red de una blanche profunda, triturada y maniatada por estos tres cabos que acabaron dilapidando todas sus emociones en un pulso de culturas.
ayer estuvimos en el teatro español. nos sentamos en la segunda fila de aquel tranvía antiguo -propuesta de mario gas con una siempre impactante vicky peña-. toda una eclosión de emociones.
vicky peña es la loba agazapada que en su propio bosque y llena de nocturnidad, te araña la espalda. la tarántula que paciente espera y conquista tu interior para llevárselo a la boca de alimento. el tiburón que cerca el charco de sangre. el caballo desbocado en el que nos subiríamos una y otra vez. la que saca con sus emociones nuestros lados más ocultos. es un ser brutal sin necesidad de recurrir a la fuerza bruta. es un impacto. es el tranvía que atropella y te lleva por delante desperdigando por el suelo la basura que somos. es la fuerza centrípeta que atrae hasta su abdomen -su propio centro- todas las fuerzas que restan, las externas.
recomiendo vivamente ir a ver la obra. estará hasta el 14 de abril en el teatro español. la última vez que vi a vicky peña fue en homebody kabul y produjo en mi interior esa misma fuerza.
confieso que sólo tuve ojos para vicky peña. debo de ser así de rotunda cuando me inclino
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