martes, 20 de julio de 2010

tablas de carnicero en carne cruda

¿acaso podría ser de otra manera? carne cruda sobre unas tablas de carnicero. Carne cruda cocinada por Javier Gallego.. Carne muerta hecha cariño sobre esas tablas radiofónicas. Aquí dejo algunos instantes de la entrevista de Javier el 19 de julio en Radio3

A la 13 vino un coche a por estos trozos de carne míos hasta mi trabajo para llevarme a RTVE. La conversación con el conductor fue muy agradable. Recuerdo perfectamente su nombre. Hablamos de todo un poco. Mató los pocos nervios que tenía, probablemnte fui ausente de nervios porque la noche anterior dormí muy pocas horas. Por lo tanto aconsejo vivamente trasnochar o abandonarse a un insomnio inesperado si el día siguiente es así de intenso. AL llegar informaron de mi presencia y no tardaron en bajar a por mí para ir a los estudios.
Quédé muy satisfecha, me gustó la estructura del programa y aunque me hubiera gustado hablar del espectáculo Tablas de carnicero, del sentimiento de piedad tan presente en este libro, esa palabra con mayúsculas que encierra todo este conjunto mío de reses, de cómo la vaca nos enseña a través de su muerte a atribuir piedad a todo animal dócil para así atribuir piedad al resto de nuestros actos, pero soy consciente de que el directo y su no-tiempo avasallaron cualquier iniciativa....

llegué a casa con herida de bala. la metralla se clavó en mi rodilla y la poca sangre que manaba de esa llaga me hizo sonreír aún más.... tropezaron mis huesos contra una escultura en plena acera, no, no era una escultura, las esculturas son arte y tienen una finalidad. esto era una piedra, una piedra en el camino, pero no me lo tomé como suele tomarse ese refrán, al contrario. me alegré. mis huesos se alegraron.

Fue toda una experiencia. Javier Gallego es todo un profesional y está acostumbrado al vértigo. A saltar sin red desde casi la misma altura que tiene este rascacielos. Le agradezco sobre todo las palabras con las que inició mi presentación. Gracias a todo el equipo de Javier, Luis, Julia, Eloy, y a los conductores que arrastraron mi cuerpo y lo depositaron con el mismo cuidado que se deposita una cría de pájaro en su nido.

*Quiero unos ojos que no miren para otro lado. Unos ojos que siempre me sonrían en el espejo, incluso en los días malos. Uno ojos que parpadeen ante cada mañana como parpadeas cuando te asombras…

Unos ojos que sepan ver en sueños. Y que no sueñen despiertos pero sí nos despierten del ensueño. Deberían inventar unos ojos que estén siempre abiertos para que no nos la metan doblada, para que no nos durmamos en los laureles, para que no desfallezcamos.

Unos ojos que sepan mirar, que sepan acariciar, que sepan besar. Y unos ojos que escuchen. Unos ojos con orejas para oír la realidad.

Unos ojos como esos son los que tiene nuestra invitada de hoy: Nuria Ruiz de Viñaspre, autora del poemario Tablas de Carnicero, un libro que sirve para cortar la realidad, para despedazarla porque de poemas machete que le pegan tajos al mundo y te cortan la respiración, de poemas densos, duros y fibrosos como la carne de las reses, que hablan de este matadero en el que vivimos, de la inteligencia paciente de las vacas y del ganado de hombres y mujeres que son pasto diario de guerras y telediarios.


*Palabras de Javier Gallego. Emocionante.

en la cabecera de este rascacielos, es decir en el ático, en ese último piso que en este caso es el primero, dejo el enlace de la entrevista...

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