martes, 12 de junio de 2007

La profundidad que hay en la sencillez

Un compañero de trabajo me ha regalado una bici. Es una BH Bolero de paseo. Fíjate que ese mismo modelo llenó la infancia de aquellos pequeños chavales de Verano Azul. Azul. Sí, ella es antigua como Electra pero no es azul. Es amarilla como los girasoles. Y el amarillo le sienta tan bien como a Electra el luto. Sus radios me dicen lo mucho que han rodado ya. Sus pedales, desgastados por unos pies que le son ahora ajenos, me incitan a cogerla para devolverle la vida que había perdido en algún rincón tranquilo, tan quita, tan sola. Su manillar es tan llano como llano es el camino de la vida. Ahora está quieta pero tan llena de dirección... Ayer durmió unas horas en el jardín pero no tardamos en meterla en casa. Para eso, para que no durmiera más sola. Para que no se ahogara en el rocío de estas mañanas. Y ahora, yo no puedo dejar de mirarla. Y pienso en los lugares inhóspitos y desconocidos que recorrió antaño. Pienso en las ideas de quien la montaba en aquel pasado igual de amarillo. Un pasado donde su sencillez la hacía regia. Pero el tiempo pasa y el mundo entero ha evolucionado menos ella. Ahora ella no tiene marchas, nunca las tuvo, ahora sólo tiene un corazón. Un latido en cada pedaleo. Es, por ello, sencilla como la vida pero hermosa como ésta misma. La sencillez, por tanto, es su secreto. Y su color sencillo y bondadoso otro secreto. Y hay tanta profundidad en la sencillez...

1 comentario:

Anónimo dijo...

intentando encontrar el año de la bh bolero he llegado hasta aquí... yo tb tengo una bh bolero a la que adoro *^_^*
tu texto es muy acertado, me gusta.. y estas bicicletas son realmente maravillosas xDD

un saludo