puede que la palabra "inesperado" -que literalmente significa "que sucede sin esperarse"- sea concebida la mayor parte de las veces en su tinte más negativo. en su lado trágico, aquello que los humanos -seres limitados en cierto sentido- no esperamos y nos inespera. y hoy en día algo así suele ser trágico o dramático. no esperamos el bochorno, la muerte misma, los seísmos, los accidentes, las montañas de escombro en nuestrs aceras, todo esto es inesperado a nuestros ojos, tan acostumbrados a la certidumbre, a nuestros cómodos día a día, a nuestros des-sobresaltados días, porque no queremos sobresaltarnos o porque sencillamente no lo esperamos, aunque es tan necesario el sobresalto para despertarnos de este letargo en el que nos hallamos... tampoco esperamos las cosas o los encuentros buenos e ineludibles con los que tropezamos y estos, para mí son eminentemente inesperados en su tinte más mágico.
verónica aranda ha sido inesperada, pero su "inesperación" no ha sido sólo por su llegada, o su cruce, o por su tropiezo conmigo, sino que ella en sí misma es inesperada. porque en ella misma confluye todo lo inesperado, lo bueno y aquello que no queremos ver y llamamos "malo". una puede esperar que alguien con una trayectoria como la suya dibuje versos que son los soles y las sombras de cada una de las ciudades menospreciadas que ha pisado, mimetizándose con sus habitantes, con los tatuajes en el asfalto de una india recién iniciada (Tatuaje, Hiperión 2005), con su sabor alfámico en una lisboa antigua en la que se inició en fados (Alfama, Fundación José Hierro colección Alegría 2009), con su luz y sus cortes de nuevo en una delhi vivida con ojos más maduros (Cortes de luz, Rialp 2009) o con sus postales de olvido que recuperan fotograma a fotograma todo su pasado (Postal de olvido, El Gaviero, 2010), versos todos que te atizan para recordarte que despiertes de ese letargo mundano en el que andamos, y que nos obliga a trascender de esa baldosa en la que vamos sobrellevando la vida, a salir de la inercia de nuestros días, a dar el salto hacia otras baldosas más olvidadas, a ver más allá para descubrir cómo está hoy en día el mundo. el mundo más real. el inesperado mundo que está ahí afuera, viviendo tan solo su tragedia. a vapulear los muñecos que somos cuando no esperamos nada, o nada nos sorprende, ni lo bueno ni lo malo -entendiendo como malo insisto, todo aquello que no queremos ver-, como si estuviérmos muertos en vida. anestesiados ante tanto escombro. sus versos son como una inyección que succiona la morfina que conquistó un día nuestras venas adormeciendo la visión que tenemos del mundo.
pero de verónica, una lo que no se espera -de ahí lo inesperado- es que se arranque en fados, a veces dramáticos otras divertimentos, como si toda su joven vida hubiera hecho eso, lanzar fados al aire. y tampoco se espera una, que con esa voz detenida -no de fado, sino de verso), esa voz interior o ulterior que te obliga a detenerte en todo, esa manera suya de mirar al mundo y de tocarlo, con la detención con la que lo hace, sea luego uno de los seres más divertidos del universo. estos ingredientes que expongo en este cuenco -que es el cuerpo del poeta-, son para mí tesoro gastronómico que tener bien cuidado. personas como verónica, con esa riqueza no sólo interior sino también exterior, deberían acompañarnos a lo largo de nuestras desimantadas vidas. como si fuera un cuerpo magnético que se nos imanta en el hierro primero del corazón primero.
mis vacas magnéticas están a tan buen recaudo...
el jueves estuve en la casa de los jacintos. la poeta y para mí ya casi fadista verónica aranda nos regalaba poemas alfámicos mezclados en ese preparado con otros de pessoa y todo bajo una voz -que siempre será inesperada- al son de fados. la descubrí como poeta y fadista no hace mucho, insisto, y como persona hace menos incluso, pero el tiempo en estas lides no determina absolutamente nada. la sinergia que siento con verónica viene de tiempo atrás, no hay duda. y eso es burla hasta para el mismo tiempo. ese rey con dos latidos, un diástole y un siástole... entre medias, la vida y sus sucesos inesperados. viva pues lo inesperado.
*la grabación fue en libertad 8 y no es mía. tampoco tengo documento que corrobore lo que ocurrió en la casa de los jacintos...
Madrid. Ha vivido en Italia, Bélgica, Portugal, India y Marruecos. Ha publicado los libros de poemas: "Poeta en India" (Melibea, 2005. Premio Joaquín Benito de Lucas); "Tatuaje" (Hiperión, 2005, premio Antonio Carvajal de poesía joven); "Alfama" (Fundación José Hierro, 2009, IV Premio Margarita Hierro); "Postal de olvido" (El Gaviero, 2010, Premio Arte joven de la Comunidad de Madrid); "Cortes de luz" (Rialp, 2010. Accésit del premio Adonáis 2009). Y la traducción de "Poemas de los Himalayas" de Yuyutsu RD Sharma (Cosmopoética, 2010)
2 comentarios:
Me he quedado atravesada por tu pluma y ahora no sé si tirarme de un rascacielos o aparecerme alli donde la poetisa veronica aranda nos deleite a todos con esa categoria que yo también he tenido el privilegio de observar. Gracias.
querida anónima
yo me decantaría por lo segundo. lo primero de lo primero es que nada tendría ya remedio, y lo segundo de lo primero es que ya no podrías decantarte jamás por ese segundo… entendiendo como segundo la opción segunda, no ese segundo de tiempo que todos conocemos... y que es el tiempo exacto que uno tarda en decantarse por ese primero que tiene tanta altura :)
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