aquella región accidentada de mis dedos sigue un poco dormida. se recupera, sí, pero como el que despierta de anestesias y analgesias, de desambigüaciones, lentamente, miembro a miembro, dedo a dedo, nervio a nervio. se alarga su larga siesta, pienso. me cuesta escribir a veces lo pensado pero tengo en la cabeza mil trapecios llenos de palabras columpiadas sujetadas por los ejes de las sienes.
las teclas que caen en el pulgar y su adosado izquierdo se columpian ante mi recto esfuerzo y parece que torean el ímpetu de mis ideas, pero yo golpeo con las coronillas de mis dedos esas teclas agudas a las que no llego, obsesivamente. a veces me siento como el tenor que no alcanza la tesitura del tiple. el día que despierten de este capricho de siesta se van a desbocar en la carrera. destrozaré las aes, las zetas, las eses... destrozaré mi lado izquierdo. destrozaré las equis para escribir sexo. será una ópera en toda regla, la orgía de unos dedos...
recupero estas otras palabras porque hoy es lo que siento y me da pereza escribirlo
2 comentarios:
Hace poco leía en un blog amigo una entrada sobre R. Walser:
"Se me curva la espalda -cuenta el escritor en el fragmento en prosa del mismo nombre-, porque a menudo me paso horas inclinado sobre una palabra que tiene que recorrer el largo camino que va desde el cerebro al papel." Ese trabajo no lo hace feliz ni infeliz, añade, pero con frecuencia tiene la sensación de morir sobre él.
(El paseante solitario. En recuerdo de Robert Walser, W. G. Sebald)
Me gustó mucho y me ha gustado mucho también cómo lo cuentas tú.
Un abrazo.
:)
Publicar un comentario