lunes, 4 de agosto de 2008

Los cuatro hermanos ciegos

Mis pies, lo más alejados de la tierra, siempre.
Ayer de vuelta a Madrid en el Ave me percaté de un comentario que me hacía mi madre de siempre. Me decía que por qué siempre tenía los pies en alto. Que por qué siempre los llevaba desvestidos, que me iba a hacer daño (no sería la primera vez que me lastimo en un golpe por ir descalza). Bien estando sentada, bien tumbada, los pies siempre van por otro camino, y desnudos, el camino que llevan es la dirección del aire, del viento, del cielo al fin. Tienen una clara querencia hacia arriba. Un comentario que S. también debió hacerme hace ya tiempo, incluso no hace nada me dijo algo parecido. Ayer en el tren me percaté de la razón que tenían. El viaje Madrid-Valladolid dura una hora. Pero en una hora bien aprovechada se pueden hacer tantas cosas... Yo me decanté por leer. E inconscientemente me descalcé. Los muy atrevidos siempre se descalzan aprovechando mi inconsciencia. Mis pies se alzaron a la altura de mis caderas, con las rodillas a la altura de la boca -postura muy recurrida en mí- y seguí inmiscuida en la lectura. Después de cerrar el libro mis pies seguían ahí, encarando más de cerca mi cuerpo y de repente lo pensé. Pensé, soy una mal educada, ¿qué hago descalza y con los pies buscando la mirada de arriba en un tren que no es mío? Entonces recordé las miles de veces que adopto posturas similares donde los pies son las alas sin corbata que más me alejan de la tierra. Desayunando es fácil también que se suban a la silla y coma mi primer bocado en ese abrazo de piernas. Es como si el suelo estuviera repleto de escorpiones venenosos y ellos, hábilmente, treparan hacia arriba para salvarse. Durmiendo igualmente mis piernas abrazan a S. y siempre quedan encima, lo más cerca del cielo, lo más alejado de esta tierra. Viendo una peli también mis pies se descalzan y quisieran tocar el techo de la casa... Es como si, envidiosos, tuvieran que estar a la misma altura que mi cuerpo. Yo supongo que la razón más filosófica de este gesto, inapropiado la mayor parte de las veces, es que no son pies de tierra los míos. Así que les dejo hacer. Aunque todo ello contradiga la segunda ecuación de este cuento, a mis pies les encanta ir desnudos. Podrían ir descalzos por la calle. No son conscientes de las piedras, ni las espinas del camino. Sacrifican su sangre en aras de su libertad. Y a la vez, están tan en contacto directo con esa misma tierra tan llena de dolor de la que siempre que pueden se alejan unos metros... ¡Qué contradictorios son mis pies!

En fin, que en el viaje, en la última página del libro, mi mano derecha, que camina también independientemente de mi cuerpo, al igual que mis pies, escribió:

La parte más débil que hay en mí, es decir, mi mano derecha; la que escribe cuando la izquierda siente, la que toca cuando la izquierda ama, la que da un golpe contra una mesa cuando la izquierda se enrariza, es también la que llora cuando la izquierda se entristece.
Mi mano fuerte, la que gana y ordena a la derecha es definitivamente mi mano izquierda. Me pregunto qué sería de ella si yo hubiera sido zurda.
Aman la sorpresa. No les importa el paisaje. El tren se pone en marcha y la parte más débil que hay en mí, es decir, mi mano derecha, también se va y conversa con mi mano fuerte, la cual adopta la misma debilidad que la primera. ¡Qué contradictorias son mis manos!

Ahora me pregunto si estos cuatro hermanos, estas dos niñas y estos dos niños, manos y pies son sencilla y completamente la parte más débil que hay en mí, la más contradictoria. Me pregunto si debería haber sido construida con un pie y una mano descolgándose de mis brazos y otra mano y otro pie descolgándose de mis piernas. Quizá si tuviera una mano y un pie como brazos y otra mano y otro pie como pies, quizá así, mientras mi rodilla conversa a la altura de la boca, la parte más más débil que hay en mí, mi mano derecha, podría ir escribiéndolo. Quizá también mientras mi pie camina desnudo por la tierra, la mano derecha le podría ir apartando las piedras y las espinas del camino que pisa. Miembros nuevos y más equilibrados, menos ciegos.

Me pregunto por qué no me ceñí al paisaje en ese viaje de vuelta en lugar de pensar en lo que hoy es este pequeño desbarro...

10 comentarios:

Camille Stein dijo...

un precioso texto, de una extraña tristeza... pies que no son de esta tierra, pies y manos con sus vidas propias y contradictorias...

una delicia leerte

Anónimo dijo...

tus lectores agaradecemos que no te hayas ceñido al paisaje

un beso, nuria

santi

(y disfruta del otro rascacielos ahora semidesierto y en paz, ya sabes ;)

mjromero dijo...

nuria, cuánta imaginación se necesita para escribir un post así, la impresión que he sacado de tus palabras es que tus pies quieren volar, desde siempre y no ir prisioneros en zapatos ni sandalias.
Un abrazo

tournesols dijo...

He estado fugazmente en Madrid. Pero demasiada locura y quehaceres como para poder avisarte...

Un beso desde todas las ciudades, Nurita*

coco dijo...

Me encanta el párrafo de la mano derecha/izquierda. Es genial.

Gracia Iglesias dijo...

Puedo imaginarte claramente en esa postura de pájaro encaramado que describes. Me encanta la idea de tener un pie y una mano alternativos. Eres realmente especial.

Inma Luna dijo...

Claro que cuentas el paisaje, te crees que no te hemos visto en ese tren, tan extendida y parcelada?

SATSUMA dijo...

Muchísimas gracias por este texto de viaje, de uno, de reconocerse y palparse de quererse, mirarse y pensarse. Te dejos muchos besos Nuria!!!!

nuria ruiz de viñaspre dijo...

Camille Stein
Además de un texto es posibilidades ilimitadas, no te parece? Me pregunto qué resultado seríamos
si juntáramos a la misma altura lo más contradictorio que hay en cada uno de nosotros.

Amor y libertad
Gracias por tu visita Santi, mi otro rascacielos parece Sarajevo jeje, pero recomponiéndose. Y sí,
semidesierto y por lo tanto en paz. Ya me entiendes

Alfaro
Esa debe ser la explicación más filosófica, sí. Pies que quieren volar y desligarse de apreturas.

Tournesols
Ya te lo dije, la próxima vez no lo pienses, ni locuras ni quehaceres

Coco
Encantada de tus visitas. Te visitaré. Eres un nombre nuevo

Gracia
Y tú hablas de pájaros? reina de los árboles? Un pie y una mano alternativos, sí. Me gusta que te guste.

Inma Luna
jajajaja, y yo ajena a todo. En fin, gracias por tu visita.
Claro que cuentas el paisaje, te crees que no te hemos visto en ese tren, tan extendida y parcelada?

SATSUMA
Gracias a ti por llegarte de ese modo precisamente, como un viaje hacia uno mismo, un reconocerse,
mirarse, pensarse, etc-

Anónimo dijo...

Bueno, el Mundo está llenito de contradicciones, entre ellas se complementan y hacen que se tienda al equilibrio.
Besos y gracias mil Nuria!!