El otro día S. me decía: ¿Sabes en qué momento de nuestras vidas perdemos ese paso que hacíamos de niños, cuando íbamos con los amigos a conquistar la tierra o de la mano de nuestras madres camino de un supermercado, y ella siempre hacia delante? ¿Esa especie de saltito, de juego de niños, que dábamos sin razón aparente, porque no por ello adelantábamos camino, pero que se convertía en un paso doble con uno de los pies solamente? ¿Ese paso añadido, corto, inexplicable, que hacíamos quizá para coger el otro paso acompañado, ya que los nuestros, antaño eran de distancia corta, ese movimiento convulso que hacían nuestros pies para sincronizar la marcha de aquel que nos llevaba de la mano. Me parece un movimiento tan generoso... dar dos pasos en uno para sincronizar la vida, el latido de la vida. No sé qué especie de resorte sentíamos entonces en los tobillos o en las rodillas, desconozco de dónde llegaba la orden a nuestros pies de dar ese dos pasos en uno… pero es cierto que no ha habido ni un solo niño que no lo haya experimentado.
Ese interrogante tan rotundo rondó entonces por mi cabeza los días posteriores y recordé las miles de veces que tanto mis hermanas como yo dábamos ese doble paso hacia delante. Es cierto. En algún momento de nuestro transcurrir lo hemos perdido, y si no, piénsenlo, ¿han visto alguna vez a alguien que pase de los 10 años dando ese paso? Yo no, y es tan curioso. Me pregunto si hemos perdido con él la inocencia de aquellos pasos perdidos, la pureza de nuestros pies que iban sin rumbo ni interés alguno hacia delante, siempre hacia delante.
¿Acaso perdemos costumbres antiguas para dar cabida a otras nuevas? Qué limitación…
5 comentarios:
Pues yo debo de estar muy loca, porque todavía lo hago y me muero de risa, y canto en voz alta con mis amigos por la calle, y tiro palomitas a desconocidos en el cine.....yo no quiero perderlo.
Un beso.
Un niño da un paso hacia adelante y funda la tierra. En el niño todo es primero y así también cada paso es el primer hallazgo. Luego las higueras de la adolescencia posan su vuelo oscuro en los sueños de la primera vez. Niños maduros como frutos secos descorremos el cansancio de nuestra libertad. El descubrimiento es dar un paso hacia adelante, al paso de otro que modifica el suyo por derimir el camino de la nube. Un círculo de pasos agigantados que devuelve nuestro signo derrotado hacia la afinidad. La infancia. La infancia. Secuelas de un universo que repetimos en el vértigo. Si mirar hacia adelante pronostica lo nuevo, mirar hacia lo nuevo, es caminar hacia adelante, hacia al infancia?
errata. derimir= dirimir
besos, Nuria, agitadora y reflexiva
que bella reflexión, sonia, fundar la tierra en un solo paso, en un hallazgo de vida. y qué cíclico es todo, puede que caminemos sin tregua hacia una infancia rotunda, yo así lo creo
A mí como a satsuma, ese tipo de pasos me asalta a veces, y los hago contenta, en ocasiones de la mano de Alguien que me sigue y me incita a repetirlos.
Creo que la infancia no vuelve: jamás se va. Y hay quien no la disimula cuando se la encuentra entre los pies o entre las manos o en la cabeza.
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