sábado, 5 de enero de 2008

Arroz negro

No hace mucho S. preparó arroz negro. Compró calamares y se volcó con manos en ellos hundiendo sus dedos en sus entrañas. Yo me acercaba curiosa hacia la cocina para ver cómo se manejaban los resbaladizos entre sus vigorosos y húmedos dedos. Mientras los limpiaba me iba enseñando con las manos abiertas y casi sin mirarme las diferentes partes de su cuerpo, el por qué de su forma alargada y fusiforme para surcar las aguas en vida. Una cabeza provista de dos ojos enormes y salientes, una especie de corona de donde nacen aproximadamente diez tentáculos, ocho de diferente tamaño y que mueren en unas ventosas con aspecto de mazo, como si fueran los pies del animal ya muerto. Yo estaba emocionada, parece una tontería pero nunca me había detenido en la belleza y la defensa de ese molusco. Luego me enseñó su boca, donde me descubrió, con un desliz de sus dedos, dos mandíbulas entre las que se encontraban los tan buscados dientes alineados, con los que imagino trituran los alimentos. La boca se abría al capricho de los dedos de S. enseñando al enemigo externo un diente parecido al pico de un pájaro. Su boca me pareció descabellada. Y por último me mostró su interior, su yo más profundo, la pluma del calamar, su alma. Una estructura transparente en forma de perfecta pluma. Como una formación esquelética que da consistencia y firmeza al animal. Me contaba apasionada que a eso se le conocía como la pluma de calamar, y que antiguamente se la ponía a secar para endurecerla y utilizarla para escribir. Más tarde se la cortaba en bisel, y se le hacía una pequeña incisión en el centro para absorber la tinta. Me pareció tan hermoso. De hecho extrajimos la pluma, la lavamos y la extendimos a secar y francamente parecía una pluma antigua, delicada pero inquebrantable, como una espina dorsal. Finalmente y después de todo un ritual al que asistí encantada, nos comimos un arroz negro exquisito.

2 comentarios:

El detective amaestrado dijo...

la comida está mas cerca del corazon que las palabras muchas veces...esciribiste palabras con tinta indeleble y me gustaron

makkkafu dijo...

Deliciosa disección del calamar.

Particularmente me gusta hacer la limpieza del calamar, es un animal misterioso, como si fuera un ser intermedio entre la vida animal-vegetal-

Un posible ser del futuro o de otro mundo lejano. Cuando lo limpio no siento que esté cortando a un ser que tuvo vida, es una especie de estadio intermedio entre lo vivo y lo fabricado.

No sé mucho de zoología ni biología, ignoro las leyes fundamentales de la evolución de las especies pero el calamar entraña todo un misterio para mi.

Recuerdo la primera vez que me tocó la tarea de su limpieza, no sabía por dónde empezar, qué era comestible y qué no lo era.

¿qué líquido era ese que guardaba en una bolsa transparente? ¿por qué la tinta tiene esa textura arenosa?, me maravilló la transparencia de su hueso (parecía de plástico transparente, dentro de su estómago encontré sin digerir un pequeño pez.

Al cortarlo con las tijeras su carne cedía como si fuera un tejido resistente y a la par dúctil, sus tentáculos se agarraban finamente a los dedos como si tuvieran aún vida.

Toda una experiencia.

Un saludo y gracias por tu paso por mi blog.

C.A. Makkkafu