viernes, 13 de abril de 2012

la lágrima entre la vida y la muerte

el martes volvimos al real. esta vez era la esperada vida y muerte de marina abramovic. mis expectativas eran montañas rebosantes en mis manos. pero nada defraudó.


Dios condena
A aquellos que hacen daño a otros
Qué piensa él
De una mujer que
Se inflige dolor a sí misma
Llora y se lamenta
Se tira del pelo
Se desgarra los miembros
Golpeados y hambrientos
¿Dios
la ama o la desprecia?

Los santos ascienden




snowy angel



No se levanta el telón. El telón ya rasga el espacio del teatro real en dos. A un lado, ese escenario impúdicamente abierto, al otro, el ansia del ojo púbico. Y mientras el patio de butacas suena, enfrentado a él, en el escenario, tres féretros con tres cuerpos abramoóvicos y tres doberman merodeando a su muerta. Uno por cada cuerpo. Custodiando cada uno de estos animales a su soldado del arte, como se llama a ella misma.

Y sigue la trinidad. Tres grandes talentos creativos y un doberman en el imaginarium de cada uno de ellos. Antony Hegarty, Willem Dafoe y Marina Abramovic. Y todos bajo la divina y acertada mirada de Robert Wilson, ese dios que ama no solo a Abramovic (aunque fustigue la fisicalidad de su cuerpo) si no al resto de esa trinidad. cuerpos, voces y expresiones artísticas que no son sino la desembocadura de un pasado… un dios-wilson manejador de la luz, del espacio y del tiempo y que nos obliga estética y hermosamente duro a un viaje espiritual al interior de abramovich junto a ese dafoe-jocker y la profundidad de la garganta de Anthony.

Todo se gestó inicialmente con un trueque.
Hace cinco años Wilson recibió un encargo fuera de lo común. Al teléfono desde Nueva York, Abramovic le pidió que escenificara su muerte y que le organizara un funeral sobre las tablas de un teatro. El director sólo puso una condición antes de tirarse de cabeza a la piscina: “Que me dejes hablar también de tu vida”.

y mágicamente, mientras escribo sobre ello retransmiten en la 2 un especial de esta trinidad que ya es casi religión y me vuelvo a abducir en esa voz-antony y esa estética wilson.

no es una ópera al uso, tampoco es teatro, ni performance propia de abramovic, no es nada de esto porque es todo esto. arte en estado puro. en estado crudo. poema musicado. una música poetizada. un paseo por la infancia de abramovic. la relación de la no-hija con su no-madre. el primer amor. y el que le siguió. la separación de ambos acompañada de una separación kilométrica de una muralla china. los mundos contrarios. la necesidad a oscuras de alcanzar el más alto umbral del dolor y del modo más silencioso posible.

“Es un experimento muy interesante. Me gusta enfrentarme a sentimientos distintos, distinguiendo lo verdadero de lo falso” [abramovic].


difícil de olvidar, difícil de enterrar la voz-pozo de antony, que desentierra la lágrima, las imágenes oníricas de banderas ondulando, de caballos de troya soportando el peso de una marina de tierra, soldado del arte. las tres cruces allá arriba equilibrio con los tres féretros. las tres marinas. las tres muertes. los tres doberman custodiando tres marinas. la cadencia de la estética. el juego de máscaras. la plástica de la luz. todo siempre a punto de caer muy lentamente. todo eje-trinidad del resto. la voz serbia [Svetlana Spaji] proponiéndonos canciones populares que son olvidadas nanas pero también epílogos de muerte. dafoe, un auténtico jocker tan metido en su voz-papel-periódico [narrador por el mayor lado y por el resto ex pareja de Abramovic] que pareciera que pisando el suelo tierra y no la escena, su vida fuera eso.



bravo por esta propuesta-mortier tras la igualmente maravillosa y denunciadora c(h)oeur. por un real naciente.

1 comentario:

yosoy dijo...

Qué pena perdérmelo : ( gracias por transmitirnos tu mirada.

(la verdad que la voz de Antony emociona).

Un saludo.