martes, 22 de diciembre de 2009

maridajes perfectos, música y poesía










El sábado fue un día intenso. No hay duda. Por la mañana al Auditorio al estreno de Rappoport y por la tarde, y a pesar del frío de este primerizo invierno, a la Librería Arrebato a ver a Antonio García Villarán, más conocido como Cangrejo Pistolero, el cual presentaba junto a la joven voz de Elena Medel su libro Nocaut.
No hace ni dos semanas que estuve en Sevilla recitando en Las Noches del Cangrejo así que cuando Antonio nos dijo que venía a Madrid y por vez primera, a presentar su Cangrejo Pistolero Ediciones, no lo dudé un momento. Iría. Y eso hicimos. Ir. Volver a verle, con su báculo que casi forma parte de su estampa, al que arrima su peso aunque ya por poco tiempo. Elegante y accesible, Antonio nos deleitó, porque es todo un recitador, con un puñado de poemas que como puños nos espetaba en la parte más izquierda de nuestro cuerpo.

Os dejo un poema del libro Nocaut, uno de los que más me gustan, con su permiso.

Mi casa se llama piso
y es humilde
porque es un bajo.
Destruí con una maza sus paredes
para abrirla a los visitantes
y estuve un mes entero
tirando bolsa a bolsa
sus escombros,
para no alarmar a los vecinos.
Mi piso
sabe latín
y sabe esperarme
cuando llego a horas borrosas
y con un simple gesto de llave
en su matemático agujero
se me abre.
Nunca me puso un pero.
Mi cueva tiene paredes que arden
cuando se me encienden las dudas.
Posee una especial capacidad
para hacerme llegar
la vida de los vecinos.
Mi casa es tan pequeña
que a veces ólo quepo yo,
y otras veces cabemos dos.
Sus techos son desiguales,
nunca lo entendí.
Ocurrieron en mi piso muchos partos
y también abortos
antinaturales,
también arropó culebras
y mujeres sin alma,
mi casa a veces
no sabe lo que se hace.
Mi casa a veces se piensa
que no es mi casa
y yo la limpio,
la pinto,
le pongo nuevos muebles
si la economía lo permite.
Le pongo música de Satie
y canciones de Calamaro
de cuando vivía Miguel Abuelo,
también le pongo Soul y Tango,
y es entonces cuando me duerme
entre sus cálidas esquinas
y me dice al oído
sólo yo seré tu casa.

Hay que hacerse con él porque además de poesía es un reducto-objeto bañado en oro, ilustrado magistralmente por el autor, así que todo huele a cangrejo. Además, se hace necesario hacerse con aquello que nos golpea en la cara, como este Nocaut, dejándonos fuera de combate.
He leído que un Nocaut ocurre cuando un púgil es derribado en la lona, contra las cuerdas, y no se puede levantar en 10 segundos.¿No vivimos así la mayor parte de nuestro tiempo?. Me pregunto si al escritor también le ocurre algo parecido, y cuando da por abandonada -que no concluida- una obra, necesita un tiempo de 10 segundos, 10 meses o 10 años para recuperarse de ese Nocaut y volver a la carga. Y pienso entonces que también habrá muchos que mueren tras un golpe así. La vida a veces es un golpe mortal.

*En la foto conjunta, pedida prestada a su autor Lawrence Schimel: Iñaki Echarte, Sofía Rhei, a la que mi despiste le costó reconocer, Gracia Iglesias, Antonio, y cómo no, la presentadora del acto, Elena Medel. Un bonito recuerdo de aquella tarde casi casi lila.

1 comentario:

Gracia Iglesias dijo...

Este poema de la casa también es uno de mis favoritos de Nocaut, un libro excelente que recomiendo a todo el mundo. Ya he colgado el vídeo de la actuación en mi Vals, por si quieres revivir la experiencia de escuchar este poema y otros en la inconfundible voz de Antonio.