revista nayagua
Kieran Antil,
Ciorán, Nabokov, Borges, W. Szymborska, E. Dickinson, Silvia Plath, Juarroz,
San Juan, Nazim Hikmet, Pizarnik, Stanislaw Jercy Lec, Marta Agudo, T.S.Eliot,
Rebeca Horn, Thomas Bernard, Canetti, Linda Hogan, Bécquer, Filolao, Clae
Andersson, Goethe, John Ashbery, la otra en el espejo, los lectores. Son los
invitados a esa casa del lenguaje que es Pensatorium, el último libro de Nuria
Ruiz de Viñaspre, un espacio de conversación desde la contradicción y desde la
duda, un amplio salón donde se sirve rico lenguaje rico. Los invitados son
muchos y el diálogo con ellos o con sus textos, como en las buenas
conversaciones, trabaja sobre el matiz. Estamos en un lugar abierto, un salón
donde se hace vida, donde se abren ventanas para que entre frescura y luz y
para conjurar la muerte y la tristura.
Lejos de los
modelos textuales que se podrían esperar de un título así, aquí hay aforo pero no
aforismo. Pensar no significa dar por buena o definitiva ninguna afirmación
sino proceder y desplegar. Las conclusiones quedan para el lector. Sobre la
mesa puntos de vista, lados, múltiples
lados. La cabeza desnortada del
sujeto poético, además de un gesto corporal expresa el desconcierto de la que
orienta la mirada, al mismo tiempo, a
los cuatro puntos cardinales y al espacio intermedio y a las grietas.
Vivir en el cuerpo del di-lema, se
dice, aludiendo a la vez al decir, al lenguaje, hilo grueso del tejido Pensatorium, y a la contradicción en la que el yo se posiciona inevitablemente
cuando hace uso del decir (ya lo he dicho
/ mi cuerpo se ha posicionado).
Desde el salón donde NRV recibe, acoge, asomándose desde el
interior o desde el exterior del quicio del ventanal, según se mire hacia
dentro o hacia fuera; tumbándose sobre la espalda o sobre el vientre, según se
sueñe cielo o se imagine tierra debajo de la tierra, la imagen del caballo de
la portada, que se disuelve, cobra todo
el sentido, como esas formas que giran sobre sí mismas hasta perdernos.
Por eso este poema abre el libro, como un prólogo, como una
luz:
El
lenguaje corporal del caballo es el lenguaje corporal del lenguaje corporal del
caballo es el lenguaje corporal del lenguaje […] Ambos son animales de presa
que nacen desde el lenguaje corporal del lenguaje corporal del caballo […] Y
cuya supervivencia depende de la habilidad de percibir incongruencias como esta
Por eso este
otro lo cierra, como un epílogo, otra luz.
la
molécula del olvido es un mecanismo de autodefensa. pero la autodefensa es un
mecanismo de aislamiento. pero el aislamiento es la madre de todos los
mecanismos. pero la molécula pero el mecanismo pero la autodefensa pero el
olvido pero bla bla bla. al final la madre de todas las moléculas es lo
mecánico que es todo.
¿Poesía de la
desesperanza, entonces? Podría parecer. La mirada sobre el mundo no puede
negarse a verlo avanzar hacia su disolución. Saberse voz muerta. Mirar de frente el final desmoronamiento. Pero desde esa
lucidez (qué bien hacemos
pensando que un día todo morirá / si no estuviéramos apoyados en este muro de
certeza /hubiéramos muerto mucho antes de que llegara nuestra no muerte) la certeza de la muerte genera deseo,
energía, brío que atraviesa escritura
y cabeza: bienaventurados los
cabellos sueltos /de todos los caballos de tus desbocados viajes
No
desesperanza entonces, sino lucidez y fuerza ligadas a la necesidad de
comprender y a la voluntad de vivir, para
no morir, cervatillas, mirando la vida pasar.
en aquella orilla del
río morían al año
cientos de cervatillos
que apagaban por
primera y última vez
un ansia que no
entendían
se morían de sed se
morían
mientras
el río seguía su curso entre los juncos
En pensatorim, decíamos, es el procedimiento el que construye. Por
eso no hay sentencia sino diálogo, matices. Y el lenguaje no sólo dice o
silencia, sino que hace. No somos expertos
caballos analíticos sino caballos que son un lenguaje de amor. Pensar como
piensan /las líneas de la naturaleza. Ser animal: En tu
afán de conocer en toda completud tus lados,/ buceaste en esa sombra hasta ver
surgir el voluptuoso animal que llevabas dentro.
Para ello, claro, la poesía elige la carne del lenguaje, su
corporeidad. Se habla del lenguaje y se hace lenguaje, hilo grueso del
entramado de este libro.
entre la carne del
lenguaje y la nada
me inclino más hacia la
carne
porque la carne es el
ya
y desde ese mismo ya
la
nada nada
Desde el momento en que ser humano y palabra se identifican
(mi cuerpo es la casa del lenguaje),
la persona se reconoce como materia
fónica. En todos los sentidos, existimos en el lenguaje, incomunicados en
su oscuridad cuando lo usamos como vínculo social, atrapadas en su redundancia, en su circularidad,
en la voz heredada, en su incapacidad mecánica para sacarnos de la confusión. Así es imposible formular nada, dice un
verso, habrá que hacer otras cosas con él, hacerlo añicos, dar un salto de pértiga y pasar a otro lado, al
lugar donde el lenguaje es lugar de
reunión, madriguera que desde el
silencio de la respiración fecunda adjetivos imposibles y se convierte en realidad suprema y entonces, visto ya
como escritura, conjura a la muerte con
su sola presencia.
Escribo. Escribo y
borro. Escribo y borro. Escribo y borro. No un borrón y cuenta nueva. Porque
hay borrón pero no hay cuenta nueva ni
cuentos. La pértiga es la misma. Escribo y borro para escribir nuevo lo
borrado en otra letra. (...)Escribir escribir escribir escribir para no morir
morir morir morir para volver a escribir escribir escribir escribir
Ese lugar de reunión en el silencio, en el que la capacidad
de significar del lenguaje se recupera (eso parece) y la escritura se hace
posible, tiene nombre en Pensatorium. Le
caracteriza entre otras cosas la fertilidad.
Se llama "soñadero", y
con razón, porque algo tiene que ver con la realidad "sueño" y sus irrealidades, con los múltiples
significados de la palabra y sus
derivados o sus adyacentes metonímicos o sugeridos, como noche, animal, cuerpo,
crecimiento, subconsciencia.
En la noche de su
cuerpo todo crece. (...)Le crecen lenguajes que son común idioma de bestiarios.
Y en esa salvaje candidez de lenguas la mujer-siembra pare docenas de uvas que
caminan primigenias por un suelo beodo de cocinas.(...).
Hay un lenguaje en el caballo (fuerza, nobleza, instinto,
movimiento) que justifica todas las utilizaciones simbólicas que en este libro
se hacen del animal. Hay una fuerza de caballo que recorre la sintaxis del
libro, sus distintas capas. Sería largo explicar ese río y sus saltos, pero
está, con rápidos y cataratas, y está contradiciendo cualquier interpretación
negativista, cargándolo de vida.
No parece que la poesía pueda decir nada muy nuevo si
seguimos a NRV (no hay cuenta nueva ni
cuentos) Dice NRV que la labor del
poeta es Escribir nuevo lo borrado. Pero
es que escribir nuevo lo borrado implica un relato nuevo. Ruiz de Viñaspre
escribe en Pensatorium un relato
nuevo, una nueva manera (y manierismo hay, aquí, sin duda) de hacer que la
lengua signifique, que aporte esa claridad que es imposible en la
in/des/anti/comunicación social. La corporeidad de la gramática de NRV llama
constantemente la atención sobre sí misma, como un relato antes inexistente.
Nos referimos a la gramática de NRV como algo sólo suyo porque, más allá de
cuanto admite la Retórica se está rozando un lenguaje-caballo-salvaje que trota
más allá de la norma lingüística. Es fuera de lo
normalizado donde somos tan libres que el lenguaje nos permite crear, o
cualquier cosa, prohijarlo un poco, quererlo, pedirle que nos dé a luz
Paradoja, dilema, calambur, antítesis, aliteración,
oxímoron, paranomasia, diáfora,
aliteraciones y analogías todas, rupturas en todos los órdenes, poemas que
parecen confusamente deshacerse hacia qué agujero o desaparición, saltos, erratas,
música apenas perceptible en su ondulación o en su silencio y que en ocasiones se convierte en objeto y lo hace chocar
todo y todo se sonora, fonemas, acentos, sílabas, prefijos, palabras
.
Nada de todo esto es banal aquí, no son figuras en una lista, no es un relato
antiguo, son el relato mismo. Es en la escritura, así entendida, donde está la
energía.
Pensatorium exige relectura y, después, relectura. Siempre se
abrirá una grieta en la valla del jardín que no estaba en la lectura anterior.
Y allá dentro, escondido entre los narcisos
que son porque no son, un animalito nuevo buscando madriguera. Eso es lo
que pasa, siempre un animalito nuevo y raro.
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