Dos verdades se acercan la una a la otra.
Una viene de dentro, la otra viene de fuera
y allí donde se encuentran uno tiene la oportunidad
de verse a sí mismo.
Quien se da cuenta de lo que está pasando grita desesperado: “¡Alto!
¡Lo que sea, con tal de evitar el conocerme a mí mismo!”.
Y hay un barco que quiere amarrar
-intenta hacerlo precisamente aquí-
y volverá a intentarlo miles de veces.
De la oscuridad del bosque llega un garfio del barco,
lo meten por la ventana abierta,
entre los invitados a la fiesta
que ya han entrado en calor con el baile.
Tomas Tranströmer
2 comentarios:
Tal vez es cierto: lo más doloroso es re-conocernos.
Me encantaria conocerme a mí mismo, pero no tengo el placer. Y creo que nunca lo tendré.
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