Esta mañana, el olor de la tierra ha sido como el tararear de aquellos pasos olvidados de la infancia. Unos pasos que ahora se cruzan en unas calles distintas, con unos árboles distintos y unas fachadas también distintas… Son mañanas que llegan con distintas sombras y secretos, distintas ventanas. Hasta las macetas con plantas que cuelgan de los balcones de esta ciudad mojada son hoy distintas. Su atmósfera es contradictoriamente más pura -menos luz, menos ruidos, menos sol- donde todo huele remotamente a humedad antigua. Ha entrado el viento y ceñir con flacos brazos la cintura de este paisaje nos llevará todo mayo.
* Dibujo de Chagall. Sobrevolando la ciudad
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