Ayer llovió en nuestro jardín particular, nuestro parque dormido, pequeño reducto de ideas recién plantadas. Y cuando llueve en ese rincón, y antes de que el aire se oscurezca, cientos de paseantes acarician las hojas por las que viajan sus panzas en busca de algo mas de vida. Sólo con ver a uno de esta curiosa especie y de prehistórica casa, basta para contagiarnos de lentitud.
* la foto es nuestra
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