Gyps Fulvus
El rebaño sigue avanzando. El pastor
le descuelga el cencerro a la vaca moribunda
que apenas oye cómo se aleja el tintineo
Los buitres leonados se la comen
Una oveja descarriada, menos
inteligente, quizá, que sus congéneres
miraba un paisaje sin ver el precipicio a sus pies
Los buitres leonados se la comen
Quién iba a pensar que un caballo salvaje
que gozó galopando por las anchas praderas del valle
resbalaría al cruzar un río
Los buitres leonados se lo comen
Un cazador sale al monte y dispara
El ciervo malherido se pierde entre los árboles
Está lleno de fragmentos de bala, se desangra
Los buitres leonados se lo comen
Un zorro ladrón ha muerto
envenenado por un cebo de conejo
que dejaron en la puerta de su guarida
Los buitres leonados se lo comen
Un alpinista poco previsor
se pierde en la niebla, se rompe una pierna
Nadie sabe dónde está; ni saben que subió al monte
Los buitres leonados se lo comen
Un buitre leonado aletea
débilmente en el suelo. Ha comido
la carne de un zorro envenenado
los fragmentos de plomo de un ciervo malcazado
Los buitres leonados se lo comen
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