Pues nosotros, al sentir, nos volatilizamos, ay,
nos disipamos en aliento, hacia fuera: de ascua en ascua
damos más débil olor.
Y a los que son hermosos,
¿quién los retiene?
En su rostro, incesantemente hay apariencia
y se escapa.
Como rocío de la hierba mañanera,
se levanta lo nuestro de nosotros,
como el calor de un plato caliente.
Oh sonrisa, ¿adónde vas?
Mirad ahí arriba:
nueva, tibia ola del corazón que se escapa...;
¡ay de mí!: eso somos sin embargo.
¿Sabe a nosotros el espacio
del mundo en que nos disolvemos?
R.M. Rilke,
1 comentario:
Imenso, Rilke, Imenso!
Abraço,
Lb
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