un juego musical con un tema único llamado aria y 30 variaciones más otro maravilloso aria-colofón que daba cierre y a su vez apertura al inicio (aria da capo). 32 piezas girando en torno a aquella primera aria. puede existir bucle más perfecto? todo un resumen filosófico. más matemática. cada tres variaciones en esa serie de treinta, un canon. patrón ascendente. estructura fija y hasta fría, casi inerte de sentimiento o calor. Todo esto descodificado en las manos-araña de gould-, porque se me antojan como dos arañas que con soltura suben y bajan las escaleras de mármol de su piano, como si fueran sus faldas. Gould le otorga lirismo, contenido cerebral y emoción, sin perder un ápice esa fórmula sólida que bach quiso antaño otorgarles la frialdad que arrastran estas variaciones, aquí son fuego y paisaje. Paisajes de bosques ardiendo.
gould gould gould, que sumergía las arañas de sus manos en una bañera durante veinte minutos antes de un concierto, –me da por pensar que para ahogarlas o despertarlas–. gould, que tarareaba las melodías mientras las trepaba aprovechando el follaje y la espiral matemática en la que profundizaba bach. la voz-gould tarareando ensimismada. gould, que buscó la soledad de los bosques para abordar la posibilidad del milagroso encuentro musical con bach, con sus variaciones. que buscó esa soledad y su silencio, y la perfección en ambas. el silencio helado de los bosques para enfrentarse a las variaciones y ver arder las arañas en sus manos.
entre las obsesiones de gould estaba la silla con la que se sentaba frente al piano. fiel y leal a unas tablillas de madera desvencijadas por el tiempo. se dice que fue construida por su padre. el molde de aquella futura obra de coleccionista fue una típica silla que se utilizaba para jugar a las cartas. Su padre le añadió unas pequeñas patas de metal para regular la altura, pero a gould le gustaba muy baja. así que, en esa baja mar obligaba a su espalda a estar encorvada, mientras, altamente emocionado, canturreaaba las notas con la nariz a ras de esa falda blanca y negra, solo así se despertaba su ingenio, con las ideas y las notas descendiendo de su cerebro. a mí me encanta escuchar esos canturreos. le dan corazón variable a aquel bach antiguo. me gusta memorizar sus movimientos lanzados hacia delante, hacia el piano, en una clara manifestación de amor. reciprocidad. si bach hubiera podido no solo re-crearse en su propia obra sino mirar otras manos en aquella bañera de gould....
de repente me viene liddell a a cabeza, una frase liddell que decía algo así: si no puedo ser glenn gould quiero ser una silla rota
5 comentarios:
creo que voy a empezar a cambiarte libros por discos ;)
se te quiere
s
hecho, yo doy libros a cambio de discos, o era al revés? ;)
Impecable y maravilloso.
Yo me pongo esta música y leo mis libros, creo que así mejor, y no tengo que elegir entre uno de dos.
Besos-
Muy interesante...
Yo creo que Glenn no sólo fué (y seguirá siendo en sus grabaciones) un pianista genial, sino una de las personalidades mas importantes que ha dado el siglo XX.
thanks
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