martes, 3 de noviembre de 2009

Yaiza

El nombre de Yaiza Martínez, periodista y poeta recién descubierta gracias a la poeta argentina y amiga Laura Giordani, me trae siempre a la memoria al escritor Vázquez-Figueroa. Nunca había leído a Figueroa hasta aquellos días, cuando lo descubrí en el frigorífico de la casa de mi abuelo, allá en Navarra. Mi abuelo siempre fue lector fervoroso y como tenía tanto libro, una mujer muy ordenada y dos frigoríficos –siempre estaba leyendo, como mi madre-, acabó destinando uno de estos electrodomésticos –feliz palabra, electro y doméstico- al "granero", antigua cuadra en la planta de calle de una casa de piedra de cuatro plantas llenas de vida y ahora tan sola…. En ese rincón se hallaba desenchufado y solo, un frigorífico desvencijado que tenía otro destino: acoger montañas y montañas de libros en sus estantes. Llegué a conocer ese reducto alargado nombrado como “cuadra” lleno de animales vivos. Viví en plena adolescencia su transformación en un garaje, en una sala de herramientas y con la decoración de ese electrodoméstico abandonado pero interiormente vivo. Estantes que antiguamente sujetaron alimento para subsistir, y en aquellos momentos sujetaban otro tipo de alimento más intelectual e igualmente necesario. Allí nutría mi cabeza más que mi estómago. A mí me encantaba ir a casa de los abuelos, porque sabía que podía ir sin libro alguno bajo el brazo. Sin peso. En aquellos veranos tan lejanos ya, descubrí filósofos y ensayistas, hoy día necesarios a mis ojos, y de fondo, como dejándolo para el final, para cuando el hambre apretara y no hubiera más libros que devorar, descansaba un libro que rezaba: Yaiza, de Alberto Vázquez Figueroa. Debajo de ese título seguían durmiendo otros dos del mismo autor. Océano y Maradentro. Entonces llegó el día en que sólo me quedaba ese título y aquellos dos restantes. No sé por qué pero siempre me dio cierta pereza empezar con uno de ellos, quizá porque sabía que al terminarlo tendría que comenzar por su consecuencia y así hasta terminar con esa trilogía de Figueroa. Quizá me parecía duro pasar de la filosofía al relato extraordinario y lleno de aventuras de una familia. Pero ese día llegó, sí, fue un verano adelantado que ya no me quedaba nada más que comer que aquella Yaiza que con letras negras y mayúsculas parecía gritarme desde el interior de aquel aparetejo sin enchufes. Ese día comencé con Yaiza y me introduje sin quererlo en una espiral dulce y atractiva que me llevó al siguiente –Océano- y ése otro al siguiente –Mardentro-, y así hasta terminar con esa trilogía de Figueroa.

La trilogía cuenta las aventuras de una familia canaria toda una odisea transoceánica, desencadenadas por la fatal atracción que despierta sobre algunos hombres peligrosos la excepcional belleza de la enigmática Yaiza, hija menor del matrimonio de los Maradentro… Libros dulces pero reales que marcaron gratamente mi estancia en aquella casa.

–Acabo de leer también que Yaiza, la real, nació en Las Palmas de Gran Canaria, así que ahora me pregunto si todas estas ideas enmarañadas tienen un trasfondo… como lo acaba teniendo todo en la vida.

Gracias Yaiza por traerme todo esta otra etnia a mi memoria a veces tan quieta… A ambas Yaizas.



Etnia
Por Yaiza Martínez

Enterráis al muerto sin que nadie os vea
tapáis la tumba con una losa sin leyenda
y sobre la pulida piedra desnuda
depositáis

la tarta con velas
de un nuevo cumpleaños

Aquí nunca pasa nada,
ante vuestros ojos,
que son como canicas

Pero los fantasmas se reconstruyen
para regresar obre vuestro lenguaje


una
y otra vez

2 comentarios:

Gracia Iglesias dijo...

Me ha gustado el poema de Yaiza Martínez. No la conocía, pero habrá que tenerla en cuenta.
Tu historia me ha dado una idea, tendremos que hablar, a ver si me das permiso para ponerla en práctica.

Laura Giordani dijo...

Querida Nuria: me alegra haber hecho mi ínfimo aporte para que conozcas a Yaiza. Creo que merece la pena. Es curiosa la manera en que la vida nos va llevando a través de nombres de libros, guiños cotidianos y pequeñeces que hay que saber leer.
Te dejo un abrazo fuerte.
Hermoso poema el que has escogido.
Laura.