lunes, 30 de noviembre de 2009

mala-testa o el desarrollo de unas iniciales

Esta vez a S. se le olvidó la cámara así que estas palabras irán vestidas sólo de eso, letras. Además, a mí S. ya me ve a diario, así que cuando me propuso volver sobre nuestros pasos para ir a casa a recoger la cámara le dije: retroceder jamás,, así que continuamos nuestro camino hacia Lavapiés para la lectura de ayer.

Llovía o había llovido, que casi es lo mismo, pues apelmaza nuestros huesos de la misma manera. Había fútbol, o había habido fútbol, que casi es lo mismo pues apelmaza de nuevo los huesos de sus asistentes. Y hacía un frío que te mantenía despierta, pero los rostros que allí vi me alegraron muchísimo y me quitaron de un plumazo y con un par de besos en sus rostros la lluvia caducada, el frío perenne pegado a mi piel y todo ese invierno acuciando mi rostro. Ya veníamos del Aguardiente, donde nos encontramos a Bolo y a Alfonso, así que tras devorar los periódicos de un día ya caducado nos encaminamos juntos al Malatesta.

En cuanto entramos S. y yo vimos a lo lejos a mi compañera de trabajo, Olalla, a Manolo (esta vez sí desarrollo las iniciales porque lo veo necesario) y a Arantxa Aguirre, aquella mujertriz -de mujer y directriz- que con mano diestra dirigió en su destreza el documental El esfuerzo y el ánimo (que por cierto, se ha prorrogrado hasta el 3 de diciembre, así que aún estáis a tiempo), documental del que ya hablé aquí. La reconocí al instante y me hizo especial ilusión que viniera para comprobar así que tras una frase a veces hecha de "intentaré ir aunque no sé si llegaré a tiempo" pudiera yo masticar la realidad palpable de su llegada. Así que fue todo un gusto conocerla. Estar con ella, charlar con ella, lanzar al mismo estanque mis peces, mis vacas, junto a su danza romaniana, la convivencia de todo, charlar con alguien que ha vivido tan de cerca el mundo de Béjart, de Roman, que ha llegado a tocar el sudor de sus bailarines en los ensayos, pues para mí fue todo un lujo.

Isabel Miguel, que en sólo días se ha convertido para mí en un ser importante y lleno de confianza y mi siempre querido Ángel Guinda asistieron también a contribuir al calor de aquel espacio, por lo tanto, más emoción corriendo por mis venas, si cabe. Les agredecí igualmente su asistencia. Óscar Aguado también vino. Hacía tiempo que no sabía de él y me emocionó porque aunque ya lo sabe, desde el primer día que escuché escupir de su boca sus ancestrales poemas le admiro y sencillamente le encuentro diferente, gratamente diferente. Estuvieron también Bolo y Sergio Cruz Placer, al que no pude casi dejar de mirar durante la lectura, que se sentó frente a mí. Ya le dije tras aquella mezcla de versos recitados que me gustaba verle tan concentrado con los ojos bajos porque así podía mirarle, elegirle como ese punto en el espacio que te orienta y te concentra, sabiendo que ni él mismo podría ver nada detrás de la cortina de sus párpados. Y por supuesto todas esas otras caras que desconozco pero sólo por primera vez.

Me presentó Alfonso, coordinador del Tren vertical, Alfonso, un ser directo, sincero, pienso que sin dobleces, salvaje a veces, con todo lo salvaje que tiene lo natural, de los que no se casa con nadie y a la vez el más comprometido, con la vida, claro. El justiciero. El íntegro incluso. Siento que su gusto por los poemas en los que a veces buceo es totamente sincero. El de otros gustos comunes que compartimos, que acabó mencionando en público nuestra común adoración "irracional y hasta perversa" por la mujer L. La LiddeLL. Ángelica Liddell.

En fin, una grata velada donde tras la lectura se me acercó la gente felicitándome no sólo por el pez sino sobre todo por el Tablas de carnicdero, uno de mis trabajos más visuales que verá la luz no tardando, y que siento que empuja como todo ser a punto de nacer. Acabé balanceándome entre peces y vacas hablando de Angélica con una mujer que se llamaba Concha. ¿Podría ser de otra manera?

Gracias por vuestros oídos. Y gracias a Alfonso por su dedicación. Gracias a S. siempre, por ser mi empuje.


*un inciso : callejeando por Lavapiés S. y yo nos topamos con un rostro que nos era muy famliar. Mientras yo intentaba encuadrar su rostro con una situación vivida, la rápida fisionamista acompañante me dijo: Es el chico que se sentó a nuestro lado en La casa de la fuerza de la Liddell. Y yo descansé como descansa el que tiene una palabra en la punta de la lengua y la suelta.

*de haber habido fotos habrían sido de S., claro.

domingo, 29 de noviembre de 2009

la lluvia y la islandia más visceral

Llueve y vuelve a caer Islandia. Caigo. Y con Islandia cae conmigo Johann Johannsson. Sigue lloviendo y con Johannsson cae también Omarsdóttir, la blancanieves de Johannsson. Más animales escénicos en un día lluvioso. Gracias a la lluvia he recuperado Islandia.

En el video la bailarina Erna Ómarsdóttir, y Jóhann con la música. La obra es IBM 1401 a user's manual, una de las mejores junto a Fordlandia. La música en este caso está basada en los sonidos emitidos del primer ordenador que llegó a Islandia en 1962, y que llevaba el nombre de IBM 1401. En definitiva de cómo ha tenido lugar la simbiosis entre hombre y máquina. Realmente fantástico. Radicalmente poético, como dicen. Poéticamente convulsivo. Definitivamente provocador.







*la foto creo que es de Pierre Coulibeuf, sí, creo que es del documental de Couibeuf Los guerreros de la belleza...

sábado, 28 de noviembre de 2009

La guinda de la buena vida

El jueves estuve con S. en la presentación-homenaje a Ángel Guinda. Fue en la buena vida y la velada estuvo llenita de eso, buena vida y buenos momentos. El bar estaba hasta arriba no sólo de libros sino de lectores que querían escuchar a Guinda y su fantástico séquito.
Yo ya conocía la librería, es más, creo que allí conseguí al fin comprar Una noche con Hamlet y Dolor de Vladimir Holan. Ya había gente cuando llegamos, así que nos arrinconamos delante de un estante -curiosamente el de poesía- y mantuvimos toda la presentación nuestro cuerpo erguido sujetado por nuestros pies. Yo no suelo parar en mirar si está o no El pez místico en el sitio al que me dejo caer sobre mis pies, pero S. mi querida S., que es toda una buscadora y conoce bien ese plateado lomo del pez, en cuanto se dio cuenta de que el cartel del estante rezaba "Poesía" se agachó sin decirme nada y en cuatro segundos lo encontró. Cuando me lo enseñó, le dije extrañada ¡anda qué gracia! ¿pero qué hace el pececito aquí? como si fuera algo del otro mundo que un libro estuviera en una librería.....
Entre la gente y en un rápido cruce de miradas, Isabel Miguel y yo nos reconocimos, al unísono. Y reconocí su propio reconocimiento en el rostro y viceversa. Fue divertido por eso, por la rapidez de ambas a pesar de que era la primera vez que coincidíamos, también conocí a su hijo, un ser aparentemente tímido, silencioso en sociedad y apocado, pero de esos que una piensa que tienen todo un mundo interior para el disfrute del resto. A ella me alegró ponerla piel, que no rostro.... Vi también a Raquel, a su hermana y su hijos, todo un desencadenamiento de rostros muy grato. Gonzalo caminaba también por allí así como tantos otros.

En fin, en cuanto a la presentación fue todo un disfrute para ojos, oídos y todos los sentidos que una puede tener bien despiertos en un acto así. En primer lugar habló Trinidad Ruiz Marcellán editora de Olifante, me alegró mucho verla. Creo que no la veía desde la presentación en Zaragoza. Dijo unas palabras y dio paso a Martín Forega, al que no conocía en persona pero al que sigo desde no hace mucho. Expuso su propio ensayo sobre la poesía y el modo de Ángel Guinda, debe ser una experiencia fantástica contar con un ser que además de ser amigo es un estudioso de tu obra. Un ferviente seguidor. Un crítico también, un arrojador de luz. Un iluminador en la oscuridad en la que a veces bucea el poeta.

Éste le paso el testigo a mi ya querido Octavio Gómez Millán y Luis Cebrián, de Experimentos In Da Notte, que junto a esa mujer de ceñida cintura, su guitarra, nos deleitaron con uno de los poemas más importantes para mí desde hace mucho. Cajas, ya hablé de ellas hace siglos en este rascacielos. A Octavio no lo conozco profundamente pero es un encanto y ya le adoro. Es un crack y me río mucho con él. Luis también es todo un animador de personas y además tiene una voz inesperada. Creo que tendrían la capacidad de arrancarme una sonrisa abierta como un pecado mortal en cualquier ambiente profundo y sobrio.

Por aquel micrófono ya caliente pasaron voces como la de la actriz Itziar Miranda (Amar en tiempos revueltos) una mujer muchísimo más joven que lo que una piensa si la ve en la televisión. Personalmente me costó reconocerla pero no defraudó su realidad más palpable. Según dijo Ángel, amiga de siempre y por ese motivo importante acompañante en esa tarde de buena vida.

Pasaron Liberto Rabal y la también actriz Adriana Davidova, cuya belleza me recuerda a la Ofelia de Millais -de nuevo aparece Shakespeare- (video de Panda de Tolos), dando sus voces propias a las letras de Ángel. A ella tuve el gusto de escucharla junto al poeta en su Entrevista a sí mismo en el Instituto Cervantes (en un vídeo). Y por último, José Luis de la Vega, poeta-amante de Guinda que nos emocionó con su romance guindalero.

La "guinda" de la noche la puso Guinda leyendo unos poemas estratégicamente escogidos, por lo menos desde mi punto de vista. Los mejores. Los aplastantes. Los aplastados. Los revolucionarios. Los más comunistas. Los que remueven. Los que revuelven. Los necesarios. Aquellos que testifican. Los supervivientes. Los políticos. Los anarquistas. Los de los corazones explotados. Los materiales. Los útiles -de herramienta- como diría Ángel. Los que sacan lo mejor de cada uno de nosotros.

Transcribo aquí uno de los poemas más importantes para mí de estos Poemas para los demás y un par de videos que hizo S., mi mano izquierda.

Lo que le pasa a la Historia es la mentira
Al sin techo le pesa el cielo encima
Lo que le pasa a la paz siemrpe es la guerra
A la economía le pesa la ambición
Lo que le pasa al Poder es no poder
A la Religión le pesa el fanatismo
Lo que le pasa a la vida es la muere
A mí lo que me pasa eres tú

A Guinda sencillamente se le quiere



* fotos y videos de S. (excepto los videos que enlazo).

jueves, 26 de noviembre de 2009

El tren vertical

Este domingo cenaremos a la carta. A las 21 h en Malatesta (C/Olmo 2) comeremos pescado del plato del día El pez místico y carne roja del menú a la carta de Tablas de carnicero. Gracias a Alfonoso López su coordinador... por el cartel fantástico y su invitación.

¡Bon appétit!

miércoles, 25 de noviembre de 2009

vocalise op 34

La voz humana es el instrumento más perfecto. Arvo Pärt

una canción sin texto donde la voz humana se expande por ese conocido camino abierto de nuestras venas, rastreándonos al fondo, como si estuviéramos anudados a ellas, a nuestras venas, fatalmente, arrastrados por esa fuerza desconocida, ese encadenamiento que es el destino; una bella canción sin texto donde convive esa mezcla de dolor, ese algo de lamento, con un hermoso desenlace que permanece misteriosamente en la parte más alta de nuestra garganta.



Canción para soprano o tenor que compuso Sergei Rachmaninoff en 1912 y que dedicó a la soprano Antonina Nezhdanova. Rachmaninov es quizás más conocido por su música para piano, caracterizada por esos aires melancólicos de su Rusia natal pero sus canciones son impresionantes. Este Vocalise fue escrita originalmente para voz y piano y está repleto de sonidos cálidos que acompañan y arropan tiñéndolo todo de melancolía, sensualidad y un algo de eternidad.

una canción sin texto, paradójicamente, como lo es la vida...
soprano: Kiri Te Kanawa ...

domingo, 22 de noviembre de 2009

sigur ros

Hay tardes que llega S. a casa del trabajo con un nombre mágico anotado en un trocito de papel sin esquinas. Un trocito de papel que huele a chocolate o a nata recién montada. Algunas tardes de verano he llegado a ver algún dibujo de chocolate o macadamia deshaciéndose en el centro de alguno de estos papelitos. En los alrededores del ordenador aún ahora mismo puedo descubrir estos hijos pequeños de los folios con palabras de su puño y letra. Y resulta muy difícil no llevarse alguno de estos vástagos chocolateados a la boca. A veces ese alimento en tinta son dudas que le han surgido en una conversación con los compis del trabajo, otras, la mayoría, son músicas nuevas que ha escuchado en Radio 3 y ahí descubro verdaderos hallazgos. Ahí me aleja un poco de ese otro mundo más arcaico-musical en el que yo siempre ando inmersa. Sigur Rós ha sido una de sus últimas anotaciones. En cuanto me ofreció algo para escuchar me dijo te va a encantar. Me conoce. Me encanta.

Sigur Ros es un grupo islandés de post-rock, con elementos de minimalismo. El nombre es islandés, significa "rosa de victoria". Toca una gran variedad de instrumentos como flauta, flauta irlandesa, oboe y bajo...

Su página es igualemtne toda una delicia para la vista y el oído



Gracias S. por ampliar mi olfato acústico

Poemas para los demás

El jueves 26 de noviembre Angel Guinda presentará en Madrid, a las 20.15 en el Café del Libro La Buena Vida (C/Vergara 10, metro Ópera) sus Poemas para los demás. Habrá intervenciones de Manuel Martínez Forega (poeta), Itziar Miranda (actriz), Adriana Davidova (actriz y escritora), Liberto Rabal (director de cine y actor) y José Luis de la Vega (poeta). Con la actuación musical de Experimentos In Da Notte.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Un pez telúrico

Ángel Guinda en la última presentación de El pez místico dijo entre otras cosas algo así como que era un libro de poesía útil, porque sirve al lector moralmente para vivir, estétitcamente para gozar y culturalmente para incrementar y afianzar su conocimiento... El otro día pude masticar realmente esta frase. Dijo también que si un verso, si un solo verso conseguía arrugar la piel de un lector, de uno solo, atraparle, entonces esa obra era totalmente válida, De nuevo pude por vez primera sentir de cerca todo esto que aquí expongo.

El otro día una compi y amiga del trabajo me contó una fantástica y hermosa historia. Era corta pero finalmente para mí, intensa. Una amiga suya, M. le contaba cómo un amigo suyo, C. se encontró un día un libro en el rastro de una ciudad que no es Madrid. En el suelo. A su anterior dueño le nacieron alas en las manos. Lo aferró para sí, como el que se aferra a esa tabla que salva en un naufragio. Estuvo leyéndolo casi convulsivamente. Inmerso en él, que llevaba junto a él una semana fue sitiando el espacio que él ocupaba en el mundo. Hasta aquí bien. Yo la escuchaba con atención. Me decía que C., en el momento de su lectura, estaba pasando una racha extraña, de esas en las que no sientes que tienes cuerpo y necesitas que te golpeen en el metro para descubrir con asombro que aún existe esa cobertura de piel y huesos que conforman eso, tu cuerpo. Que pueden pisarte y tu pie sentirlo, pincharte y sentir tu vena, abofetearte y de nuevo sentir el rostro que habías considerado hasta aquel momento invisible, roto, ausente. Que pueden tocarte el hombro y girar la cabeza corroborando tu existencia. Un de esas rachas en las que encontrarte un mero libro en el suelo es toda una señal que hay que seguir. En definitiva, alguien inmerso en una casi absoluta incomunicación y que sólo había consentido agarrarse a tierra gracias a ese dichoso libro, como si fuera una especie de vela de foque. Hasta aquí bien de nuevo, aunque la historia estaba despertando toda mi curiosidad.
Mi amiga continuó diciendo que ese libro en el que andaba buceando C. le estaba ayudando mucho, personalmente, humanamente, pero una noche lo perdió. Se le fue de su lado. Se le escapó de las manos. Perdió como su primer dueño el mismo libro, aquel acompañante que había decidido recorriera con él una misma senda bajo el agua. Yo abría los ojos sorprendida e intrigada, necesitaba saber cómo terminaba esa historia.

Mi compañera, tras relatarme tal historia me dijo lento: ¿A que no sabes de qué libro se trataba? Yo pensé que estábamos hablando de un gran escritor, uno de esos que te dejan meditabundo, uno de esos escriores que sabes que jamás llegarás a ser ni por asomo. Uno de esos escritores de cabecera que siempre tiene uno cerca para cuando apriete la sed. Uno de esos que tienen en mi caso nombre propio. Un Schopenhauer, un Holan, un Hölderlin, un Rilke. Una de esas ediciones antiguas que uno siempre lleva consigo en un bolsillo de su piel. Pero no, qué va, ella continuó diciendo: El libro es El pez místico, tu libro. ¿No es bonito? Que un ser que desconozco por completo perdiera el libro en el rastro, que otro ser de idénticas formas al primero lo rescatara de una baldosa del suelo. Que fuera su terapia en ese tiempo... Que ese segundo fuera amigo de la amiga de una amiga mía... Y yo pensando: con lo grande que es el mundo, y fíjate qué cosas ocurren. Tiene alas el pez. Me gusta pensar que pasa de una mano a otra de ese modo, tan inesperado, sin buscarlo, sin quererlo si quiera. Qué ganas de seguir para eso, para eso que decía Guinda, para que tan solo un verso, un único verso pueda evitar que la baldosa donde uno vive se hunda, su isla. Ahora me da por pensar en el tercero que lo encontró, el tercero que recogió ese testigo. Me da por pensar que el pez es eso, como un testigo que va de mano a mano en una carrera de fondo, la vida, eso sí, sin eternidad alguna pero va. Sencillamente va.

La soledad es un escándalo dijo una vez la certera Liddell. Esta frase es tan escandalosa como la propia soledad. La soledad que hay a veces en nuestra baldosa es un escándalo. ¡Qué razón tiene!
Gracias C. por poder hacer realidad en cierto sentido aquellas palabras de Guinda. Por haberlas sentido casi de cerca. Por todos los peces terapéuticos. Los de tierra. Los ahogados. Los salvados. Por compartir nuestras baldosas, por dejarnos bailar sobre la tuya y tú invadir el resto.

Por otro lado, Rebeca Yanke, nuestra querida u, se hizo el otro día con estas instantáneas tomadas en un instante en la Casa del Libro de Gran Vía.

Le agradezco por mi parte este par que subo hasta esta altura. Gracias mil porque no tenía ni una del librito allí. Hoy lo enseño aquí más satisfecha.

El pez místico (Olifante Ediciones 2009)

martes, 17 de noviembre de 2009

La 152 de Bach

Llevo un par de días escuchando una y otra vez este dueto de la 152 de Bach. Y lo comparto en el trabajo en mi carpeta "compartida" del iTunes y me acompaña mientras vamos cerrando libros en plena campaña. Bach, el más arcaico, me desconcentra del mundo, del ruido de fuera y me centra y me concentra en mi propio ruido. Trabajo mejor con este ruido.

Wie soll ich dich

sábado, 14 de noviembre de 2009

Gorecki y Kallela... y de ahí a Sibelius

El origen: Gorecki. Me encanta esta versión de la soprano Dawn Upshaw. Cuando te acostumbras a una audición determinada y te quedas ahí, escuchándola una y otra vez, es imposible hacer entrar en razón a esos dos hermanos que se vuelven sordos. Tus oídos...
Sinfonía 3 o de las Lamentaciones de Henryk Gorecki. Música para Auschwitz. De una madre a su hijo muerto.



La consecuencia de ese origen: El cuadro del finlandés Kallela. Lemminkäinen's Mother, que pintó tras la muerte de su hija. En este caso de un padre a su hija muerta.

Y de ahí a Sibelius, con su suite Lemminkäinen's. De nuevo una madre que sucumbe en un viaje buscando a su hijo al que encuentra muerto junto al río Tuonela.



El mundo está lleno de finos hilos que te llevan de uno a otro lado. ¿No son magníficos esos viajes? ¿No es magnífico esa interrelación en el espacio?

De todos los padres a sus hijos muertos Y ahora que lo pienso, de Béjart a sus treinta y cinco hijos, del padre muerto a sus hijos vivos

Gil Roman, recogiendo el testigo

Bien podrán los encantadores quitarme la ventura, pero el esfuerzo y el ánimo será imposible. Don Quijote de la Mancha (II, 17). Me encanta esta cita y se ajusta como un cinturón a la historia que cuenta con destreza y también emoción la directora del documental El esfuerzo y el ánimo, Arantxa Aguirre.

El 23 de noviembre de 2007, es decir dentro de unos días, murió Maurice Béjart. Desde entonces, casi una treintena de bailarines se tambalean en el espacio al son de la música. La muerte de Béjart en aquel mes de 2007 dejó huérfanos inmediatos en un punto del planeta. Sus vástagos, los educados en danza, los enseñados, en definitiva las prolongaciones del propio Béjart... sus brazos, sus piernas, sus ingeniosas ideas, su afán de avanzar, siempre... su latido. Aún hoy para estos pájaros-humanos Béjart está presente en ellos. Siempre hay una imagen que les acompaña detrás del escenario. La mirada de Béjart. El gran padre de todos ellos. El colocador de alas. El protector pero también el implacable, profesionalmente hablando. Una mirada que ha sabido retratar emotivamente Arantxa Aguirre en su documental, ofreciendo no sólo su perspectiva humana que a todos interesa, sino también profesional. He leído que Arantxa ya estuvo en la Compañía Nacional de Danza de Cuba, lo cual explica el tratamiento tan cuidadoso del trabajo. Se nota el amor que destila no sólo por la danza sino por Béjart, a pesar de que digan que no es necesario que a uno le guste la danza para disfrutar de este documental, yo pienso que ése ha sido precisamente el punto de partida de esta idea. Y eso hay que tenerlo en cuenta.

Insisto en la cita elegida por su directora. He oído de buena mano que es una frase que desde siempre le ha acompañado en los momentos más importantes y eso la humaniza.
No mires atrás, nunca. Pase lo que pase, avanza",
. Entonces pienso, incluso, que tras escuchar frases como ésta, puede que El esfuerzo y el ánimo lleve mucho de autobiográfico, porque esa máxima, esa conjunción de esfuerzo y ánimo, probablemente hayan acompañado a la directora, como persona, en los momentos difíciles.
Algunas críticas, buenas. El País y El mundo

Ya de antes siempre me ha gustado la danza de Béjart, la más contemporánea también, a él siempre le adoré, pero tras ver el documental profeso de golpe todo ese amor que tengo a Béjart al que recoge el testigo, Gil Roman, un ser tímido, introvertido, críptico y profundo que está consiguiendo dejar a la altura a sus recién adoptados, aquella treintena antigua que quedó huérfana hace años... Ya me ocurrió con Ulises cuando leí de joven la Odisea, que mi adoración por él de golpe se desvió en Aquiles cuando leí La Ilíada. Y no porque yo sea de carácter desleal, sino porque pienso que ahí radica la maestría, en este caso de Homero, para convertir al héroe en humano y viceversa. Para humanizar al dios y viceversa.

En el caso de Gil Roman, le profeso de golpe toda esa admiración que ya tenía a Béjart justo por eso, porque hemos humanizado más aún si cabe a Béjart y entendemos la parte heroica de Roman, y también porque reconozco la maestría de la dirección de Arantxa en El esfuerzo y el ánimo, donde ha conseguido que el público pudiera respirar la profunda tensión, la presión, el inagotable esfuerzo, el ánimo exacerbado y por último, el cansancio. El gran cansancio... sobre el escenario de estos bailarines. En una ocasión, en el documental, tras ser testigos mudos de durísimos ensayos, de horas eternas escuchando la voz de Gil decir una y otra a sus bailarines, Os lo prometo, ésta es el último ensayor por hoy, y así hasta quince veces, Gil confesó algo así como que es realmente desde el cansancio, desde el gran cansancio, desde la extenuación, cuando sacas lo mejor de ti mismo, cuando pones inexplicablemente toda la carne en el asador y llegas a calmarte, ahí es donde desaparecen tus nervios, tus tensiones, tus tendones. Desaparecen tus piernas, el dolor de tanto dolor, tus venas y entonces es cuando te abandonaa al viento en una danza perfecta. De golpe asenstí en mi asiento y miré a S. recordando exactamente lo mismo, ese mismo planteamiento principal enLa casa de la fuerza, de Liddell, la cual mantiene que desde el agotamiento, desde la extenuación se llega a la calma, ya que te olvidas de ti misma, de tu propio dolor. No las mismas palabras, pero rotundamente la misma idea. Eso me gustó.



Yo juraría que este Adagietto perteece a la 5 de Mahler, y eso me trae a la memoria de golpe la película Muerte en Venecia



El “Béjart Ballet Lausanne”, la compañía que bajo diferentes nombres fue dirigida por Béjart durante cincuenta años, afronta hoy un futuro incierto en el que una serie de problemas acuciantes se impone de manera avasalladora. La municipalidad de Lausanne les ha prorrogado el contrato hasta 2010. En apenas dos años el nuevo director elegido por Maurice Béjart, el bailarín Gil Román, tiene que demostrar que son capaces de mantener el nivel o bien encontrar un nuevo lugar de arraigo para su tropa. El sacrificio, los sueños y esperanzas de todos ellos están en juego. Todavía desolados por la desaparición del maestro, con el reto de mantener la compañía como homenaje a su figura, con la incertidumbre personal a cuestas… ¿Serán capaces de conseguirlo? ¿Estarán a la altura? ¿Les ayudará la suerte? - lopezlifilms

La proyección de El esfuerzo y el ánimo se ha prorrogado otra semana así que id a verla en el Pequeño Cine Estudio. Disfrutaréis.

*las fotos son de internet. La del equipo del film son de la Galería de montreal-film-festival

jueves, 12 de noviembre de 2009

El esfuerzo y el ánimo

Bien podrán los encantadores quitarme la ventura, pero el esfuerzo y el ánimo será imposible.
Don Quijote de la Mancha (II, 17)




Hoy S. y yo iremos al Pequeño Cine Estudio (Magallanes 1). Echan a las 22 h el documental El esfuerzo y el ánimo, de Arantxa Aguirre. Arrasto a S. -adorable consonante que se deja arrastrar, sobre todo si caen como flechas en jueves- por tres razones: porque adoro a Béjart, porque la directora es hermana de una compi mía y porque hoy es el último día, ahhh no, lo prorrogan una semana, creo. En cualquier caso, no hay excusa que pueda escaparse por algún agujero.

El esfuerzo y el ánimo es un documental cuyos ingredientes perfectamente podrían conformar una película de ficción: 35 bailarines jóvenes desamparados, un nuevo director que tras la muerte del maestro tiene que capitanear el barco, la presión de las municipalidad de Lausanne -su principal benefactor- que les tiene en el punto de mira, la angustia de Gil Roman frente al siguiente espectáculo donde se juegan el todo por el todo, el suspense que supone la acogida que el público les dispense... ¿Puede llegar a desaparecer la compañía que creó Béjart hace más de cincuenta años? Van a luchar para que eso no ocurra.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Contestando a Batania

Crónica de Batania de La casa de la fuerza de Angélica Liddell

Mi otra perspectiva
Para mí el patio de butacas del Matadero -que ya es una metáfora en sí- fue también la metáfora de un cuadrilátero de boxeo, aquel espacio delimitado por cuerdas. Piénsalo. El agotamiento físico y hasta psíquico de todos nosotros, los espectadores, era totalmente imprescindible para comprender el otro lenguaje utilizado en aquella otra casa de la fuerza. Era necesario

Supongo que conoces a Bergman, supongo que has visto sus películas, supongo incluso que te gusta, pues sabrás también que cargar la atmósfera dramática, agobiante y desesperanzadamente es su lenguaje más usual. Sus escenas, siempre deliberadamente lentas, hasta quietas, mesuradas, que podían llegar a durar en su quietud hasta 10 minutos, eran creadas así para conseguir llegar a nuestras propias reflexiones, las reflexiones del público. Para darnos tiempo. Para la digestión. Para digerirlo todo y no consentir que se hiciera bola en nuestros estómagos. El tiempo muerto para mí es necesario. En la casa de la fuerza incluso para homenajear algún cuadro de Frida Khalo. Yo aún sigo reflexionando y vi la obra el jueves.

Angélica en su casa de la fuerza intuyo que quiso arrinconar al público asistente. Quiso ponerlo a prueba. Llevarlo al límite. Como si de un estudio sociológico se tratase, recuerda que estudió Psicología y qué mejor modo de estudiar al público, a la sociedad, que arrinconándolo contra las cuerdas hasta llevarlos al límite.... algunos abandonaron, es cierto, como el que abandona porque le incomodan las verdades, así que pienso que abandonaron los olvidadizos, los acomodados, o los que, como tú, no pudisteis disfrutar en toda su extensión de la obra... en cualquier caso me alegro que te quedaras hasta el final.

La escena de los sofás y del carbón nos llevó al límite, pero precisamente por eso fue tan necesaria. Ser consciente el público de que tras sacar una quincena de sofás tendríamos también que asistir a su recogida; ser conscientes de que tras descargar casi 30 sacos de carbón tendríamos de nuevo que asistir a su retirada, para mí no fue más que un pulso de Angélica con el público, en el que puede que incluso saliera vencedora, ya que ahí abandonaron muchos. Me da hasta por pensar que para Angélica fue hasta una especie de halago descubrir que hubo quien abandonó, porque eso significaría que su estudio de laboratorio fue un éxito.
Al final pienso que la extenuación de los actores en el escenario tenía que alcanzar el equilibrio con la extenuación y el agotamiento del público. Una balanza que medía la resistencia. Por supuesto que todo esto puede ser un fantasma ilusorio rondando mi cabeza que no para y ha de encontrar respuestas a todo.

Por otro lado te digo que tienes razón en una cosa, La casa de la fuerza se hacía necesario verlo desde la segunda fila. Para escuchar el latido de Angélica y su grupo, para ver la sima de la garganta de Pau tragando tiramisú cuando alcanzaba el clímax en ese fructus ventris de vivaldi. Para corroborar el dolor de las tres actrices mexicanas relatando sus propias historias. Así que pienso que sí, que como en un combate de boxeo, habría que haberlo visto desde una segunda fila para eso, para que te salpique la sangre. Y a mí, a nosotras, nos salpicó. Eso fue una lástima, debería representarse en una sala con diez filas como máximo.....

como siempre, siento la longuitud...

Incluyo aquí unas escenas de La casa de la fuerza para que las veas en primera fila.

viernes, 6 de noviembre de 2009

La casa de Angélica

Ver a Angélica es como recibir un disparo en el pecho con un chaleco antibalas, es decir, un mazazo que te empuja hacia atrás o hacia el fondo, lo más profundo, la sima. Es cierto que yo nunca he recibido un disparo, ni siquiera tengo un chaleco que salveguarde mi vida, pero yo supongo que algo así debe de sentirse; porque ver a Angélica, mi animal escénico más querido, no llega a matarte, pero golpea como un mazo en una mesa de disección.
Que frases como el sol se pone cuatro o cinco veces al día, asi es imposible que la tristeza descanse… entren en tu cuerpo, esclaviza y pudre toda la carne que hay entre tu hueso, dejándote sólo eso, tu propia esencia más humana.
Ver a Angélica me despierta, me desmesura, me desorienta, me centra, me hinca a mi asiento, un asiento donde no hay ni carne ni hueso clavado, sólo respiración excitada ante tanta verdad, ante tanta soledad. Las verdades golpean y pueden llegar a matar. La palabra además de dar salud, a veces mata.

Ayer estuvimos en el Matadero, matemático nombre, nosotras, dos reses en una segunda fila, como esas reses más antiguas de mis también antiguas Tablas. La función, agotadoramente intensa, duró cinco horas. Cinco horas escupiendo desde aquel cuadrilátero. Cinco recibiendo sus descargas eléctircas. La casa de la fuerza está llenísima de imágenes, que, como cuadros, me traían a la memoria los vivos colores de Frida Khalo o de Gauguin a pesar de tanta muerte y de soledad. Descargaron sacos y sacos de carbón sobre el escenario en una escena perfecta y llena de simbolismo donde pensé: vamos a sonarnos oscuro, para sacar lo peor de todos nosotros. Lo más oscuro. Aquella sima.

Y siempre, una frase grapada a la espalda de la LiddeLL-. En Aftangense fue Bach significa río. Ayer fue: Tiramisú significa Levántame (el ánimo). Tira-mi-sú. Levántame-hacia-arriba; tira-de-mí.

Cuando veo a la mujer L. La LiddeLL, pierdo gravedad, y ensimismada en el espacio, despreocupada del resto, el dolor me puede durar una semana, o dos, incluso más. Ese resto, es decir, la rutina diaria, mis viajes en autobús -en este último de hoy voy escribiendo toda esta red de palabras- el trabajo, los pequeños dolores de cada uno, todo pierde un poco su sentido, porque ante verdades y pesadumbres como puños en esa casa de la fuerza, el resto es ya sangre coagulada. Caducada. Todo caduca al instante, excepto aquellas frases que como disparos han entrado en tu cuerpo roto. Un cuerpo roto que tardará en recomponerse. Todo es necesario.
Entonces, durante la función me di cuenta que hay que mirarse para salvarse, para formar un todo que rompa ese otro todo, que no más que el dolor y el daño en el Mundo –no sé por qué pero siempre escribo Mundo con mayúscula-. Sólo mirando al dolor. Solo, mirando al dolor.
Ver a Angélica, en general, me descorcha. Me cuartea. Me rompe en pedazos la capacidad que tiene para que el dolor que sobre el escenario ha entrado en ella, entre en cada uno de nosotros, que ajenos a todas las muertes, nos dejamos llevar en esta otra orilla de la vida, la más acomodada.
Cuando voy a ver a Angélica los músculos de mi rostro se contraen. Se contradicen. Se afean. Yo no puedo verme pero siento cómo se desencajan mis cejas, que arqueadas, son techumbre para mi hallazgo de lágirimas. Es como cuando escuchas una cantata de Bach en soledad o junto a alquien a quien quieres. El rostro se desencaja ante tanta belleza. Algo así aunque no exactamente así. En mi adolescencia solía encerrarme en mi habitación con un cuaderno y dos o tres cintas de cassette. Bach siempre entre ellas. Lloraba cuando a todo volumen sonaba el Agnus Dei de Bach. Me colocaba unos cascos gigantes en mi cabeza aún de arcilla y me abandonaba en gestos. Ayer sonó una y otra vez ese Agnus Dei, una y otra vez. Cordero de Dios.



Dicen de la risa y el llanto que no son más que un mecanismo de alivio de tensión, un mecanismo que genera el cuerpo ante situaciones en las que no sabes cómo reaccionar. ... Para mí son eso, como una descarga cuando mis nervios se resienten y la sorpresa o lo inesperado o lo invencido se mete sin aviso en mi cuerpo.
La casa de la fuerza estará en el Matadero hasta el día 8.

Os insto a ir a verla, porque está prohibido obligaros a ir a verla. Ir a verla para eso, para que lloréis y riáis ante la emoción. Para descorcharos, desconcharos, desistegraros, descentraros, desorientaros. Para refrescar nuestra corta memoria histórica. Para recordar a todos los muertos por asalto. Para recordar a los asaltados, a los exaltados… y así, sólo así, puros y partiendo de un matemático 0, podamos algun día volver a empezar a construir este Mundo, no otro mundo, sino éste, en el que ahora mismo están pisando nuestros pies desnudos. Un Mundo mirado desde nuestras particulares casas de la fuerza.

Para mí. Angélica es un lobo al que le han matado sus lobeznos. Es la fuerza en sí del lobo. La extenuación y el agotamiento físico son el único combativo de la soledad.

Enhorabuena a todas sus actrices, a sus testimonios, a la voz de Pau de Nut que va sin esfuerzo del Renacimiento a lo más moderno y que me hizo llorar sin tampoco ningún esfuerzo. A la LiddeLL... por su fuerza de lobo sobre el escenario, a su debilidad en otros campos. Todo compensa.

La voz de Pau de Nut en este Cum Dederit, una hermosísima siciliana de Vivaldi, que para ellos se titulaba Me cago en la hostia, estoy a punto de llorar, a mí, me hizo llorar. Y mi respiración sencillamente se descompensó.




cum dederit dilectis suis somnum:
ecce haereditas Domini, filii:
merces, fructus ventris.

colma a sus dilectos en su sueño.
He aquí la herencia del señor, sus hijos
su recompensa, el fruto de sus entrañas


Siento la longitud.

*en la foto Angélica ofrecía Tiramisú a Pau mientras cantaba con su renacentista voz... esta siciliana... magnífica escena

martes, 3 de noviembre de 2009

Yaiza

El nombre de Yaiza Martínez, periodista y poeta recién descubierta gracias a la poeta argentina y amiga Laura Giordani, me trae siempre a la memoria al escritor Vázquez-Figueroa. Nunca había leído a Figueroa hasta aquellos días, cuando lo descubrí en el frigorífico de la casa de mi abuelo, allá en Navarra. Mi abuelo siempre fue lector fervoroso y como tenía tanto libro, una mujer muy ordenada y dos frigoríficos –siempre estaba leyendo, como mi madre-, acabó destinando uno de estos electrodomésticos –feliz palabra, electro y doméstico- al "granero", antigua cuadra en la planta de calle de una casa de piedra de cuatro plantas llenas de vida y ahora tan sola…. En ese rincón se hallaba desenchufado y solo, un frigorífico desvencijado que tenía otro destino: acoger montañas y montañas de libros en sus estantes. Llegué a conocer ese reducto alargado nombrado como “cuadra” lleno de animales vivos. Viví en plena adolescencia su transformación en un garaje, en una sala de herramientas y con la decoración de ese electrodoméstico abandonado pero interiormente vivo. Estantes que antiguamente sujetaron alimento para subsistir, y en aquellos momentos sujetaban otro tipo de alimento más intelectual e igualmente necesario. Allí nutría mi cabeza más que mi estómago. A mí me encantaba ir a casa de los abuelos, porque sabía que podía ir sin libro alguno bajo el brazo. Sin peso. En aquellos veranos tan lejanos ya, descubrí filósofos y ensayistas, hoy día necesarios a mis ojos, y de fondo, como dejándolo para el final, para cuando el hambre apretara y no hubiera más libros que devorar, descansaba un libro que rezaba: Yaiza, de Alberto Vázquez Figueroa. Debajo de ese título seguían durmiendo otros dos del mismo autor. Océano y Maradentro. Entonces llegó el día en que sólo me quedaba ese título y aquellos dos restantes. No sé por qué pero siempre me dio cierta pereza empezar con uno de ellos, quizá porque sabía que al terminarlo tendría que comenzar por su consecuencia y así hasta terminar con esa trilogía de Figueroa. Quizá me parecía duro pasar de la filosofía al relato extraordinario y lleno de aventuras de una familia. Pero ese día llegó, sí, fue un verano adelantado que ya no me quedaba nada más que comer que aquella Yaiza que con letras negras y mayúsculas parecía gritarme desde el interior de aquel aparetejo sin enchufes. Ese día comencé con Yaiza y me introduje sin quererlo en una espiral dulce y atractiva que me llevó al siguiente –Océano- y ése otro al siguiente –Mardentro-, y así hasta terminar con esa trilogía de Figueroa.

La trilogía cuenta las aventuras de una familia canaria toda una odisea transoceánica, desencadenadas por la fatal atracción que despierta sobre algunos hombres peligrosos la excepcional belleza de la enigmática Yaiza, hija menor del matrimonio de los Maradentro… Libros dulces pero reales que marcaron gratamente mi estancia en aquella casa.

–Acabo de leer también que Yaiza, la real, nació en Las Palmas de Gran Canaria, así que ahora me pregunto si todas estas ideas enmarañadas tienen un trasfondo… como lo acaba teniendo todo en la vida.

Gracias Yaiza por traerme todo esta otra etnia a mi memoria a veces tan quieta… A ambas Yaizas.



Etnia
Por Yaiza Martínez

Enterráis al muerto sin que nadie os vea
tapáis la tumba con una losa sin leyenda
y sobre la pulida piedra desnuda
depositáis

la tarta con velas
de un nuevo cumpleaños

Aquí nunca pasa nada,
ante vuestros ojos,
que son como canicas

Pero los fantasmas se reconstruyen
para regresar obre vuestro lenguaje


una
y otra vez

La inquilina sin alas

Dos poemas han sido elegidos, no sé si al azar, para incluirse en una antología de poetas del Libertad 8. Se presenta el libro este día 14 de noviembre en el café Libertad8. Ambos pertenecen al libro El campo de tus sueños rojos y a pesar de ser antiguos y rojos como mis manos, cada uno de ellos encierra una historia intensa detrás, tan intensa que aún hoy puedo recuperarla.

La mirada extraviada está dedicado desde siempre y aún perdura esa dedicatoria, a una mujer. Una mujer loca sin alas que imaginó que las tenía en su último vuelo. Yo la conocía someramente. Coindidía con ella en una cafétería hace millones de años. Ella vivía en un edificio muy alto justo al lado. No recuerdo la altura en la que vivía, no quiero recordar esa altura. En ese café, ella tomaba un té cuando le dejaban salir del psiquiátrico. Silenciosamente. Hablaba conmigo, o mejor dicho, yo con ella. Silenciosamente. Nunca fue una conversación que a sus ojos trascendiera, pero a mis jóvenes ojos por aquel entonces se grababan como llamaradas. Sus palabras me sonaban como un mazazo, como si una descarga eléctrica atravesara de arriba a abajo mi espina. Nunca pude dejar de mirarla. Se llamaba Inmaculada, jamás olvidaré ese nombre. Recuerdo su rostro y el modo de tomar el té. Su manera de sentarse, erguida, como si un susto le atravesara continuamente la boca. Sus movimientos lentos. Pero con una decisión en la mirada que a veces asustaba. Recuerdo también su pelo recortado, su alargadas facciones, su dureza, su decisión y a la vez su mirada perdida, extraviada, huérfana.
Tras casi dos meses con una mente que cada vez más le iba minando el corazón, una mañana, estando yo en la cafetería, sola, me dijeron: ¿¿No sabes qué ocurrió ayer?? Es Inma. Se ha tirado por la ventana. De repente mi mirada, también extraviada, huyó a la calle para comprobar el lugar exacto de su caída, el porqué de su "sin más", la no despedida, la decisión. Mi mirada huyó a ese pequeño reducto de jardín, perfectamente cerrado, siniestramente acogedor, que acogió aquel enjuto cuerpo pero lleno de ideas rotas. Poco después alcé la mirada hacia arriba, hacia la altura de su casa. Y descubrí después de mucho tiempo a qué altura vivía su mirada.

Descolgada, por detrás de sus ojos
hallábase la locura


LA mirada extraviada de los tardos pájaros
Húmedos todos de locura
Que aguardando solícitos plumas maternas
Permanecen ausentes, solos y locos
Bienaventurados los seres alados sin alas
La mirada extraviada de los santos locos
A los que la vida se les escapa por las muñecas
Cavan hoy la estéril tierra
Para extraer esa extranjera azul y opaca
Tapizarle de cuchillos y clavarle mil agujas
En el blanco muro de su pupila
La mirada extraviada de los muertos por agua
Suicidas todos
Con esa inquilina loca atada a sus talones
Son arrastrados al fondo
Les llamaban locos
La mirada extraviada de los ausentes
Que escrutando el mundo con torcidos ojos
Sobrellevan mal sus muertes
La mirada extraviada de los tardos pájaros
Que haciendo nidos en mi nuca
Empuñan en sus picos huesos de muerto
Y una locura
Mientras alarmados
Ansían como locos el ala cóncava
Bienaventurados los ausentes de alas y cordura

Me pregunto quién es el loco aquí, si la mirada de Inma, libre y decidida o la mía, que aún hoy anda encerrada en esa espiral, su espiral.

El poema La voz humana lo despertó el compositor Arvo Pärt.