jueves, 28 de mayo de 2009

Feria del Libro de Madrid

El próximo jueves 4 de junio de 19 h a 21 h estaré en la Feria del Libro de Madrid, caseta 28 -Almario Libros- firmando ejemplares del libro El pez místico (Olifante Ediciones).

Y en la Feria del libro de Zaragoza, el viernes 5 de junio de 11.30 h a 14 h. Caseta Librería Central.
En Zaragoza también a las 19 h lo presentamos en la librería EL Pequeño Teatro de los Libros, acompañada del poeta Miguel Ángel Ortiz Albero.

domingo, 24 de mayo de 2009

Fauna desatada

La enredadera de la música novedosa enzarza estos días la antigüead de mis tobillos. Y la hiedra es un bicho muy largo. Otro animal salvaje. Otra mujer rota. Con esa mujer a cuestas y trepando con sus esplendorosas notas por mis sexos me es imposible moverme. Imposible sociabilizarme. Ayer juro que deseaba ir a ver a Quique Falcón. Posponer la compra del libro para ese día y escuchar en viva voz sus versos, pero pospongo lo uno y lo otro. Me haré con él pero lo leeré en silencio, ya que el ejercicio de lectura es bien solitario. Literariamente, Madrid está llena de buenas propuestas bélicas a las que asistir, toda una batalla de letras que te explosiona en la cara, refrescándote, despertándote de un letargo, pero yo me embolso. Hiberno. A veces pienso que a mayor actividad exterior más inactividad interior siento. Menos es más. La música y esta extraña sensación que confieso sitia mis muñecas y mis pies inmóviles convencieron ayer a S. de seguir en este silencio compartido, y S. acepta porque comprende mi fauna. Mis movimientos. Mientras, sigo persiguiendo peces y vacas que navegan en otra órbita. Y a esta órbita de cementerio se van sumando otras bestias, se le suman ciervos, gatos y elefantes que voy indagando para no perderme. Porque allí arriba todo está lleno de esta fauna.
Quisiera tanto saber bailar...



miércoles, 20 de mayo de 2009

Vals con Bashir

Ólafur Arnalds me llevó a Max Richter y éste, éste me ha llevado a Ari Folman. Probablemente, digo sólo probablemente, si siguiera en esta espiral, esto último me llevaría a otro y ese otro a otro y así sucesivamente hasta llegar quién sabe si de nuevo a aquél primer eslabón que lo movió todo. Todo parece estar enlazado. Como este vals. Me hice con Memoryhouse de Max Richter después de escuchar obsesivamente a Arnalds. Y tras esta nueva obsesión de Richter, y tras escuchar su trabajo Waltz whith Bashir, buceé tan sólo unos metros al fondo para ver la película con el mismo título Vals con Bashir . La banda sonora por supuesto ya la conocía, llevo días enredada en ella. Pero ayer vi la película de Folman y en fin, es magnífica. Sencillamente magnífica. Es un documental de animación sobre la guerra del Líbano de 1982. La masacre de Sabra y Chatila. La matanza de refugiados palestinos en esas poblaciones.

Hay películas con imágenes tan poderosas que se te quedan grabadas, y luego cuesta quitártelas de la cabeza, para bien y para mal. Vals con Bashir ha sido un poco algo así..

El dibujo del documental es plano, me recordó a Persépolis. A su dureza. Todo parecía moverse alrededor de los personajes, tan quietos, tan deslizantes, tan oníricos e irreales... No es ni mucho menos una película bélica, es más filosófica si cabe. El título es la consecuencia de una secuencia. Un baile. Un vals. Un vals de Chopin op. 64 de un soldado disparando al aire en un fuego cruzado, y frente a un enorme cartel del presidente Bashir. Un cartel acribillado por las arbitrarias balas.

Solamente al final hay unas durísimas imágenes de archivo, fotogramas reales. Según el director trata sobre la memoria, sobre la memoria perdida, la represión, sobre adónde van nuestros recuerdos cuando los reprimimos, ¿siguen viviendo con nosotros? Trata sobre los sueños, sobre las alucinaciones y lo subconsciente, sobre todas esas cosas que sólo podemos dibujarlas...

La memoria es fascinante. Toma este experimento psicológico... A un grupo de personas se les ensaña 10 imágenes distintas de su infancia. Nueve de ellas son realmente de su infancia y una es falsa: Su retrato fue añadido en una feria que nunca visitó. El 80 % se reconoció a sí mismo, reconocieron la foto falsa como real. El 20 % restante no pudo recordarla. Los investigadores preguntaron de nuevo. La segunda vez dijeron que sí recordaban la imagen. "Fue un maravilloso día en el parque con mis padres". Recordaron una experiencia completemente fabricada. La memoria es dinámica. Está viva. Si algún detalle se pierde, la memoria rellena los huecos con cosas que nunca ocurrieron.



He leído que Folman, el director, fue soldado en las Fuerzas de Defensa de Israel cuando sucedió la invasión del país vecino, y la película es un intento por narrar sus experiencias y las de sus compañeros de aquel momento, a través de un formato animado.
No quiero que los espectadores salgan del cine y digan ‘sí, este es un buen film de animación’”, aseguró el director en declaraciones a la prensa. “Estas cosas pasaron, miles de personas fueron asesinadas, niños fueron muertos, mujeres, ancianos.

domingo, 17 de mayo de 2009

Ólafur Arnalds

Cada persona recibe las canciones de diferentes maneras y lo que en unas provoca una inmensa alegría en otras provoca una angustia desmesurada.”

Con apenas 20 años este genio minimalista islandés acaba de atraparme con su música de cámara. Basándose en el piano y las cuerdas, provoca con el primero los sentimientos más básicos y con lo segundo tensa los más intensos.
Encontrar a un chico tan joven desarrollando este tipo de música me trae a la memoria a Oliver Rappoport, que escuché en el Auditorio del Reina Sofía. Y su música, bueno la música de Arnalds en cuanto la escuché me trajo a los oídos al tantísimamente escuchado Johann Johannsson.



En una entrevista he leído esto: La crítica suele compararte con Craig Armstrong porque tú, al igual que él, introduces algunos elementos electrónicos en tus canciones. Pensamos que tu música es mucho más emotiva y que por lo tanto se asemeja más a la de Max Ritcher o Johann Johannsson. ¿Podrías decirnos cuáles son tus influencias dentro de la música neo-clásica?

Realmente no lo sé. Pienso que la mayoría de mis referentes no son de este estilo por lo que es difícil nombrar a algunos. Aunque he de decir que el trabajo de Max Ritcher si que puede haber sido una influencia en mis canciones, su disco “Memoryhouse” es sencillamente increíble.


Si Arnalds contesta a esta pregunta mencionando a Max Ritcher en lugar de a Johannsson -que es a quien a mí me trae a la memoria- no tengo duda, mi siguiente inmersión será Max Ritcher.

De hecho, ya estoy inmersa en Richter. Lo uno siempre lleva a lo otro.



Gracias L*

miércoles, 13 de mayo de 2009

La marcha de los 150.000.000

150.000.000 es el nombre del autor de este poema. Su ritmo es la bala. Ahora, ante los ojos de todos.—Vladimir Maiakovski—

«...Me gustaría leer, compañero, sobre su marcha interna que acompaña, indudablemente, con carne y sangre, esa marcha de los 150.000.000.
Además, que cantara la canción de los que se quedan haciendo la resistencia de la vida, porque –según creemos muchos– de aquí se van generando verdaderas
alternativas para la esperanza, que alcanzarán a aquellos que han marchado.»
Felipe, jesuita indio y antiguo miembro de la guerrilla guatemalteca


Por Quique Falcón:
Queridos amigos:

Me alegra por fin anunciaros que --tras 15 años de escritura ininterrumpida-- acaba de publicarse "La marcha de 150.000.000" (ediciones Eclipsados, Zaragoza, 2009). Hoy mismo salía de imprenta.

La maquetación --hermosísima-- del libro es obra del gran Kb, así como las ilustraciones que, versionando obras de Käthe Kollwitz, recorren el volumen. La apuesta, arriesgadísima, por editarlo completo es de Ignacio Escuín. Si os hace, podéis solicitar el libro escribiendo a la editorial: tantaloyatreo@hotmail.com

Os cuento de paso que "La marcha de 150.000.000" se ha convertido en un largo poema de 5.000 versos, dividido en cinco secciones (sólo dos de ellas ya habían sido anteriormente publicadas en versiones iniciales). El volumen va introducido por cinco prólogos (de la mano de Jorge Riechmann, Miguel Casado, Antonio Orihuela, Eduardo Moga y Eduardo Milán) y se cierra con una extensa nota de agradecimientos para todos aquellos colectivos y organizaciones --políticas, sociales, culturales, sindicales...-- que de un modo u otro lo habéis ido acompañando durante estos últimos 15 años.

Esta versión triplica, supera y arrincona las de los dos volúmenes publicados bajo el mismo título en los años 1994 y 1998. Con ocasión de esta definitiva edición en Eclipsados, se ha abierto una página en la que podréis encontrar decenas de materiales diversos acerca del libro.

Estaré con el libro-poema, para varios recitales en directo, en Madrid (Traficantes de Sueños, 23 de mayo), Zaragoza (30 de mayo), Valencia (Librería Primado, 11 de junio), etc. A ver si hay ocasión de vernos.

Os va con un fuerte abrazo

Quique Falcón


*Iré, iré, iré. Traficaré con S. para que me acompañe. Traficaré ese día 23 con los 150.000.000 sueños de Enrique Falcón.

Sábado 23 de mayo en Traficantes de Sueños

lunes, 11 de mayo de 2009

Casimiros en Valencia

Este viernes 15, (por cierto, segundo aniversario de este Rascacielos) a las 19.30 h, en la librería Primado, todo un referente en Valencia, la editorial Ya lo dijo Casimiro Parker, cada vez más otro referente en Madrid, presenta dos libros.
De Barrueco y de Das no he tenido oportunidad de leer nada. A Isabel la leo a veces y esas mismas veces que también la he escuchado es como si te llenaran de munición la boca en plena calle y siempre a primera hora de la mañana.

No hay camino al paraíso de Jose Ángel Barrueco y Javier Das
Tic tac, toc toc de Isabel García Mellado

Os dejo las cubiertas, que no desentonarán con el interior.













... y un poco de esa munición de Isabel que te carga a deshoras... y siempre a punto de explotarte en la cara

me tuve que beber la vida
en serio
tuve que bebérmela
porque no podía soportarla más
llamándome a comer desde el balcón
con todo aquel escándalo de dudas
alrededor de mi pelo

me tuve que quitar la ropa
en serio
tuve que quitármela
porque ardía
y masticaba pétalos y silencios
y lloraba debajo de una sombra
para volverme invisible de momento

me tuve que esquilar a bocaos
aunque doliera
y sangrar
para poder mirar las cicatrices de mis gritos
y ver el cariz que iban tomando
bajo tus manos

entonces los paisajes inmensos
que me habitaban se desencogieron
inundando rincones y vacíos
desperezando las letras que eran luz
y yo, desnuda
recogí la mañana en mis pestañas
y caminé descalza
por tu sombra fría hasta tu piel caliente

ahora cuando me desconozco
tú me sostienes
y las veces que llueve
huele distinto

además, he dejado de quemarme
apagando cigarrillos
en las palmas de mis manos

y si estoy quieta dentro de este patio
detrás de mis ojos donde los latidos
es porque después
voy a empezar a moverme
de nuevo
libre y tuya

sábado, 9 de mayo de 2009

La textura del pez

Ayer viernes S. descansaba. Yo trabajaba hasta las 14 h. El día anterior me dijo T. de Olifante Ediciones que ya había enviado un paquetito con algunos libros de El pez místico. Yo le dije entonces a S. que estuviera atenta a todo ruido allá afuera, más allá de la frontera radiante de la puerta de casa. Que estuviera atenta a cualquier golpecito en la puerta dado con sumo cuidado con la cola de mi pez. Eso hizo. Estar atenta. A las 12 del mediodía S. me llamó al trabajo para decirme: ¿a que no sabes quién ha llegado? Y yo, contenta y emocionada como una niña de 40 años le dije: -es el pez, ¿ha llegado el pececito? ¿cómo es?, le insitía. Ábrelo, tócalo, galopa con tus dedos por sus páginas y dime cómo es la textura de su escama. Hunde tu olfato entre su cuerpo deshojado. Míralo bien para describirme exactamente á qué huele y a qué sabe. En fin, que S. se reía mientras me contaba lo mucho que le gustaba. No lo hizo mal, porque cuando llegué a casa con la prisa en los zapatos pude cotejar toda descripción antigua. Efectivamente es de un gris místico. Pero lo que más me llamó la atención fue eso, su textura. Tiene la textura de un pez. Es escamoso y amorosamente rugoso. Con montañas de relieves sobre su lomo. Laminoso. Como si fueran células epidérmicas muertas que pareciera se adherían a la piel de tus ansiadas manos. Como si quisieran trepar por ellas. Como si fueran eso, láminas microscópicas que toman otro volumen a tus manos. Imposible la separación. Su cuerpo interior es compacto gracias al grosor y su tono es un ahuesado que se asemeja al esqueleto óseo de los peces de mi mente. Peces con huesos en forma de espina. Colores hueso intenso mancillados con suministros y suministros de tinta negra, como si cada página hubiera sido violada por un calamar enfurecido. En ese mismo interior, que es como un todo, hay alguna que otra cría de pez: un separador y una postal con una foto de esta que suscribe, pero todo con un gusto exquisito. Mi enhorabuena desde aquí a Olifante. Es a mi juicio un libro-pez completo. En fin, que aquí lo tengo, delante, cogiéndolo para describir con la misma exactitud que hizo S. la apariencia física de El pez místico.

En el trabajo pasé la mañana entre maquetas y originales de destinos ya propuestos para este año pero desconcentrada de todo, ya que sólo recibía mails para intentar cerrar fechas de presentaciones oficiales de este pez.

Las próximas fechas ya cerradas (y que pongo en la barra lateral para que permanezcan y no caduquen hasta su llegada) son éstas (volveré a recordarlas).

- El 4 de junio firmo en la Feria del Libro de Madrid (caseta 28) de 19 a 21 h

- El 5 de junio por la mañana firmo en la Feria de Zaragoza y por la tarde lo presentamos en la librería El pequeño Teatro de los Libros.

- El 19 de junio presento el pez en la Casa del Libro de Madrid (Gran Vía, 28) a las 19.30 h.

Valladolid probablemente lo dejemos para julio y Valencia, intentaremos que sea a finales de mayo primeros de junio.

En fin, que después de tanta emoción salimos a la Librería El Buscón, un lugar donde yo ya me encuentro como en casa, no sólo por la librería en sí sino por la compañía. Volver a ver a Elena, testigo fiel de mi primera lectura allí y a la que le firmé un libro, a Jara, la perrita que detesta o quien sabe si adora los aplausos, a Luis Sancho, aquel librero íntegro que todos quisiéramos ser de ser libreros... a Mayte, que últimamente nos encontramos en la boca del metro, conocer a Lucía Barredo, la hija de Chema, con manos igual de artísticas... y aun puñado de caras que ya conozco de aquel día en El Buscón pero que no recuerdo sus nombres fue un placer. En fin, que esta vez leían Chema Barredo y Carlos Martín, dos voces diferentes pero igualmente intensas y buscadores del mismo secreto. Ver a Chema sencillamente me reconforta.

jueves, 7 de mayo de 2009

En la librería El Buscón

Este viernes a las 20.30 h iremos a la ya para mí emblemática librería El Buscón. No hace mucho compartí mi voz inédita para muchos con otros más nombrados. Fue una grata experiencia estar bajo la mirada del librero Luis Sancho, así que este viernes volveremos. Además el mencionado presenta las voces. Escucharemos a Chema Barredo, cuya voz conozco y reconozco, descubrirermos la otra voz de Carlos Martín y comeremos perdices en ese rincón-buscón.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Los círculos concéntricos

Ayer estuvimos en la presentación del libro Los círculos concéntricos del para mí casi desconocido pero desde ahora más que perseguido Alejandro Céspedes. Nos invitó E. y una vez allí encontramos rostros amigos. Fue magnífica la lectura dramatizada en voces del propio Alejandro y de la actriz Cinta. Desde el primer relato me dejé agarrar. Me sólté a aquel precipicio de palabras. Me dejé vencer, sin más, dejándome caer a las manos de ambos. Poco a poco, no mucho más tarde, fui viviendo de cerca, intensa, fotograma a fotograma la trágica y espeluznante historia que vivió-ideó-retrató-relató la mano del autor de aquellos círculos concéntricos. Estos "fotogramas" que transcribo aquí fueron los que personalmente viví con más intesidad. Aunque ahora que recuerdo, no hubo ni un sólo momento en que se relajara mi piel que se hundía en cada palabra, en cada relato leído... en cada círculo, en cada espiral, en cada nombre, en cada Aurelia, en cada Aurora. Enhorabuena a ambos. Espero volver a hablar de ellos. De todos ellos.

De cómo se concibió el libro inicialmente:

El personaje femenino, su voz, se me impuso desde el primer verso. A pesar de que intenté cambiarlo una y otra vez y ensayé otras voces, incluso múltiples, ninguna pudo superar las reticencias de la inicial Aurora. Fue escrita en una primera persona femenina, pero también con una masculina. Fue más tarde escrito en tercera persona y posteriormente combinando en poemas pares e impares la voz inicial femenina y otra voz, narradora, objetiva, expresada en tercera persona. Pero Aurora
seguía imponiendo su mandato, su personalidad, su terquedad. El personaje real fue tan tozudo que cinco veces se negó a morir. Sólo a la sexta, la muerte, que ya la había llevado hasta límites miserables sin conseguir doblegarla, pudo derribarla.


DE Los círculos Concéntricos:


TRASPASAR la frontera era muy fácil. Quién dice a la caricia
cuál es el territorio prohibido. Cómo saber que a partir
de una célula inexacta comienza la maraña del deseo a enredarse,
a escurrirse, a empantanarse. Qué señales le informan
que su imperio termina y que esa nueva tierra donde están cabalgando
sus diez dedos todavía no puede ser pisada.
Qué puntos de la piel van indicando dónde están los linderos
del camino por el que transitar es aún posible sin tener que
esconder las emociones. Cómo puede saber la blanda esponja,
los redondos planetas de la espuma, que en un instante el radio
de sus órbitas empieza a gravitar sobre el peligro.
Qué espasmo del cerebro modifica la intención de la esponja,
del labio, de los dedos. Qué neurona oscurece y afila la mirada
del hombre ante un asombro que unos segundos antes sólo
era un trozo de piel sucia entre sus manos.
¿En qué espectro se encarna la ternura?


SUPE a los doce años que aquel coche tan grande era un
Seat —y con dos apellidos que son Mil Cuatrocientos.
Verde, como el agua estancada. Y fuimos a estrenarlo.
Hasta esa edad recuerdo pocas cosas pues la memoria era un
territorio inexplorado, oculto, sólo útil para que en él pastasen
mis secretos.
Eran mis doce años.
Me enseñó cómo huelen los coches cuando nacen.
—Hay que estar muy atenta porque este instante es único y no
se olvida nunca.
Este olor primigenio sólo escapa el día que su dueño abre sus
puertas por primera vez. Sólo una vez. Y sólo al primer dueño.
Y era cierto. Nunca más lo olvidé. Porque un poco más tarde
y también para siempre habría de recordar el clic metálico que
hace que se desmayen los respaldos. La frialdad del plástico de
las tapicerías pegadas a mi espalda. El olor del tabaco en mi
saliva. El apretón caliente de unos brazos. El peso de otro cuerpo.
La liviandad del mío. Supe el tacto del semen, como la goma
arábiga, y su olor, a lejía.
En casa me esperaba otro regalo. La postura correcta para usar
el bidé. Me enseñó a hacerlo y me quedó la impronta de aquel
agua caliente corriendo por el cauce de mis muslos al tiempo
que mis ojos se perdían en un paisaje azul de baldosines.

Allí, quieta, escuchando el revuelo de aquel agua mientras era
engullida, mientras el sumidero succionaba mis lágrimas, aprendí
a recordar.
Aprendí a recordar con las piernas abiertas mientras contaba
doce azulejos en el alicatado. Doce anillas sujetaban la cortina
en la ducha. Doce veces el cuco abrió su puerta abajo, en la salita.
Doce veces cantó mis doce años. Doce años cumplí sentada
en un desagüe.
Ese fue mi regalo, recordar. Recordar cómo huelen los cuerpos
cuando se abren en ese instante único.
Recordar ese olor primigenio que se escapa el día que su dueño
abre la puerta por primera vez. Sólo una vez. Y sólo al primer
dueño.



HE aprendido a amansar sus estampidas construyendo en
mi cuerpo dos Auroras idénticas.
Amordacé el cristal de sus pezuñas y vendé sus aristas con un
trozo de felpa.
Dividiéndome conseguí confundir su trayectoria, los redobles de
ese tambor que aspira los latidos del eco para tener más ímpetu
en el próximo golpe.
Ahora, entre las dos que soy, ya podemos colocar su discurso
entre las manos e imprimir en su tráquea mis huellas dactilares.
Disfruto viendo cómo convulsionan sus lamentos ahogados.
Cómo sus ojos buscan mis esferas para poner los huevos e incubar
sus retoños de memoria. Ya es inútil.
Vuelve a poner en juego a sus espectros. Pululan por mis límites
con el cuello desnudo. Pero ignoran, que al duplicar mis
manos, es muy fácil tirar de los extremos del nylon que he
anudado en su garganta.
Inician su estampida.
Patalean colgados sobre el aire. No redoblan.
Silencio.
Así la realidad se manifiesta: subproductos, chispazos que iluminan
el vacío.
Separados del cuerpo, los sueños abortados restallan en el aire
como un cable mojado.



Fue una piedra.
No yo.
Fueron dos piedras.
El coche quedó abierto.
Él me seguía.
Yo sólo vi que el coche estaba
abierto, los faros encendidos.
Fue una piedra.
No.
Dos.
Fueron dos piedras.
Él me seguía.
Se lo había dicho:

¡Basta!
¡Basta!

Tres veces dije ¡basta! pero quería
mi lengua su aliento a combustible.
Salí del coche. Dije:
-No habrá más.
-Nunca más.
Yo acumulaba fuerzas.
-Es de noche –decíahay
que volver, Aurora.


¡Aurora!
¡Aurora!

Pronunciaba mi nombre con la mano
extendida como si fuese yo quien va
a caerse.
Me seguía.
Miré hacia atrás.
Vi las puertas abiertas, los faros
encendidos.
Una piedra hizo un surco en la
noche, otro en su frente.
No.
Dos.
Fueron dos piedras.
Fue la otra, no yo, la que estaba
esperándolo.
La que abrazó su cráneo por la
espalda cuando cayó con los faros
abiertos, las puertas encendidas.



SINTIÓ una mordedura, un estilete, un nudo corredizo estrangulando
el tráfico en su arteria. Abrió mucho los ojos
y la boca. Giró sobre sí mismo en un instante los ciento ochenta
grados que allí necesitaba para verla.
Fue la primera vez en toda su simétrica existencia que la miró
de frente y ni siquiera así le vio los ojos.
Ella continuaba con sus burlas desde su fondo oscuro. Imitaba
los ángulos, las formas de sus desmadejados aspavientos mientras
se iba cerrando la bisagra que desde que nacieron los unía.
Cayó sobre su sombra con su cuerpo pero ella, esta vez, mientras
se hacían idénticos, al desaparecer, le dio la espalda.

viernes, 1 de mayo de 2009

La botella y el pez

Éste es el jardín de casa exactamente a esta hora. Ésta es su luz. Ésta es una botella de agua de azahar para pastelería que acaba de terminarse y que yo quería llenar de otra agua sencillamente para llevarme al trabajo. Pero finalmente, ésta que veis aquí es la mano de S. forrando la botella con un poema de El pez místico maravillosamente escrito. Mágicamente legible. Ésta es de nuevo la ideóloga mano de S. sacando fotos a esta botella recién bautizada y que irá conmigo allá donde vaya para calmar mi sed. Y éste es el poema que estampó en la botella.

SOY un pensador
soy un pensador sin sesos
un pez-puta sin sexo
un pez-combate
una arruga sin mapa
un atlántico necio
una lavadora exaltada
un pez con traje limpio
un estrecho de mar en el barro
soy, al fin, el endoesqueleto de un lucio
una carpa sin techo que canta al hueso
un descerebrado que pierde el olor

Y este taponcito que veis va a ser mi particular sello a partir de hoy. El sello de S. y de El pez místico.